Fotograma "Tenemos que hablar de Kevin" vía IMDb

Cómo ser malos padres en cuatro películas

El cine está lleno de malos ejemplos. Asesinato, egoísmo, robo… los hay para todos los gustos. Pero cuando se trata del ámbito familiar, el asunto se retuerce, por algo sencillo: una persona por la que sentimos amor nos hace sufrir. Los tres primeros años de nuestra vida definen al niño y al adulto que seremos. De esto se percató en primer lugar el inglés John Bowlby, quien observó que la relación entre los padres y el bebé (el apego) marcaba la conducta futura de cualquier persona. Su teoría del apego, que posteriormente sería desarrollada por muchos otros profesionales, diseccionaba el concepto “malos padres” en distintos tipos, y explicaba cómo una infancia carente moldeaba la personalidad de quien la sufría.

Aquí van algunas películas que nos lanzan pequeños mensajes sobre la teoría que inició Bowlby:

Lynne Ramsay llevó a la gran pantalla la novela homónima de Lionel Shiver, en la que Eva (Tilda Swinton) y Franklin (John C. Reilly) tendrían grandes dificultades en la crianza de su hijo Kevin. En la película se sigue el desarrollo incontrolable del pequeño, que sería un bebé difícil, un niño desafiante, y un adolescente peligroso.

El film muestra cómo Eva no puede evitar transmitir su angustia existencial al cuidar a su hijo, a pesar de esforzarse en cubrir las necesidades básicas y emocionales de su pequeño. Algo similar a lo que podríamos ver en Mommy (Xavier Dolan). El resultado es un apego inseguro evitativo, en el que Kevin es extremadamente autónomo, pero “no necesita a los demás”. Rechaza los vínculos afectivos hasta límites insospechados.

Los niños nos vigilan, así que una sonrisa forzada no bastará para ocultar la angustia a un bebé avispado.

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Fotograma de ‘Tenemos que hablar de Kevin’  (Foto: Vértigo Films)
  • Yo, Tonya (Craig Gillespie)

El director de Cruella nos dejaba en 2017 una película basada en la vida real de la gran patinadora Tonya Harding (interpretada por Margot Robbie), a la que su insensible madre (Allison Janney) presiona y maltrata para que llegue a ser la mejor en su disciplina.

«¡No, te hice una campeona! Sabiendo que me odiarías por eso. Ese es el sacrificio que hace una madre», rezaba LaVona Golden al mirar a su hija. El Globo de Oro y el BAFTA que Allison Janney ganó aquel año reflejaban el extraordinario esfuerzo que debió realizar la actriz para meterse en el papel de una mujer despiadada que estableció un apego inseguro ambivalente: su hija dedicó su vida a ser querida por alguien, aunque el requisito fuera llegar a ser una patinadora de élite.

Más vale un futuro mediocre y unos padres que te quieran.

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Fotograma de ‘Yo, Tonya’ (Foto: EOne Films)
  • The Quiet Girl (Colm Bairéad)

La ópera prima del irlandés Colm Bairéad describe el mundo de la pequeña Cáit (Catherine Clinch): una familia pobre, numerosa, que la desatiende en prácticamente todos los ámbitos. Allí es sólo un instrumento más para el gran oficio que supone criar a muchos otros niños. Las cosas cambian cuando Cáit es enviada a pasar unos meses con unos familiares (Carrie Crowley y Andrew Bennett). Allí descubre qué es sentirse querida y atendida.

Con gran paciencia y apoyo por parte de sus tíos, la niña consigue confiar por primera vez a otras personas y transmitir a través de su lenguaje corporal la alegría que caracteriza a la infancia. La ganadora del premio del jurado en la Berlinale 2022 y de la Espiga de Plata en Valladolid, arroja un mensaje que transciende su excelencia técnica: recibir malos tratos en la infancia no nos condena a ser adultos infelices.

Búscate buenas compañías si tus padres no fueron los mejores.

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Fotograma «The quiet girl» (Foto: La Aventura Audiovisual)
  • La puerta abierta (Marina Seresesky)

La directora de Empieza el baile decidió denunciar la transmisión transgeneracional del apego en La puerta abierta, con Carmen Machi (Rosa) como protagonista y Terele Pávez (Antonia) como madre desmoralizante. Algo se remueve en Rosa cuando, tras la muerte de una vecina del bloque, se encuentra con la pequeña huérfana Lyuba (Lucía Balas).

“Me has arruinado la vida, ¿quieres arruinársela a ella también?” Con esta frase, la protagonista nos deja claro que no está dispuesta a ser una madre como Antonia, y, en medio del caos de precariedad y persecución policial en el que se encuentra, decide cuidar a la pequeña. Así es como Rosa hace frente a su apego desorganizado y comienza a reparar una infancia dolorosa, acompañada de una niña con la que se identifica. Ambas comparten un pasado negligente y violento.

Dar el amor que no hemos recibido repara las heridas del pasado.

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Fotograma de ‘La puerta abierta’ (Foto: Pirámide Films)

Fuentes

  • El apego y la pérdida (Bowlby, 2023)
  • Los buenos tratos a la infancia (Barudy, 2009)
  • Los patitos feos (Cyrulnik, 2013)
  • El apego en psicoterapia, (Wallin, 2012)