Cisne negro de Darren Aronofsky es El lago de los cisnes hecho cine, es la única adaptación que se ha hecho en la historia del séptimo arte, que recuerde en el momento de escribir este artículo, de un ballet y es una de las grandes películas de nuestro tiempo. Trataré de mostrar por qué comentándola.
La película abre de la misma forma que el ballet, con el prólogo en el que Odette, convertida en cisne, baila con Rothbard, el villano de la historia, anticipando el destino trágico de lo que se está a punto de presenciar. Aronofsky, desde esta primera escena, sienta las bases de cómo va a filmar el baile a lo largo de toda la obra: como un proceso íntimo, desgarrador y emocional, con planos cortos y constantes movimientos de cámara que sumergen de lleno al espectador en lo físico del ballet y en la psicología de Nina, la protagonista.
A partir de aquí la película establece su narración: Nina quiere conseguir el papel de la reina cisne sea como sea y para ello empujará sus límites tanto psicológicos como físicos. Todo esto está narrado con la misma estructura que el lago de los cisnes: Nina (personificando a Odette) se enamora, metafóricamente hablando, del director de la compañía (Sigfrido) y este cae preso del hechizo de Lily (Odile). Es decir, en esta película lo que se adapta no son los temas de El lago de los cisnes, sino su estructura narrativa y personajes y, en especial (como se ha visto en el primer párrafo) la potencia emocional del ballet.
Esta voluntad de realizar una película que transporte la forma del ballet a la forma del cine se hace especialmente patente en el clímax de la película: la noche del estreno de El lago de los cisnes. Aquí se le muestran al espectador tres bailes: el baile del cisne blanco, el baile del cisne negro y el baile final del suicidio de Odette. Aronofsky, en los tres bailes, filma a Nina desde las entrañas, llevando al límite el concepto que había comenzado a exponer en el prólogo, se recrea en cada movimiento, tanto de piernas como de brazos, transportando así al espectador al esfuerzo catártico que le supone el baile a Nina. Finalmente Nina, como la Odette de El lago de los cisnes, se suicida en su último acto sublime (“It was perfect”).
En Cisne negro Darren Aronofsky logró su película más medida y adecuada a aquello que deseaba contar (tal vez porque el guion de la película no es suyo y su principal talento está en la dirección) y lo hizo porque entendió lo profundo de los temas que trataba (la obsesión por la perfección, el amor imposible) y los articuló a través del magistral traspaso formal de un arte (la danza) a otro (el cine).