Este artículo es un análisis de lo ocurrido en la segunda temporada de Merlí. Contiene SPOILERS.
Merlí ha llegado al final de su segunda temporada dejando diversas tramas abiertas. Esta segunda temporada ha tenido buena crítica y ha gozado de una buena recepción por parte del público. Ha dado pie a desarrollar a más personajes con respeto a la primera temporada, y sin duda, prácticamente todos los personajes están a un punto distinto de cómo empezaron esta segunda entrega. Sin duda, estos últimos capítulos nos han dejado con escenas que difícilmente vamos a olvidar, en especial, la despedida de Bruno (David Solans).
Pero no sólo el taxi que llevó a Bruno al aeropuerto de Barcelona para irse a Roma ha marcado esta temporada. Héctor Lozano, creador de la serie, se ha atrevido con una infinidad de tramas que volveremos a disfrutarlas en la tercera temporada. Sin duda, si tuviéramos que resaltarlas todas, podríamos hacer esta página web eterna: el trauma de Oliver (Iñaki Mur) con la muerte de su hermano, la situación económica en casa de Pol (Carlos Cuevas), la relación de Merlí (Francesc Orella) y de Gina (Marta Marco), la personalidad de Ivan (Pau Poch) tras superar su agorafobia, la regresión de Joan (Albert Baró), los problemas familiares de Marc (Adrian Grösser)… Sin duda, hemos sido testigos de muchos momentos este año en Merlí: algunos marcarán parte de la tercera temporada de la serie, mientras otros, ya están grabados en la retina del seguidor de esta ficción durante mucho tiempo.
El adiós de Bruno Bergeron
Que la marcha de Bruno no escenifique toda la segunda temporada, no significa que su adiós no sea ‘el momento’ o al menos, uno de los más recordados. Casi sin quererlo, Bruno fue uno de los protagonistas de la primera temporada, contando con más minutos que otros personajes de su clase y desarrollando una de las tramas principales de la serie. Pero pronto vimos que esta segunda temporada esto no seguiría igual. Bruno había tenido una gran visibilidad en la primera temporada y sin duda, ahora, salía mucho menos. En algún capítulo, tan sólo en un (triste) plano. Hasta que Coralina (Pepa López) le propuso de irse a vivir a Roma, saltaron las alarmas para los más sufridores. «¿Cómo se va a ir Bruno?», se preguntó Twitter durante tres semanas.
Y ya sabemos que en Merlí no iba a verse a Pol corriendo hacía al aeropuerto para gritarle a Bruno que se quedara. Si por algo se caracteriza Merlí es por ser auténtica. Y si por algo nos caracterizamos la personas, también los adolescentes, es que tarde o temprano nos vamos del nido. Bruno decidió irse del instituto dónde era más conocido por ser el hijo de un profesor que por ser él mismo. Así que sí, entre lágrimas y la más que probable declaración de amor de Pol (sin palabras, pero sí con un bonito plano) Bruno se fue. Y ya sabemos todos que Merlí no es serie que vaya a permitir que en el minuto uno e la nueva temporada Bruno llame al timbre con todas sus maletas a cuestas.
Coralina, la aparición de una clara antagonista
Está claro que la aparición de Coralina, la nueva jefa de estudios, marca la segunda temporada. Aunque personalmente, he encontrado en ella un personaje menos relevante del que me esperaba al ver el tráiler o las entrevistas previas a la temporada. Coralina ha sido ese personaje que ha unificado prácticamente a todos los seguidores para tenerle un odio cervical por su trato a otros personajes más queridos. La jefa de estudios y posteriormente directora, ha desarrollado lo que venía a hacer: ser una antagonista para el amo y señor de la sala de profesores, Merlí Bergeron.
Desafiándole a él o a cualquiera de sus alumnos supo poner de los nervios a los personajes y al propio espectador. Poco más sabemos de ella más allá de que disfruta destruyendo la felicidad de los demás apoyándose en unas estrictas reglas y quizá algo obsoletas. Eso y que tiene un hijo con el que tiene una relación completamente rota: pero la serie no indaga qué pasó allí y por lo tanto, no justifica la actuación de Carolina en el instituto por problemas personales. El personaje acaba con más pena que gloria, dejando a sus espaldas numerosos episodios de varios enfrentamientos con varios alumnos y profesores. Y sí, personalmente, esperaba algo más que ella.
La aparición estelar de Quima
Quima (Manel Barceló) es ese personaje que tan sólo salió en un capítulo pero que todo el mundo cambiaría por Coralina sin pensárselo una milésima de segundo. Quima apareció en el séptimo capítulo con la excusa de que tenía que hacer una substitución, aunque realmente hizo acto de presencia para tener un capítulo que nos permita hablar con quién queramos del género, sus roles y la norma que nos imponen. Y es que Quima tenía un DNI que decía que supuestamente, ella se llamaba Joaquim. Evidentemente, esto le generó un conflicto a Coralina y se empeñó en hacer desaparecer el género de Quima bajo los papeles burocráticos o invitándole a vestir con una americana. La valentía de un personaje de Quima, junto al partido de fútbol con los roles de géneros cambiados convierten la aparición de Quima en estelar dentro de Merlí, y con los años, que no nos extrañe que encontrarla cómo uno de los mejores momentos que ha vivido el prime time de la televisión autonómica catalana.
Las chicas piden protagonismo
La primera temporada de Merlí fue criticada por el poco protagonismo que había dado a sus personajes femeninos. La introducción de Coralina y la participación de las más jóvenes en las tramas principales de la serie han redirigido un poco la situación.
Por fin, esta segunda temporada hemos podido conocer más a Tània (Elisabet Casanovas), que ya lo estaba pidiendo a gritos. Por fin hemos podido conocer sus inseguridades y hemos podido ver cómo se relaciona con los chicos y no sólo irle a hablar de ellos. La trama amorosa que se prevé que tendrá con Pol en la tercera temporada tiene pinta de ser una delicia para los amantes del ‘quiero y no puedo’.
También hemos contado con la incorporación de Oksana (Laia Manzanares) una chica que vive su sexualidad sin estar pendiente ni de los estereotipos o tabués y que venía con una bomba de relojería debajo del brazo: tiene 19 años y es madre de un adorable hijo.
Probablemente, a la que hemos visto más cambiada es a Berta (Candela Antón). Esa chica fría y esquiva de la primera temporada que en esta segunda la vemos muy insegura de si misma, en gran parte, por los comentarios despectivos que hace Coralina de ella. Y hay que decirle que le sienta muy bien el cambio, ya que su personaje es mucho más interesante esta segunda entrega, tomando más relevancia.
El homenaje a The Breakfast Club
El noveno capítulo de esta segunda temporada de Merlí, un homenaje a The Breakfast Club. Es un capítulo para enmarcar y que sirve para abatir cualquier comentario que pueda decir que Merlí sólo va de algunos adolescentes que de vez en cuándo protagonizan escenas subidas de tono. De una buena adaptación sale un buen capítulo que sin duda, cuenta una de las mejores historias de Merlí.
La sexualidad, sin etiquetas
Una temporada más, una de las identidades de la serie sigue intacta. El mundo no es ni tan sólo blanco ni tan sólo negro. Y Pol se lo dice bien claro a Bruno. «Bruno, no me pongas etiquetas», le pide en uno de los episodios. Merlí sigue siendo aquella serie que da visibilidad al colectivo LGTB con una naturaliad brutal, y que se atreve al ir más allá introduciendo el famoso debate de las ‘etiquetas’ o del mote ‘heteroflexible’, una realidad aún desconocida.