Pocas series se han comentado más y en mayor profundidad que Seinfeld. La célebre sitcom que va sobre nada (“the show about nothing”) es historia de la televisión, y, a pesar de que este mes se han cumplido la friolera de 30 años desde el estreno de su episodio piloto, pocas series han envejecido en tan buena forma. Sus temas, humor y personajes no solo influyeron en el modo de crear nuevas producciones televisivas a partir de los 90, sino que hoy la comedia de Larry David puede presumir de mirar sin complejo alguno a los ojos a las nuevas series en plena era de las plataformas de streaming.
Obviando, claro está, la estética, técnica y referencias sociales empleadas en la serie, – algo puramente intrínseco al contexto de cada obra -, Seinfeld sigue sorprendiendo hoy día por los mismos motivos que le valieron para triunfar entre 1989 y 1998. La comedia, en apariencia planteada de una forma clásica – esto es, cuatro amigos jóvenes, Jerry Seinfeld, George Costanza, Kramer y Eleine Benes, que discuten sobre vida y trabajo en Manhattan y se reúnen en una cafetería y en un apartamento -, dejó huella por darle la vuelta al calcetín de la comedia y llevarle contraria al “manual de sitcom” del momento (y que aún hoy se mantiene en gran parte de las comedias televisivas).
La amoralidad como moraleja
Cuando uno finaliza un episodio de una sitcom, lo habitual es sentir una pizca de optimismo. Las dificultades y conflictos con los nos hemos sentido identificados durante esos 20 minutos se resuelven, de una forma más o menos patética, con un halo de esperanza. La archiconocida lección de vida, pensada para dejar un buen sabor de boca en el salón familiar una vez apareciesen los créditos finales. Los personajes aprendían de sus errores, existía una moraleja en la historia y, en las comedias más elaboradas, había una cierta evolución de la personalidad.
Todo esto se rompe en Seinfeld. En un contexto en el que las reglas de la sitcom estaban mucho menos difuminadas que ahora, Larry David y su equipo decidieron crear personajes despreciables, faltos de moral, donde cualquier resquicio de buena voluntad entre ellos fuera anecdótico. Al contrario de otros referentes del género como, Friends, o más actuales como Big Bang Theory o Modern Family, en Seinfeld las tramas quedarían resueltas sin moraleja, sin lecciones aprendidas.
Jerry, George, Kramer y Eleine eran amigos por una extraña rutina moderna, porque les unía una visión tremendamente cínica de las relaciones sociales y del mundo absurdo en el que se movían. Amistad, amor, generosidad…eran palabras que tachadas tanto del guion de esta sitcom como del corazón de sus propios personajes. Las emociones no sirven para enseñar, sino para mostrar lo ridículo de nuestro día a día, sin pretensiones de generar conciencia moral alguna. Algo que se acerca más a la vida cotidiana, ¿o no?
Construyendo desde lo femenino
Nunca fue secreto alguno que el personaje de Eleine Benes de la maravillosa Julia Louis-Dreyfus no iba a estar en Seinfeld (de hecho, no aparece en el episodio piloto). La propuesta por parte de la NBC a Larry David y Jerry Seinfeld de incluir a un personaje femenino en la serie no sentó bien: trastocaba el planteamiento inicial de que la comedia girara en torno a tres hombres, además de que suponía una dificultad extra en cuanto a guion y dinámica. Porque, “¿quién diablos sabe cómo escribir a un buen personaje femenino”, debieron pensar.
Fue seguramente esta incapacidad, o falta de voluntad, por tratar a una mujer en comedia, la que contribuyó a crear el que seguramente sea uno de los mejores personajes femeninos de la pequeña pantalla. Porque si la NBC quería incluir a Eleine Benes para que constituyera un polo de tensión sexual y emocional para el protagonista de la serie – algo canónico para las sitcom aun hoy día -, el nerviosismo en la mesa de guion para que esta dinámica funcionase hizo que no lo hiciera finalmente. ¿Un fracaso? En absoluto.
La consecuencia fue despojar a Eleine de los atributos y características que definían (y ataban) a los personajes femeninos de la época. El resultado sirvió para da luz a un personaje fresco, rompedor y completo, cuyo éxito radicaba en la simpleza de que era tratado el mismo modo que el resto de personajes masculinos. Eleine no sería una herramienta para la seducción, no sería un mito erótico. Pero no por ello carecería de una libertad sexual absoluta, con una independencia vital total. Masturbación, aborto, menstruación, ligues, vida laboral plena…Julia Louis-Dreyfus dio un paso de gigante a la hora de configurar en ficción a la mujer real y libre de clichés y tabúes.
La nada de lo cotidiano
Es también de sobra conocido que Larry David y Jerry Seinfeld vendieron la serie a la NBC sin mucha idea de lo que estaban vendiendo. Es famosa (y autoreferenciada en la propia serie) la anécdota de cómo presentaron su proyecto como “a show about nothing”, una declaración de intenciones quizá más accidental que calibrada y que sorprendió a los ejecutivos del canal.
Cuando en el primer episodio de Friends¸ Ross conoce a Rachel, la serie te pide que te prepares para el desarrollo de una trama que se moverá a lo largo de la serie. Y mientras esta dure, aparecerán más y más historias en paralelo que buscan atraparnos. Si bien el género sitcom es uno de los que menos importa la continuidad de la historia, siempre ha existido un motor que guíe a sus personajes para que separen a la serie de una sucesión descontrolada de gags – como pasa más a menudo en la animación -.
Y, sin embargo, Seinfeld logra que los términos clif-hanger o season finale pierdan todo su brillo. Si la serie no te iba a dar lecciones de vida, ¿por qué habría de presentarte una historia que seguir? La decisión de no plantear un hilo conductor era sin duda arriesgada. Sin tensión sexual entre los dos protagonistas, sin amenazas externas y sin cambios sustanciales en las vidas de sus personajes, ¿por qué ver el siguiente episodio?
Larry David te lanzaba una promesa cuando acababas un episodio: quédate para el siguiente, porque verás de forma distinta un nuevo aspecto de tu anodina vita cotidiana. Porque la serie no te daría una historia de amor que te conquistase, ni te tendría al borde de los nervios porque a un personaje le fuesen a despedir. Seinfeld te haría sonreír la próxima vez que tuvieras que esperar a que una mesa de un restaurante quedase libre para ti.
¿Por qué sigue sorprendiendo entonces Seinfeld?
Porque todos los aspectos ya comentados – amoralidad, buenos personajes femeninos y ridiculez de lo cotidiano – siguen sin ser tan habituales en las comedias tradicionales. El género sitcom hasta la fecha ha cambiado mucho en cuanto a forma (risas enlatadas, escenarios, roles) pero poco en contenido. El giro que dio Seinfeld fue prácticamente un experimento que trastocó las bases de un género hace 30 años y que, aún hoy, sigue siendo una excepción.
https://www.youtube.com/watch?v=EQnaRtNMGMI&t=51s