vortex

‘Vortex’, otro Gaspar Noé

Título original: Vortex

Año: 2021

Duración: 142 min.

País: Francia

Dirección: Gaspar Noé

Guión: Gaspar Noé

Fotografía: Benoît Debie

Reparto: Dario Argento, Françoise Lebrun, Alex Lutz

Productora: Coproducción Francia-Bélgica-Mónaco; Rectangle Productions, Wild Bunch, Les Cinemas de la zone, KNM, Artemis Productions, Srab Films, Les Films Velvet, Kallouche Cinéma

Género: Drama | Vejez / Madurez. Enfermedad

Ficha en Filmaffinity

Han pasado dos años desde el estreno de Lux Aeterna y Gaspar Noé vuelve a estar en boca de todos con un radical cambio de estilo que deja patente desde el inicio de los créditos iniciales. Vortex es el título de su último largometraje y se estrenará de la mano de la plataforma Filmin.

Como hemos sabido en palabras del propio Noé, la cinta está fuertemente marcada por la muerte de su madre y la grave hemorragia cerebral que padeció el director en 2020 y que casi acaba con su vida. El resultado: una cinta devastadora y, presumiblemente, su obra más personal hasta el momento.

Derivado del término latino vortex, un vórtice es un concepto que se utiliza para la denominación de un fenómeno que rota con una cadencia en sentido de espiral, como un torbellino. El filme de Noé nos retrata la demencia haciendo uso de esta metáfora y presentándonos la enfermedad como una fuerza implacable capaz de convertir la rutina en un bucle plagado de impotencia y sufrimiento que arrastra consigo no solo al enfermo sino también a aquellos que le rodean.

Para reforzar esta concepción y empujar al espectador a esta cotidianidad caótica, Noé opta por reducir el espacio fílmico a un minúsculo ecosistema (aunque repleto de detalles) en el que nos aísla junto a la pareja protagonista, que acapara prácticamente en solitario la totalidad de los minutos en pantalla. Una obligación de convivencia fuertemente contrastada con la técnica de montaje de pantalla dividida; una disrupción infranqueable que representa la alienación como consecuencia de la enfermedad, capaz de erosionar las relaciones más puras.

El realizador argentino decide dejar de lado la estética contundente, el frenetismo y la violencia características de sus últimas obras en pos de una fórmula sosegada que delega la importancia narrativa y el peso emocional en la interpretación de los actores.

La octogenaria pareja protagonista encarnada por los experimentados Dario Argento y Françoise Lebrun soporta con maestría la carga asignada y sobrecogen al público que se ve obligado a permanecer inmerso en la sobriedad exacerbada de la repetitiva, lenta, plagada de interminables silencios, anticlimática y, en definitiva, incómoda propuesta.

No obstante, elementos estéticos como la saturación de los colores, la iluminación fuertemente basada en el contraste de claroscuros y los movimientos de cámara, nos impiden olvidarnos de la autoría del filme y nos transportan, esta vez de una forma muy distinta a la que estamos acostumbrados, al lisérgico universo cinematográfico del realizador.

Cabe destacar el papel secundario de Alex Lutz (Guy), quien da vida al hijo de la familia. Su figura refuerza más aún la impotencia externa ante la incapacidad de frenar el desvanecimiento de cuerpo y mente que inevitablemente trae consigo el paso del tiempo y que estamos obligados a presenciar, primero, en las carnes de nuestros seres queridos.

En definitiva, aún sin sexo, sangre, ni violencia física, Vortex se postula como una de las obras más severas y duras de ver de la filmografía de Gaspar Noé; con todo lo que esta afirmación implica.

Lo mejor: ser testigos de esta nueva faceta íntima y demoledora del mítico director argentino-francés. La brutal eficiencia de la pantalla partida.

Lo peor: pese a su utilidad narrativa, la extrema lentitud y los tan esporádicos puntos de interés, encontrarán sin duda detractores entre los amantes del cine de Gaspar Noé.

Nota: 9/10