‘Una serie de catastróficas desdichas’ ¿Por qué no deberías ‘dejar de mirar’?

«Si os gustan las historias con final feliz os habéis equivocado de sitio. Esta no solo no lo tiene, sino que tampoco tiene un buen principio y lo del medio no es mucho mejor», es con esta sugerente frase con la que da comienzo la primera joya del año que nos ha dejado Netflix. Hablamos de la nueva adaptación, esta vez en forma de serie, de las trece novelas que cuentan las desventuras de los hermanos Baudelaire: ‘Una serie de catastróficas desdichas’, cuya primera temporada se estrenaba completa el pasado viernes 13 de enero (no sabemos si siguiendo una estrategia publicitaria o por simple coincidencia) en la plataforma digital. Tras haber visionado los ocho capítulos que componen la temporada en tan solo dos días, hoy os doy unas cuantas razones por las que deberíais de hacer caso omiso a las advertencias y si que deberíais seguir mirando esta historia:

1. Lemony Snicket

He de decir que cuando vi en el piloto que el narrador no era una simple voz en off sino que era interpretado por Patrick Warburton (‘Reglas del compromiso’,’Seinfeld’) me chocó bastante. Sin embargo, poco a poco te vas adaptando a su presencia de tal manera que su aparición para interrumpir la historia en un punto álgido de tensión dramática, con el fin de crear más suspense o sus ingeniosas aclaraciones educativas (no olvidemos que estamos ante una serie pensada para todos los públicos y a veces es necesario hacer una pausa para aclarar ciertas expresiones complicadas) llegan a resultar hasta cómicas. Además, si como yo habéis leído las novelas, sabréis que el seudónimo usado por Daniel Handler es un personaje más de esta saga y saber quiénes son él y su amada Beatrice y qué relación tienen con los Baudelaire son dos de los grandes misterios que incitan al lector a continuar su lectura. Esto es un punto a favor de esta adaptación en comparación con la película del 2006, puesto que en esta última Snicket aparece escasos minutos y no llega a conectar con el espectador. No obstante, en la ficción de Netflix, ver como Lemony se va moviendo discretamente por los mismos escenarios en donde con anterioridad estuvieron los tres hermanos, con el fin de investigar en secreto sus desdichas, invitan al espectador a continuar la serie para conocer más a este personaje y la razón por la cual le interesan tanto los huérfanos. Además que introduzcan cada dos capítulos las dedicatorias de este a su amada pero difunta Beatrice, además de que el haga mención a ella en varias ocasiones durante su narración, nos hace interesarnos también por la historia de este personaje de aire misterioso.

2- Su intro y su campaña de promoción

‘Look away, look away’ este es el reiterativo aviso que nos lanzan en la excesivamente pegadiza canción de la intro, cuya letra central varía cada dos episodios. Esto tiene una explicación ya que han dividido en dos ‘actos’ cada libro de los cuatro que se han adaptado en esta primera temporada. Por lo tanto, cada dos capítulos se adapta la intro con nuevas imágenes y unos versos muy pegadizos que atrapan al espectador para hacernos una pequeña e atrayente introducción de cual será la nueva desventura a la que tendrán que enfrentarse los huérfanos. Precisamente en llamar la atención del público se ha centrado toda la campaña que Netflix ha utilizado con el fin de promocionar la ficción. Como los humanos somos rebeldes por naturaleza, cuanto más nos adviertan de los peligros de una cosa mayor será nuestra curiosidad por lo prohibido. Tuits, anuncios o post de Facebook, incluso la propia intro o el narrador de la serie, nos advertían de que si queríamos evitar desgracias no debíamos ver esta serie y claro nuestra desobediencia natural nos hace no poder dejar de mirarla.

3. Los Baudelaire

Otro de los puntos fuertes de esta serie son las magnificas interpretaciones de sus protagonistas. Malina Weissman, Louis Hynes y Presley Smith, a pesar de ser nóveles, hacen tan creíbles sus respectivos papeles que consiguen que conectemos de lleno con sus personajes. De esta forma incitan al espectador a adoptar una actitud tierna y sobreprotectora, casi actuando como los padres que los Baudelaire acaban de perder. En seguida, deseamos poder proteger a la ingeniosa inventora, el ávido lector y la tierna bebé con dentadura de tiburón de todas las maldades y desdichas que se ciernen sobre ellos. Una de las cosas que más llamaron mi atención es la expresividad de la pequeña Presley, la cual, junto la creativa imaginación de los guionistas para traducir sus aportaciones sonoras, dan lugar a los momentos de mayor comicidad de esta ficción.

 4. Neil Patrick Harris

Y si de interpretaciones excelentes hablamos no podemos dejar de nombrar al fantástico nuevo conde Olaf. Daniel Handler, autor de la saga y co-director de esta producción tuvo claro desde un primer momento que quería a Neil Patrick Harris para este papel desde que lo vio cantando en tono satírico en la gala de los Tonys. No obstante, las comparaciones son odiosas y muchos fans de la adaptación cinematográfica han criticado la serie precisamente por considerar que Neil no aporta la vis cómica que caracterizaba al personaje interpretado por Jim Carrey; he de decir, sin embargo, que es precisamente esa disminución de la comicidad lo que hace espléndida su interpretación. Este nuevo Conde Olaf es mucho más terrorífico, obsesivo y repugnante algo con lo que, aunque puede disgustar al público más sensiblero, es mucho más fiel al personaje de la saga. A todo ello hay que añadir el talento musical y teatral del actor que no le viene nada mal a la hora de interpretar a un personaje que a su vez ‘intenta actuar’ como otros para ocultar su verdadera identidad (aunque la falta de talento del conde al hacer esto también es capturada a la perfección por Neil). Para no perderos ninguno de los matices que aporta el actor a las distintas personalidades bajo las que se oculta Olaf os recomiendo ver la serie en versión original. En el doblaje al castellano estas genialidades se pierden y, aún es más, el doblador de Neil Patrick Harris le pone la misma voz y tono que cuando este interpretaba a Barney Stinson en ‘Como conocí a vuestra madre’. Esto puede despistar al espectador y hacer que no deje de ver a Barney en cualquiera de las intervenciones de Olaf.

5. Su impresionante imagen y decorados

La historia de los hermanos Baudelaire quiere recordarnos que los finales felices son tan solo un cuento ficticio. Por eso cuando más esperanzados estamos soñando con que los huérfanos por fin resuelvan sus problemas y sean felices, nos golpean con la desesperanzadora y amenazante realidad para hacernos poner de nuevo los pies en la tierra. Esta contraposición entre lo real y lo fantástico inunda tanto sus decorados como su cuidada fotografía. Un llamativo contraste entre los tonos pastel que acompañan tanto a los niños como a todos aquellos personajes que pretenden hacer algo para ayudarles (la jueza Strauss, el tío Monty, el camarero, la secretaría de Pou, etc) que se oponen a los tintes grises y negros que cubren los escenarios por los que se mueven el Conde Olaf y su troupé, así como la oficina del señor Pou. Esta oposición entre lo puro y amable que choca con lo sucio y lo cruel, está tan trabajada. tanto en el guión como en la imagen, que haría deleitarse hasta a los fans del cine de Wes Anderson (‘El Gran Hotel Budapest’). Cabe destacar también que casi el 100% de la escenografía empleada en cada una de las tramas se ha construido de cero única y exclusivamente para esta ficción. El encargado de idear y hacer realidad estos sets ha sido Bo Welch, nominado al Oscar en varias ocasiones y quien ha participado en filmes como ‘Bitelchús’ o ‘Men in Black’.

En definitiva, no esperéis una nueva ‘Breaking Bad’ o ‘Narcos’ puesto que su director Barry Sonnenfeld, conocido por producciones como ‘Men in Black’ o ‘La Familia Addams’, no busca una serie de culto sino un entretenimiento para toda la familia. Un producto que , bajo su punto de vista, se ha dejado de lado en la producción de ficción televisiva de los últimos años. Las series actuales se centran en el público infantil o en el adulto, pero en muy rara ocasión en ambos. Si vais con esa idea en la cabeza entenderéis mejor ese aire naif y esa apariencia explicita tan mencionada por los sectores críticos hacia la serie. Será entonces cuando podréis disfrutar de esta ficción que, aún tomándose sus licencias, adapta con bastante fidelidad la serie de libros prestando mucha más atención que su predecesora adaptación cinematográfica a todos los detalles, al simbolismo y a las distintas subtramas. De esta forma consiguen hacer que la historia sea cada vez más enrevesada, capturando así al espectador que será incapaz de dejar de mirar las desdichas de los huérfanos Baudelaire.