‘Toro Salvaje’, la violencia escondida de Scorsese

Créditos iniciales. Podemos apreciar a un Jake LaMotta nervioso pero desplazándose de forma grácil alrededor del cuadrilátero. Un reflejo de la calma justo antes de la tormenta de puños. La imagen de una bestia enjaulada a punto de devorar a su presa. Pero hay algo que no tenemos claro. ¿A quién se va a enfrentar LaMotta? La respuesta la obtendremos a lo largo de todo el film. Su oponente siempre ha sido él. Sus complejos. Y la única manera de apaciguar esa rabia interna es en el ring. Toro Salvaje (1980) es la historia de un hombre perdido y obcecado.

Esta narrativa de fracaso fue la ruina del verdadero Jake LaMotta. Y, sin embargo, supuso la liberación y el ascenso de un, por aquel entonces, drogadicto Martin Scorsese. A finales de los setenta, el director italoamericano se encontraba enfrascado en un infierno sin salida de sustancias prohibidas y depresión. Por suerte, tuvo que llegar su amigo Bob (Robert de Niro), con quien ya había trabajado en Malas Calles (1973), Taxi Driver (1976) y en New York, New York (1978), a sacarle de ese ciclo sin fin.

Tras leer el libro autobiográfico del famoso boxeador, Scorsese se sintió inmediatamente identificado. Ambos criados en sendos hostiles barrios de Nueva York, educados en la violencia contenida de barrios siempre a punto de estallar. Scorsese decía que para poder sobrevivir allí, uno tenía que ser o gángster o cura. Y el joven Martin no poseía ni el valor para lo primero ni la hipocresía para lo segundo. Además, siempre fue un chico enfermizo y frágil, lo cual le inhabilitaba aún más para esas labores. Por todo ello, es bien conocido que las dos grandes temáticas en su cine son la violencia y la culpabilidad cristiana. Es decir, los dos grandes factores definitorios de su infancia y desarrollo.

Scorsese es el maestro indiscutible a la hora de mostrar a protagonistas que no son precisamente modelos de buena conducta. Toro Salvaje no es una película de boxeo, sino una película que narra la incapacidad de LaMotta para lidiar con su rabia y sus inseguridades. El cuadrilátero se convierte para él en su sacramento. En el reflejo de su estado emocional, de su inestabilidad. En una sala de confesión y de redención.

Robert de Niro ganó el Oscar a mejor intérprete por Toro Salvaje.
Robert de Niro ganó el Oscar a mejor intérprete por Toro Salvaje.

Aquí De Niro realiza la mejor actuación de su extensa carrera. Su implicación con el personaje, el duro entrenamiento para conseguir grandes cambios físicos y su íntima relación con el auténtico, resultan en la inolvidable y aterradora figura de una persona desquiciada. Se dice que incluso realizó varios combates en la categoría de peso medio, y el propio LaMotta dijo de él que era uno de los veinte mejores boxeadores de dicha categoría que había visto.

Es curioso que, tratándose de una cinta de boxeo, la verdadera violencia siempre se encuentre fuera del ring y no dentro. La neurosis del protagonista se palpa (gracias a la maestría del director y al buen hacer de De Niro) cuando trata con sus dos mujeres y con su hermano, a los que maltrata e incomoda tanto como le es posible. Porque la única manera de aceptarse es sentir que sigue por encima de aquellos que le rodean. De este modo, LaMotta acaba saboteando su propia vida sin darse cuenta.

Para Jake, una mujer solo tiene dos formas vitales: la virgen y la ramera. Y a él le gustan las inocentes. Por tanto, si has dejado de ser de las primeras, automáticamente pasas a convertirte en una buscona infiel y desagradecida. A Vickie (Cathy Moriarty), su segunda esposa, al principio la observa como una diosa inalcanzable, aún prístina por su juventud. Sin embargo, cuando consigue una relación con ella, su inseguridad y su baja autoestima provocan unos tremendos arrebatos de furia y celos.

A pesar del odio que profesamos hacia LaMotta durante toda la película, cuando se baja el telón, el sentimiento más preponderante es de pena. Porque todos nos hemos visto alguna vez inmersos en la rabia y el enfado y nos hemos sentido culpables después por no haber podido controlarlo. Hemos apartado a muchas personas cercanas por dejar salir nuestras más primitivas emociones. Al final, Jake sabe que se ha quedado solo por su culpa. Es él quien ha echado a los demás de su vida por volcar en ellos sus inseguridades.

Esta película ofrece un aviso a navegantes. ¿Hasta donde eres capaz de llegar por un ataque de violencia?