The Equalizer 3

‘The Equalizer 3’, justicia made in Washington

Título original: The Equalizer 3

Año: 2023

País: Estados Unidos

Dirección: Antoine Fuqua

Guion: Richard Wenk

Fotografía: Robert Richardson

Reparto: Denzel Washington, Dakota Fanning, David Denman, Gaia Scodellaro, Brunno Bilotta, Eugenio Mastrandrea, Remo Girone, Andrea Scarduzio, Andrea Dodero

Productora: Columbia Pictures, Escape Artists, Eagle Pictures, ZHIV Productions, Sony Pictures

Género: Thriller, Acción

Ficha en Filmaffinity

Se abre el telón. Aparece Denzel Washington sentado en una bodega junto a dos hombres que le apuntan con sus respectivas armas. ¿Cómo se llama la película? Pues The Equalizer 3… Si esperabas un remate humorístico, es que no sabes que esto es una crítica sesuda, así que espabila. Pero volvamos a lo que (no) nos interesa.

En efecto, de dicha forma da comienzo la tercera y última entrega dirigida otra vez por Antoine Fuqua, que sigue las desventuras justicieras de Robert McCall, aquel semiautómata ex agente del gobierno que ahora imparte su ley sobre justos y pecadores. Esta vez en la plomiza y cegadora Sicilia (Robert Richardson aquí parece una mala imitación de sí mismo), dónde nuestro espectral e implacable protagonista activará el cronómetro sobre la Camorra y sus socios los terroristas yihadistas (por si lo primero era poco).

Y si en The Equalizer (2014) se apostaba por una entretenida recuperación del género del thriller justiciero setentero de videoclub, y en The Equalizer 2 (2018) por dar profundidad a su protagonista de la manera más soporífera y pretenciosa posible para su director, aquí el otrora artífice de Training Day (2001) o Shooter: El tirador (2007) opta por continuar la senda del pecado original de la trilogía al completo: tomarse demasiado en serio a sí misma. O al menos en sus mayoritarios momentos de calma y de diálogos de relleno con ínfulas de gravedad dramática que vuelve a caer en saco roto.

The Equalizer 3
Fotograma de ‘The Equalizer 3’ (Foto: Sony Pictures España)

Otro cantar es su tratamiento de la violencia. Tan expeditiva como sangrienta, consigue sacar mucho más petróleo cinematográfico para sus responsables, volviendo a la escena inicial como ejemplo perfecto o el «climax» en la morada del capo máximo, que también supone una aproximación interesante (como en otros momentos de la saga) al cine de terror. Produciendo un temor que recae sobre la analítica mirada y la mueca desencajada de un Denzel Washington en modo Javier Bardem en No es país para viejos (Coen, 2007).

Por lo que, para sorpresa de nadie, lo mejor de todo este tinglado sigue siendo la presencia de un actor que sigue jugando en otra liga para un director que, aunque ya no demuestre lo magnífico cineasta que es, si ha podido darle carpetazo final de manera digna y coherente a una serie de películas que se acabarán limpiando de nuestra memoria. Todo lo contrario a los chorretones de sangre sobre la camisa de ese forajido negro, calvo y con aires de fascistoide del que yo le he hablado.

Lo mejor: Cuando McCall pide un té pero le traen un café y la camarera le dice que lo primero es sólo para los ancianos y los británicos

Lo peor: Que a la segunda vez ya le traen el té y, honestamente, ¿a quién no le molestaría tanta falta de principios por parte de una camarera?

Nota: 5/10