La serie en cuestión es una propuesta curiosa, a simple vista parece una enmienda para el Nuevo Año. Aquello de adelgazar, aprender inglés o visitar las Siete Maravillas del Mundo… El mantra de «renovarse o morir», literalmente. El protagonista de Mindfulness para asesinos va encaminado a este último propósito, y es en cierta medida lo entretenido de ello. Más allá del bombo de la psicología positiva y demás.
Hay que reconocer que la premisa tiene cierto sentido por muy cínico y escéptico que se pueda ser ante todo este tipo de planteamientos. Eso de los pensamientos positivos, el marketing del ‘coaching‘ y la autoayuda. Grandes fuentes de ingresos en una incipiente industria del bienestar y la felicidad en la que pululan todo tipo de personajes.
Cambiar tiene sentido, no obstante. Llegar tarde siempre a casa, faltar a los compromisos familiares, tener un trabajo que odias… Cómo lidiar con la exigencia de conciliar en los diversos ámbitos de la vida, la añadida presión en el entorno laboral, y las relaciones sociales… Sin duda, todo un desgaste de la salud mental.
Björn, es la figura central de este problema y de la serie. Es un abogado penalista exitoso, con altos ingresos, pero con un gran problema: no consigue alcanzar la conciliación de la vida laboral con la familiar. Recordando y mucho al protagonista de la noruega Headhunters. Para mayor estrés, su trabajo consiste en solucionar problemas a delincuentes de primer nivel, día y noche. El estrés laboral puede ser una las fuentes principales de incomodidad en la vida de una persona, así que añadámosle tratar diariamente con la mafia.

Pero, ¿qué es eso del ‘mindfulness‘? De igual forma que nuestro avispado protagonista, muchos de los telespectadores de esta serie desconocerán el concepto. Por ello, cuanto menos, la serie sirve para aprender algo de esta técnica para alcanzar la conciencia plena: la paz interior y armonía exterior.
¿Es un refrito esotérico, un entrenamiento de tu propio bienestar, ejercicios físicos y mentales? La realidad es que además de las peripecias de Björn ingeniándoselas con los esbirros de Dragan, con situaciones cómicas de buen humor negro, hay ciertos destellos con los consejos e indicaciones del psicólogo Dr. Breitner para instruirse en esto del ‘mindfulness’. Y es que la miniserie sirve de breve seminario para adentrarse en la técnica de la atención plena, en concentrarse en el aquí y en el ahora. Otra de esas terapias peligrosas, como sucedía con Robert DeNiro y Billy Crystal. U otro iracundo como Adam Sandler y su terapeuta Jack Nicholson en Ejecutivo agresivo.
El gran cambio para Björn proviene de este «arte» de ser consciente, de trabajar la concentración que evite tener la cabeza en 4 ó 5 sitios diferentes en un mismo momento. Estar mentalmente en otras cosas, en ausencia real de la situación presente. Hay que prestar atención solamente a lo que te rodea. «Crear islas de tiempo» para lo que verdaderamente importa, para dedicarle tiempo a las hijas y no permanecer al teléfono o atendiendo los problemas de unos conflictivos clientes. Ya habrá tiempo para liquidar esos otros asuntos. La verdad es que la idea es seductora y tiene toda la lógica del mundo, mucho más hoy en día con toda clase de dispositivos electrónicos que obligan a estar hiperconectados 24/7. Imposible eso de la desconexión digital y/o laboral.
Ahora bien, a Björn le funciona en parte. No cabe duda que las técnicas de respiración le sirven para controlar y minimizar la ira, el pánico, y otras complejidades negativas. Sin embargo, la determinación no deja de ser más bien drástica. El ‘mindfulness‘ le abre la conciencia, encaminándole eso sí a conciliar a asesinato limpio. ¿¡Fin de los problemas?! La segunda temporada ya confirmada implica que los problemas serán nuevos o diferentes, pero veremos si consigue mantener la serenidad y la respiración en los momentos adversos que se le avecinan.
En definitiva, a cada cual el valorar si es palabrería, un popurrí de ideas de la filosofía budista y otras técnicas orientales. Por contra, es indudable que la serie aporta una solución particular al estrés laboral y una manera de replantearse las cosas, todo en mucho menos de las doce semanas que parecen ser necesarias de terapia. A quien le funcione, bienvenido le sea. Y el concepto de las «islas de tiempo» no está nada mal, ¿no?


