Este artículo forma parte de una crónica del 1er Festival Online de Cine Dirigido por Mujeres, lanzado a través de la plataforma Mujeres de Cine.
Título original: Rêve de mousse
Año: 2018
País: España
Dirección: Elena Molina
Guion: Elena Molina, Isaki Lacuesta, Laura Calavia Safont, Txema Torres Muñoz
Música: Iván Cester
Fotografía: Elena Molina
Reparto: Raquel Batet, Pere Bigas, Max Bordey, Jean-Pierre Coïc, Pablo González, Bruno Valls
Género: Documental
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Esta primera edición del Festival Online de Cine Dirigido por Mujeres está tomando un cariz algo amargo: gran parte de su Sección Oficial está compuesta por documentales, y muchos de estos se giran hacia algunas de las zonas más desfavorecidas del planeta. Después de la Hayati de Liliana Torres y Sofi Escudé, donde las directoras se ausentaban por completo de la narración, llega el turno de Rêve de mousse, una película en la que la vida de la directora es el propio dispositivo narrativo.
El documental, dirigido por Elena Molina y coescrito por Isaki Lacuesta, cuenta la aventura de un grupo de gente, entre ellos la propia directora, que llevan un barco restaurado desde Francia hasta Haití, donde piensan donarlo a los pescadores de uno de los países más pobres del mundo. Es un viaje duro, y el barco en que viajan no está en condiciones óptimas.
Si en la reseña de Hayati, dentro de este mismo festival, comentábamos lo poco apropiado que era dejar el momento más emotivo de un documental para los textos finales, lo que presenta Rêve de mousse es lo contrario: un final tan satisfactorio como desolador; la idea de que, sin importar el esfuerzo individual, los vicios inherentes a este sistema económico hacen imposible reorientar el sistema económico y convertirlo en algo provechoso para los más desfavorecidos.
En Rêve de mousse, los protagonistas, con los que hemos vivido un viaje en barco que roza la locura, consiguen su objetivo. Llegan a Haití. Es un momento emotivo, porque a la vez es enormemente satisfactorio desde el punto de vista narrativo (este viaje, complicadísimo, ha llegado a buen puerto) pero absolutamente desolador en términos intratextuales: el primer islote que vemos de Haití contiene varias casas que parecen poder caerse con que alguien estornude demasiado fuerte.
Es por esto que creo que Rêve de mousse triunfa como documental: abraza el éxito que supone completar su narrativa, pero no se esconde a la hora de mostrar que es bastante posible que ese esfuerzo haya sido en vano. Porque cuando el sistema se esfuerza en privar a los más desfavorecidos de recursos, la acción individual no puede suplir las carencias.
Lo mejor: su final da lugar a una reflexión interesante sobre la acción individual en el sistema capitalista.
Lo peor: aunque es corta, su duración resulta excesiva para lo que cuenta, y los elementos formales cambian a lo largo del metraje.
Nota: 6/10