El padre, el hijo, y Spielberg

“Un día mi padre se vino abajo. Nunca le había visto llorar”. Así cuenta Spielberg un hecho que le habría de cambiar para siempre su visión del mundo, y por ello, la forma de confeccionar su cine.  Ningún artista es ajeno a su propia persona. En toda obra hay siempre, aun con leves trazos, el pulso y el reflejo de una vida. Un buen artista aprovecha esto, tal vez de forma inconsciente, y uno malo, lo intenta ocultar. Steven Spielberg fue de los primeros. Por suerte, se podría añadir.

Cuando la madre de Spielberg se enamoró del mejor amigo de su padre, la familia se rompió. Mr. Spielberg dejó de aparecer por casa –que ya lo hacía poco debido a su intenso trabajo como informático- su madre entró en una profunda depresión, y un imberbe Steven creyó, tal vez por demasiado tiempo, que su padre les había olvidado. Y le culpó de todo. “Sin duda fue la peor época de mi vida”, continúa el cineasta, tal y como rememora ante las cámaras en un documental sobre su propia vida producido por HBO.

Durante 15 años, fue Steven Spielberg abandonó a su padre, como venganza por el supuesto abandono, lo que hizo obsesionarse con su recién descubierta pasión por el cine para huir de su desamparo. Pero claro, ningún artista es ajeno a su propia persona, y este hecho tan dolorosamente cotidiano, marcaría su propia obra.

Al fin y al cabo, ¿qué es E.T, sino la historia de un divorcio y un niño solitario, que se ve forzado a crecer demasiado deprisa y tener que hacer de padre mientras añora al suyo propio? El mismo Spielberg ha admitido que la idea del divorcio y del trauma infantil era central en los primeros esquemas de la fantástica cinta, pero que se dulcificó para contar la historia de” cómo llenar el corazón de un niño solitario”. Sin embargo, merece la pena revisitar ET conociendo los auténticos obstáculos emocionales que soportó Spielberg de niño, y cómo la ausencia de una figura paterna aparece continuamente en el filme.

El drama por la paternidad perdida y el hundimiento de la infancia se convirtieron en tema recurrentes en la filmografía de Steven Spielberg, quien pareció no poder escapar nunca de sus fantasmas.

Porque Tiburón no es sólo la fábula de la naturaleza contra el hombre, ni a la supervivencia, ni mucho menos una monster movie más. Tiburón nos presenta a un padre preocupado, atrapado por su intenso trabajo, pero a la vez ejemplarizando a la figura paterna perfecta, cariñosa y capaz. Lo que tal vez creyó haber perdido el joven Steve.

Su trauma no afectó tan solo a sus primeras películas. Piensen en Jurassic Park (1993) otra monster movie encubierta. En Jurassic Park Spielberg se vuelca para contar la aceptación de la paternidad. Piensen en la evidente transformación del Dr. Alan Grant con los niños a lo largo de la cinta, como el peligro producido por una paternidad fallida (John Hammond y sus aires de deidad) lo obligan a cuidar de unos niños sin mayor referente paterno visible.

Hasta en las secuelas de la saga la paternidad construye la historia. En la irregular El mundo perdido es ahora Ian Malcom (Jeff Goldblum) el que hace frente a la descomposición de la familia mientras en la propia narrativa, una cría de Tiranosaurio es buscada sin descanso por su madre.

Y la lista continúa. Porque no podemos olvidar a Indiana Jones, pilar y ejemplo primero del cine de Spielberg, y como la relación padre-hijo se reproduce una y otra vez en la saga, con El templo maldito ( Indy y el joven Tapón), La última cruzada (Indy y su propio padre, interpretado por Sean Connery)  y hasta El Reino de la Calavera de cristal (Indy y Mutt Williams o Shia LaBeouf con gomina). En cada una de estas películas la recuperación por la relación paterno-filial y su posterior conservación marcan la motivación de los protagonistas.

En El Imperio del Sol, el jovencísimo Christian Bale queda separado de su familia y debe buscarse su propia vida en un ambiente hostil, de guerra y totalmente desconocido. ¡Hasta La guerra de los mundos retrata la lucha de un padre irresponsable en su lucha por reconquistar el amor de sus hijos!

Ningún artista es ajeno a su propia persona, decíamos al principio. Aunque Steven Spielberg ha sabido enriquecer su obra gracias a esto. O si no, vean ET de nuevo.