premios voc 2022

Mi experiencia en los Premios VOC

Era un sábado nublado. Pensamos que iba a llover, pero no llovió.

Todo está preparado para que los espectadores puedan disfrutar de las nuevas promesas audiovisuales. Los Premios Voc de Òmnium Cultural es un proyecto cuya finalidad es estimular la creatividad de contenidos audiovisuales de calidad en lengua catalana. El lugar de encuentro fue Torroella de Montgri. 

El recibimiento fue caluroso. Hubo un preámbulo que daba la apertura correcta a presentar las producciones audiovisuales. Siendo yo espectador lo que más me molestaba al principio era la mascarilla, de hecho me daba rabia no tener palomitas en mi boca como opinamos un colega que me hizo de backup este noche. Siempre que voy al cine eso forma parte del ritual.

Hablando de las producciones audiovisuales empezamos con Herencia, dirigido por Eudald Corominas y producido por Escac Films. Una historia que trata sobre la posguerra en un pueblo de los Pirineos catalanes. Un enterrador (eliminar en vuestra mente la imagen de Undertaker de la WWE) es el foco de atención y una niña…que niña, madre mía, que nos dejará más de una sorpresa.

Las interpretaciones me gustan mucho salvo alguna escena de la niña que no me acaba de convencer, ya que en mi opinión, debería haber habido más emoción en «determinada» escena.

El segundo corotmetraje, Elsa, dirigido por Albert Carbó y producida por Silendum Films, nos cuenta una historia sobre la tolerancia y la diversidad. Una niña de 6 años que quiere ser la reina de su propia vida. Las interpretaciones del reparto son bastante buenas. La trama en ningún momento se hace aburrida. Pero el final… ay el final. Me creó una confusión. Y no creáis que fui el único. Pero no debería contaros, porque va en contra de mis principios daros toda la información con lujo de detalle. La confusión era que la niña en realidad es un chico.

Sintra III, dirigido por Aitor Echeverría e Iván Casajús nos pone el manto de la pérdida. Y qué pesado resulta ese manto. La pérdida de un ser querido hace un punto de inflexión en nuestra vida, como la del protagonista, Óscar, donde el calor de la persona fallecida, sus risas y sus enfados nos faltan y ahogan nuestra garganta. ¿Qué no daríamos por volver a resucitar a esa persona? Mientras que no vuelva como el niño diabólico de Cementario de animales (King, 1983) a mí me valdría. La enterraría en el Cementerio Micmac.

Volviendo al tema. Una de las escenas primeras que es un flashback que, para decirlo coloquialmente, me puto encanta. Tendríais que haber estado allí. La rabia para mí ha sido lo rápida que ha sido, quizás sea porque estoy acostumbrado a un ritmo, pero es innegable que estamos hablando de un cortometraje. Las cosas que tienes que contar deber tener motivo ex profeso.

Pasamos a los documentales.

premios voc quiero ser pastora
Fotograma del corto documental ‘Quiero ser pastora’

Quiero ser pastora, dirigida por María Velasco nos lleva a la vida de una mujer Cati, de 80 años, nada menos. Vive sola y cuida de sus ovejas. Me gusta la toma de planos, aprovecha las luces y sombras para irnos con Cati de la mano y sentir su cercanía. La naturaleza como secundaria, el campo y las vivencias de Cati hace que su valor narrativo sea bastante ameno porque nos brinda la oportunidad de ver una historia con energía positiva, con toques de humor, sencilla pero conmovedora.

Todos los días de verano son tristes está dirigido por Estefanía Ortiz y producida por Alhena Productions. Adrián es un niño de 12 años que tiene su pandilla estilo Los perdedores de Stephen King. El lema que aprendes en este documental es Carpe diem. La amistad puede ser efímera como un soplo de verano. Hoy estás aquí y mañana no sabes cómo ni dónde te despertarás. El amor mueve montañas.

Memoria asonante, dirigido por Carles Esporrin habla sobre María Teresa Capdevilla.
Ella con sus ojos, sus gestos, su boca nos cuenta el conflicto armado, la población civil bombardeada en Barcelona invita a la interrogación. ¿Por qué sucedió en ese momento y por qué allí? La única pega que le pondría es que para mí fue muy lenta. Su montaje era muy explicativo. Era necesario, SI, pero para atrapar, en mi caso, al espectador podría haber llevado otra ruta de acceso.

Por lo demás no tengo nada más que objetar en todos los cortometrajes y documentales la elaboración narrativa y técnica tiene una puntuación por encima del aprobado. Me he quedado muy contento con su resultado y no es fácil contar una historia y por encima de eso una historia que guste porque, aludiendo a una frase de Juan Antonio Vallejo-Nágera, si el público se mueve entre sus asientos es que no estás tocando sus corazones.

Os animo a todos a participar el año que viene a los Premios Voc, que exploréis vuestra creatividad que contéis lo que vivís y lo que sentís. Porque de cada cortometraje nace la individualidad, somos únicos y personales y darle voz nunca es un tiempo perdido.