Título original: The Invitation
Año: 2022
País: Estados Unidos
Dirección: Jessica M. Thompson
Guion: Jessica M. Thompson, Blair Butler
Fotografía: Autumn Eakin
Reparto: Nathalie Emmanuel, Thomas Doherty, Stephanie Corneliussen, Alana Boden, Hugh Skinner
Productora: Screen Gems, Mid Atlantic Films
Género: Terror, Thriller
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Me cuesta decir algo malo de una película que contiene la línea de diálogo “Los empeines están infravalorados, en mi opinión”. Pero con La invitación he de hacerlo. No hay más remedio cuando algo es tan efectista y mediocre en una supuesta reinvención o actualización de los chupasangres milenarios, enmarcados en un supuesto terror moderno. Jessica M. Thompson tenía buenas intenciones y hasta buenas ideas y aún así esta jugada arriesgada después de una única película a sus espaladas (La luz de la luna, 2017), no le funciona por casi ningún lado.
Para empezar, ya adolece de un problema de base como otras tantas cintas de terror y es usar como excusa barata la pérdida de un ser querido (la prota, una normalita Nathalie Emmanuel, ha perdido a su madre hace poco y ahora ya no le queda ningún familiar vivo) como mínimo elemento que impulse la trama para luego sólo rescatarlo e hilarlo con pinzas más adelante sin realmente ahondar en ese dolor y trauma. Del que pueden nacer vías narrativas más estimulantes a la hora de poner en pantalla un terror más genuino y puro, por cierto.
Porque claro, a pesar de tirar por unos derroteros más simples y manidos, su directora ni siquiera sabe sacarle provecho a su historia como lo que por otro lado podría haber sido un despiporre más ligado a la explotación y al horror gótico. En su lugar y siempre teniendo en cuenta unos planteamientos interesantes en lo formal, La invitación opta por no acabar de definir ni un tono concreto más allá de lo efectista de sus enormemente anodinos jumpscares, ni una historia plagada de trampas, clichés y un plot twist que hizo reír al que escribe estas líneas.
Y con todo ello y a pesar de unas ínfulas que parecen inevitables por parte de su creadora de caer de manera cansina y repetitiva en la importancia de la conciencia de clases, su última media hora se deja ver como un filme reconvertido en comedia involuntaria una vez abierta la puerta de la biblioteca de los prejuicios, juicios y la vergüenza ajena de ver a unos vampiros acartonados en su concepción y caricaturizados en su ejecución.
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Lo mejor: Sus últimos 30 minutos, cuando todo termina de descarrilarse y sólo nos queda reír
Lo peor: Que esta película ya la hemos visto antes pero muchísimo mejor contada, interpretada, montada, etc.
Nota: 3/10
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