La culpa es de Noé

Por Paula J. Lupiáñez

Fotograma de ‘Love’ de Gaspar Noé

 

Hace aproximadamente un año, Gaspar Noé presentaba su último film en el Festival de Cannes, ese gran encuentro del mundo del cine que puede llegar a acoger producciones tan distantes como Love, del ya mencionado Noé, o Mad Max: Fury Road del veterano George Miller.

Y sí, la culpa es de Noé, porque causó tal revuelo en la prensa internacional con su drama erótico en 3D, que su nombre apareció en mi pantalla y sentí el irremediable deseo de acercarme a su filmografía. Un señor que se atreve a plantarles una corrida en 3D en la cara a todos los asistentes al festival, tiene una naturaleza demasiado gamberra como para perdérsela.

Pues resulta que Noé está un poco trastornado. O al menos eso pensó el crítico de cine James Quandt cuando en 2004, tras ver la última aportación al séptimo arte de Bruno Dumont (Twentynine Palms, 2003), aseguró que tanto a Dumont, como a Noé – y a algunos otros coetáneos como Olivier Assayas (Demonlover, 2002) o Marina de Van (Dans ma peau, 2002) – se les estaba yendo el tema de las manos. Así nació el ‘nuevo extremismo francés’, una tendencia que Quandt describe – y me gustaría traducir literalmente sus palabras, porque no tienen desperdicio – como “un cine repentinamente determinado a romper cualquier tabú, a vadear en ríos de vísceras y espuma de esperma, a llenar cada fotograma con carne, tersa o retorcida, y subyugarla a cualquier forma de penetración, mutilación o profanación”.

Fotograma de ‘Dans ma peau’ de Marina de Van

Sin duda, a James Quandt no le convence este tipo de cine, y en ningún momento su intención fue darle una promoción gratuita, pero lo hizo. El pobre crítico, algunos años después, colaboraba en un libro exclusivamente dedicado a esta tendencia, en el que se volvía a publicar aquel artículo que la hizo famosa, y en el que Quandt escribía una suerte de epílogo afirmando que jamás imaginó la repercusión que tendría. Pero bueno, a Quandt no le gusta estancarse, y asegura que a los directores de estos films tampoco, de forma que no le cabe ninguna duda de que esa “tendencia tan obstinadamente transgresora” llegó a su fin en el año en que escribía, 2011.

Podríamos pensar que Quandt se equivocaba, pues como ya sabemos, Love se estrenó en 2015, y Bruno Dumont estrenaba Hors Satan en el mismo 2011. Dos películas que, sin duda, encajan en la descripción del ‘nuevo extremismo francés’ que hacía Quandt en 2004. Sin embargo, ¿qué ha habido después de eso? Aún no conocemos el nuevo proyecto de Noé, y Bruno Dumont…bueno,

Dumont de repente ha virado hacia la comedia y en el recientemente celebrado Festival de Cannes ha presentado Ma loute, que poco tiene que ver con su controvertida y desgarradora ópera prima La vie de Jésus (1997). Festival en el que Olivier Assayas se ha llevado el premio a mejor dirección por su último trabajo, Personal Shopper, un drama fantástico que recoge la intensa relación entre hermanos que ya utilizaba Noé en Enter the void (2009). Aunque por supuesto, no podemos usar esta similitud entre ambos films – que es un apreciación totalmente personal y probablemente poco contundente – para asegurar que Assayas siga siendo un ‘nuevo extremista’, puesto que a mi parecer nunca lo fue.

Fotograma de ‘La vie de Jesus’ de Bruno Dumont

En definitiva, y por mucho que me duela, quizá Quandt tenía razón y el tema del ‘nuevo extremismo francés’, tal como él lo concibió, ya llegó a su fin. No obstante, esto daría para una reflexión mucho más extensa sobre el asunto, ¿qué tiene de nuevo el ‘nuevo extremismo’?

¿Realmente las características de este tipo de cine son solo aplicables a films franceses? ¿Por qué no recurrir a definiciones menos restrictivas aportadas por otros teóricos que hablan de ‘cinéma du corps’, de ‘cinema of sensation’ o de cine ‘unwatchable’? Pero bueno, no me extiendo más, quizá en otro artículo…