Título original: Indiana Jones and the Dial of Destiny
Año: 2023
Dirección: James Mangold
Guion: Jez Buttherworth, John-Henry Buttherworth, James Mangold
Música: John Williams
Fotografía: Phedon Papamichael
Reparto: Harrisond Ford, Phoebe Waller-Bridge, Mads Mikkelsen, Antonio Banderas.
Productora: Amblin Entertainment, Lucasfilm, Paramount Pictures.
Distribuidora: Walt Disney Pictures
Géneros: Aventuras. Acción
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Un terremoto de arrugas, adrenalina y nostalgia que sacude con fuerza una ciudad sin llegar a derribar todos sus edificios, eso es lo que filma James Mangold en Indiana Jones y el dial del destino, quinta y última entrega de la saga protagonizada por el arqueólogo más querido y conocido del séptimo arte.
La cinta se abre con un extenso flashback que muestra a Indiana Jones (Harrison Ford) luchando contra los nazis durante los estertores de la II Guerra Mundial, impidiendo que los alemanes se queden con una parte de un dial construído por Arquímedes que permite localizar brechas temporales. Terminado el flashback, el espectador se encuentra con un Indy envejecido que camina por un mundo en el que no encaja, que vive en un piso lleno de papeles viejos y soledad, que se ahoga en un tiempo que le ha rechazado. Así, hasta que la aparición de su ahijada Helena (Phoebe Waller-Bridge) le obliga a vestirse de nuevo con su traje de juventud para impedir que un antiguo nazi (Mads Mikkelsen) vuelva al pasado, sirviéndose del dial mencionado anteriormente, con la intención de cambiar el curso de la historia y hacer que Alemania gane la guerra.
No era tarea fácil echar el cierre de una de las sagas más amadas por ese público que creció —allá por los ochenta, cuando Steven Spielberg y George Lucas acababan de cambiar el modelo de cine comercial gracias a Tiburón (1975) y Star Wars (1977)— esperando el estreno de una nueva cinta que tuviese como protagonista a alguno de sus héroes de celuloide: ya fuese un jedi, un personaje de DC o un arqueólogo con poco miedo y mucha ambición. Con la llegada del nuevo siglo y la creación de unos efectos digitales capaces de poner en imagen hasta el más delirante de los pensamientos, las grandes productoras vieron la posibilidad de aumentar sus beneficios a base de darle a los fans incondicionales precisamente eso que tanto querían: infinitas películas con los mismos protagonistas.
El problema surgió cuando los ejecutivos —es difícil hablar de cineastas que realmente tomen decisiones en este tipo de proyectos— decidieron cubrir la falta de originalidad de los guiones o las muchas carencias de unas puestas en escena reducidas a la nada con el ruido de unos efectos especiales muy conseguidos. Se podría afirmar, por tanto, que en las nuevas cintas de Marvel, de Harry Potter o de Star Wars, la técnica no está al servicio del arte sino al revés. Y esto supone un problema bastante gordo.
Indiana Jones y el dial del destino, como buena hija de su tiempo, se ve afectada en sus momentos más bajos por esta necesidad de incluir larguísimas y redundantes secuencias de acción que, lejos de inyectar tensión y asombro en la pupila del espectador, la llenan con un ruido y un caos tan creíbles como vacíos. La idea de la cinta, por tanto, es aunar pasado y presente, abrir en canal un organismo que siempre ha funcionado bien para insertarle unas prótesis modernas pero innecesarias. Por suerte, Mangold no se deja llevar por la furia del CGI y distribuye el barullo de las persecuciones interminables y los saltos imposibles con suficiente inteligencia como para que no afecte a todo el conjunto.
Y es que la cinta está llena de eso que precisamente le falta a los nuevos universos compartidos de Disney y compañía: corazón. Hay, en la obra, unos personajes bien construidos que se alejan de los estereotipos, que tienen algo que decir, que realmente poseen mundo interior y carisma. Un desarrollo ingenioso del argumento, con una escalada dramática en la que los momentos de pausa y los de acción se alternan a la perfección. Un ritmo muy trabajado que consigue que las dos horas y media de metraje se pasen en un suspiro. Y, por supuesto, unos actores que no interpretan, sino que se convierten en los personajes. Ford, Mikkelsen y Antonio Banderas están inmensos, pero es Phoebe Waller-Bridge la que termina llevándose la ovación grande del público gracias a su impresionante trabajo como la ahijada del protagonista.
Indiana Jones y el dial del destino no es una película perfecta, los onanismos digitales, las referencias complacientes y algún personaje secundario de más, evitan que alcance la calidad de sus antecesoras, pero eso no quita que sea un digno cierre, lleno de arrugas, nostalgia y adrenalina, para una gran saga que ha hecho disfrutar a millones de espectadores a lo largo de los años.
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Lo mejor: Phoebe Waller-Bridge.
Lo peor: La persecución en Marruecos, excesivamente larga y confusa.
Nota: 7