Título original: Coup de chance
Año: 2023
País: Estados Unidos
Dirección: Woody Allen
Guion: Woody Allen
Fotografía: Vittorio Storaro
Reparto: Lou de Laâge, Niels Schneider, Melvil Poupaud, Valerie Lemercier, Elsa Zylberstein, Grégory Gadebois, Sara Martins, Guillaume de Tonquedec
Productora: Petite Fleur Productions, Gravier Productions, Perdido Productions, Dippermouth
Género: Comedia, Romance, Suspense
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Woody Allen cumple 50 películas. Se dice pronto, pero recordemos que el newyorkino ha estrenado a razón de una cinta por año (o casi) desde que debutara con Toma el dinero y corre (1969). A pesar, claro está, de polémicas insalvables y exilios europeos mediante en su última etapa como cineasta. Menesteres que prácticamente hay que citar cada vez que se menciona el nombre del guionista-director, aunque poco o nada tenga que ver su cine. Algo parecido pasa con este quincuagésimo largometraje, Golpe de suerte (Coup de chance en el francés original en el que ha sido rodado), una aparente comedia romántica que realmente orbita alrededor del azar, esa gran paradoja que hace que se hermane con una de las obras maestras del cineasta, Match Point (2005).
También es lo que da el pistoletazo de salida a la narración, pues Fanny (una magnética Lou de Laâge), nuestra joven protagonista, se cruza de camino al trabajo con Alain (correcto Niels Schneider), un antiguo compañero de instituto que por entonces estaba coladito por ella y que ahora práctica la vida de escritor bohemio que vive en una buhardilla. A raíz de este encuentro, se desatará el dilema para Fanny, casada con el adinerado y exitoso Jean (excelente Melvil Poupaud), pero deseosa de salir de su anodino y pautado existir, para quizás saltar a la aventura (ja) con el romántico y apasionado Alain. Y también se destapará la verdadera naturaleza del filme: un juguetón artefacto dónde el suspense, el crimen y la sorna hacia la alta sociedad de la capital francesa nos recuperan a un trozo de aquel Woody Allen más autoconsciente y menos perezoso.
Prueba de ello es como el director consigue hilvanar las situaciones más cómicas con los azarosos devenires de sus protagonistas que, en vez de dar lugar a profundas meditaciones y sesudos parlamentos sobre las motivaciones como seres humanos trágicos que somos, aquí resultan en sorprendente disfrute en forma de ligereza y de acertadísimos deus ex machina. Como si Allen quisiera apoyar y refutar (y, como ya he dicho, cachondearse) a la vez aquello que dice el personaje de Jean sobre que la suerte se la fabrica uno mismo.
Sin embargo, lo que más acaba aupando la película es la conjunción de una tormenta cuasi perfecta con un reparto en completa sintonía. Con una fantástica Valerie Lemercier recogiendo hilarantemente el protagonismo a la mitad del relato y virándolo hacia Misterioso asesinato en Manhattan (1993). Todo ello apoyado en un Vittorio Storaro que vuelve a encontrar el sentido de seguir colaborando y fotografiando las películas de Allen, acentuando de manera excelsa los colores y la luz de esa París idílicamente otoñal y dotando a la puesta en escena de ese empaque al que tanta alergia parecía tener en los últimos años e director.
Así pues, podrán comprobar que Allen realmente no ha dejado de crear otra de sus obras menores en la liga de delicias como Día de lluvia en Nueva York (2019) o Magia a la luz de la luna (2014), pero que aún así no se puede dejar de observar como el último trazo que termina de cerrar el círculo a una carrera y a una forma neurótica, ingeniosa, intelectual y divertida de ver la vida. Con el empaquetado de una oportunista e irónica bala en la recámara para quién quiera salir alguna vez de caza.
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Lo mejor: Recuperar al Woody Allen que, mágicamente, haga que todo funcione cuando solo debería hacerlo su guion
Lo peor: Ojalá hubiera habido más chistes con las maquetas de los trenes
Nota: 7/10