Título original: The Invisible Man
Año: 2020
Duración:124 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Leigh Whannell
Guion: Leigh Whannell (Novela: H.G. Wells)
Música: Benjamin Wallfisch
Fotografía: Stefan Duscio
Reparto: Elisabeth Moss, Storm Reid, Harriet Dyer, Aldis Hodge, Oliver Jackson-Cohen, Zara Michales
Productora: Blumhouse Productions / Dark Universe / Universal Pictures. Distribuida por Universal Pictures
Género: Fantástico. Terror | Remake
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Cuando parecía que los célebres monstruos de Universal volverían a la gran pantalla con el ambicioso Dark Universe, el proyecto se llevó un duro golpe con su primer reboot, ya que La Momia no consiguió tener el éxito que se esperaba. Esto enterraría el proyecto y las posibilidades de traer de vuelta a monstruos como Frankenstein o Drácula; sin embargo, contra todo pronóstico, El hombre invisible llegaría bajo el sello de Blumhouse. La película dirigida por Leigh Whannell supone una reinvención del mito del hombre invisible.
Son varias las películas basadas en la novela de H.G. Wells, donde el protagonista absoluto es el hombre invisible. Sin embargo, Leigh Whannell decide alejarse un poco de esto y mostrar la historia desde los ojos de la víctima. Cecilia, tras años en una relación de maltrato físico y psicológico, decide escapar de la casa donde su novio, Griffin, la mantiene alejada del resto. Se enconde en el hogar de un viejo amigo, pero pronto recibe la noticia de que Griffin se ha suicidado y que es la heredera de parte de su fortuna. Cecilia piensa que todo es una trampa y nadie le cree. Sin embargo, los fenómenos extraños no tardan en suceder.
El hombre invisible arranca con una secuencia que nos obliga a contener la respiración y donde la tensión puede cortarse con un hilo, una secuencia que aporta muchísima información sobre esta pareja. Porque Cecilia tiene mucho cuidado a la hora de llevar a cabo sus acciones; porque, aunque drogado, el hombre que la lleva maltratando durante años puede aparecer en cualquier momento y eso puede acarrear graves consecuencias. Pero consigue huir. La atmósfera que se ha construido en estos primeros minutos pone en sobre aviso al espectador para lo que verá a continuación.
De la misma manera que la protagonista de Durmiendo con su enemigo, Cecilia está en constante alerta, incluso le da pánico poner un pie fuera de la casa donde se esconde. Aunque su ex novio esté aparentemente muerto, ella no puede permitirse bajar la guardia porque sufre las graves secuelas de años de maltrato y dominación por parte de Griffin. En la forma de mostrar su angustia y terror ante una amenaza invisible está el gran acierto de esta película.
Leigh Whannell ha sabido aprovechar perfectamente los espacios vacíos y el punto de vista de la protagonista. Miramos y buscamos con ella, a través de unos barridos de cámara, algo en esos espacios que, en principio, parecen vacíos, temiendo encontrarnos con aquello que aterroriza a Cecilia. A diferencia de otras películas que usan esto para el típico jump scare, aquí está totalmente justificado; además de ser un recurso que ayuda a incrementar el miedo, la tensión, la incertidumbre y la desesperación.
Sin embargo, todo el peso de la película recae sobre Elisabeth Moss, quien demuestra con creces que es una de las mejores actrices de su generación y que se desenvuelve como pez en el agua en papeles que exigen llevar al límite las emociones. Pasa por diferentes matices, consigue transmitir fragilidad y fortaleza a parte iguales, y sumirnos con ella en esa espiral de paranoia y angustia que está viviendo. Solo basta con observar su lenguaje corporal para saber en qué punto psicológico se encuentra y su mirada refleja el terror al darse cuenta de que ese monstruo todavía sigue acechándola.
Por otro lado, por poner alguna pega, quizás si la película hubiera gozado de un mayor presupuesto, algunas escenas hubieran tenido un mejor acabado, sobre todo las que tienen que ver con la “materialización” del hombre invisible. Pese a esto, se trata de una buena película, que consigue mantener esa sensación de peligro gracias también al buen uso del sonido y la banda sonora.
El hombre invisible de Leigh Whannell supone una notable y efectiva reinvención del monstruo clásico, convirtiéndolo en una metáfora de aquello que es terrorífico y que a simple vista no se ve, como el maltrato, el acoso y las secuelas que todo esto acarrea.
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Lo mejor: Elisabeth Moss y el uso de los espacios vacíos para incrementar la tensión.
Lo peor: quizás algunas escenas hubieran tenido un mejor acabado si la película hubiera gozado de un mayor presupuesto.
Nota: 7,5.