Llega a Sitges una de las presentaciones más esperadas del festival. El color rosa ya se venía apoderando de la ciudad años atrás con sus pequeñas presentaciones, pero se resistía hasta esta 55ª edición. Ahora Sitges lo recibe por la puerta grande: La piedad de Eduardo Casanova llega a sección oficial para levantar la mayor expectación.
Su etapa como intérprete ya quedó enmarcada y con Pieles (2017), su ópera prima, demostró su potencial creativo como director. Casanova presenta una película que sigue esa línea de envolver de belleza lo terrible para contar una historia tóxica entre una madre y su hijo.
Feliz por el recorrido que está teniendo el largometraje, que viene de ganar el premio especial del jurado en el Festival de Karlovy Vary (entre muchos otros), nos atiende para explicarnos cuanto de personal tiene esta historia. Pero también nos habla de su cine y de su público.
PREGUNTA: ¿De dónde proviene La piedad?
EDUARDO CASANOVA: La historia de La piedad la he contado muchas veces, es una constante en mi cine. Ha aparecido en mis cortos y en uno de los fragmentos de Pieles. Todo era un ensayo para hacer esta película. Sinceramente no recuerdo el momento en que empecé a escribirla porque siempre la he querido contar. La piedad siempre ha estado conmigo, es tan personal que es la historia de mi vida.
P: ¿Cómo se escogen a los actores de su vida?
EC: Fue difícil sobre todo encontrar a la actriz protagonista. Para mí era importante que fuera mi madre quien tomara esa decisión porque ella debía sentirse identificada. Al fin y al cabo es su personaje. Sobre Ana Polvorosa, ella siempre está y siempre va a estar en mis trabajos. Y a Manel Llunell… él fue la primera persona a la que vimos en el casting. Tiene una sensibilidad tan terrorífica que da miedo dirigirle por si le haces daño. Todos han puesto su sensibilidad al servicio de la historia para sacarla adelante y están soberbios.
P: ¿Cómo definiría su cine?
EC: Yo creo desde lo que me horroriza, porque todo lo que me fascina me horroriza. Y si hay algo que se ajusta a definirlo es envolver de belleza lo horrible.
P: ¿Cree que el público se puede sentir incómodo, entonces?
EC: Soy consciente que las historias que cuento son difíciles de digerir. Aún así intento ser generoso con la gente que le gusta mi trabajo y la que se que va a ver mis películas. Intento darles todo lo posible para que la puedan verlas y entenderlas. Aunque repita que esta película es muy personal, no solo la he hecho para mí. La finalidad del arte es que lo veo el público y pase a ser de las demás gentes. Realmente el espectador es más generoso y amplio de lo que creemos, no debemos infravalorarlo. Si conseguimos hacer este tipo de películas es porque hay personas que las ven.
P: ¿Cómo se toma las reacciones de los críticos a un trabajo tan personal?
EC: Mi sensación es parecida a como se siente mi madre cuando me hacen daño a mí. Ella intenta no oler demasiado pero sufre por el dolor de su hijo. Y mi película es mi hijo. Creo que hay que evitar quedarse en el éxito porque no te hace evolucionar. No hay escalón más arriba de la buena crítica y todo eso te acaba despistando de lo que realmente quieres contar. Con el estancamiento terminas haciendo lo que los demás quieren que hagas, así pueden alabarte. Intento no ver demasiado todo eso.
¿Cree que lo extraño se valora lo suficiente en España frente a otros países?
Si. Esta película es española y si digo que no se valora lo extraño sería bastante injusto con mi industria a la que pertenezco. Yo me siento profundamente respaldado por mi país. Tenemos un país increíble y me he dado cuenta recorriendo el mundo presentando La piedad. En el resto del mundo aman nuestro cine e incluso te diría que hay un exceso de nuestras películas allí.
La Piedad se estrenará en cines el próximo 13 de enero.