Título original: Zama
Año: 2017
Duración: 115 min.
País: Argentina
Dirección: Lucrecia Martel
Guion: Lucrecia Martel (adaptado de la novela de Antonio Di Benedetto)
Fotografía: Rui Poças
Reparto: Daniel Giménez Cacho, Matheus Nachtergaele, Juan Minujín, Lola Dueñas, Rafael Spregelburd, Daniel Veronese, Vando Villamil
Productora: Coproducción Argentina, España, Francia, México, Brasil, Estados Unidos, Holanda; Rei Cine / El Deseo S.A / Canana Films / KNM / Bananeira Filmes / Louverture Films / Netherland Filmfund / Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA)
Género: Drama
Tras un largo período de inactividad, en búsqueda de financiación para sus diferentes proyectos, la obra de Antonio Di Benedetto llegó a manos de Lucrecia Martel. Un libro existencialista que muchos decían era imposible de adaptar pero que la directora argentina no dudo un solo momento en convertir en película. Zama rebosa identidad por todas partes. Para empezar, rompe en gran medida con la concepción tan heroica que poseemos sobre la conquista de las Américas. En relación con el estilo que la caracteriza, Martel envuelve toda la cinta en un aura desmitificadora, casi “ensuciando” el ambiente tan inhumano que existe.
Es una película dura que sitúa el foco en el personaje protagonista, Don Diego de Zama, interpretado por un fantástico Daniel Giménez Cacho, y su mundo interior. La puesta en escena está supeditada a la vida de este personaje, siempre a la espera, con una realización muy particular. Los planos se detienen y el relato adopta una pausa necesaria para reflejar una serie de pensamientos y sentimientos muy personales, sin necesidad de diálogos. El silencio cobra protagonismo a la hora de definir las diferentes situaciones que poco a poco van degradando a un hombre en busca de su reconocimiento.
A todo ello se une una fotografía inmensa. Cada escena es una nueva oportunidad para observar un escenario bellísimo y al mismo tiempo inconmensurable, que absorbe al protagonista sin intención de soltarlo. Todo esto puede provocar una cierta separación entre el espectador y la película, tan centrada en su interés por mostrar la angustia del personaje. No hay casi banda sonora que destacar pues el sonido ambiente contribuye a crear una atmósfera asfixiante.
Por tanto, la narración es lenta debido a la necesidad de plantear una decadencia imparable. Es por ello que la experiencia puede resultar en ciertos momentos difícil e incluso provocar cansancio por el esfuerzo que requiere por parte del espectador. En su planteamiento pulcro y sin efectismo se encuentra todo el significado de la película, algo que puede alejar a algunos de un film que merece un enorme respeto. Martel logra llevar su cinematografía a un nivel más profundo, logrando plasmar sus propias ideas en una obra densa que no deja nada al azar.
En definitiva, Zama puede ser considerada como una de las mejores películas del año. Todos los elementos presentes en el relato siguen un mismo objetivo, logrando transmitir una sensación de soledad y pequeñez constante. Las fantásticas interpretaciones, la fotografía tan particular y medida sobre un escenario totalmente ensombrecido, la enorme carga filosófica que posee el guión… todo está dirigido a plasmar una historia sobre la desesperanza, la preocupante desconexión con la naturaleza y la deshumanización tan evidente que sufrimos en ocasiones.
Lo mejor: la fotografía, tan bella y en relación el relato. Grandes interpretaciones, en especial la de Daniel Giménez Cacho, totalmente desgarradora. Una puesta en escena muy especial, vacía y al mismo tiempo llena de significado.
Lo peor: narración lenta y pausada, necesaria pero que puede resultar una barrera para el gran público.
Nota: 9/10