Título original: Robinson Crusoe
Año: 2016
Duración: 90 min.
País: Bélgica
Director: Vincent Kesteloot, Ben Stassen
Reparto: Carlos Latre, Joaquín Reyes, Alexandra Jiménez (doblaje al castellano)
Productora: StudioCanal / nWave Pictures
Género: Animación / Aventuras
¿Os imagináis una revisión del clásico Robinson Crusoe capaz de no ofender a nadie en pleno 2016? ¿Os imagináis una relectura de la obra que Defoe escribiera en 1716 en la que se olvidaran de enaltecer el colonialismo, el hombre blanco y la moral suprema? Pues eso es lo que podréis ver en las salas de cine si os acercáis a ver Robinson: Una aventura tropical, la nueva película de animación belga producida por StudioCanal y nWave bajo la dirección de Vincent Kesteloot y Ben Stassen. Y es que los belgas han querido reformular la historia de Crusoe con este film que se dirige a los niños de nuestro tiempo; y para ello, han sustituido a los indígenas de la isla por unos simpáticos animalillos y han intercambiado a Viernes por un guacamayo pelirrojo llamado Mak al que Robinson apodará «Tuesday» (martes).
Soluciones eficientes ante la necesidad de «corregir políticamente» una obra que a estas alturas ya queda demasiado anticuada. Y no cabe duda de que más de uno va a querer darle una oportunidad a la cinta si añadimos el detalle de que cuenta con Carlos Latre y Joaquín Reyes en su doblaje al castellano. Pero Robinson no consigue estar a la altura de sus expectativas, y lo que empezaba con un buen concepto se va cayendo a medida que se acumulan aspectos del guion francamente mejorables.
Para empezar, resulta especialmente chirriante que los villanos de la película sean unos gatos cuya única motivación para ser malvados sea, sencillamente, el hecho de ser gatos. Porque ya quedó claro con las últimas producciones de Disney y Pixar que los villanos planos son cosa del pasado; pero en este caso, Kesteloot y Stassen se han quedado a medio camino de perfilar a sus antagonistas y han caído en el craso error de crear unos villanos cuya maldad se justifica únicamente por su naturaleza.
Pero tampoco se salvan los protagonistas de la película, y aunque Robinson y Mak resultan amigables en un principio, terminan siendo como ese tipo que conoces y te cae simpático pero que empieza a aburrir al poco rato de ponerse a hablar. Ambos personajes acaban siendo demasiado simples, el espectador se queda con ganas de rasgar más allá de la superficie en busca de algo que le permita identificarse, y la relación que se establece entre ambos carece de esa chispita capaz de emocionarnos como lo hicieron Mogwli y Baloo o Timón y Pumba.
Al final, la historia empieza y termina sin llegar a afectarnos en absoluto, poblada de personajes secundarios fácilmente intercambiables que viven en una sucesión de eventos demasiado rápida y vacía que difícilmente capta nuestro interés. Y queda claro que todo este asunto podría haberse resuelto con una animación y dirección de arte capaz de encantar nuestra vista y hacernos olvidar los fallos en la historia — y es verdad que llegamos a ver elementos destacables como el diseño del interior del barco en el que llega Robinson, el uso de la luz o el atardecer que presenciamos hacia el final de la película (que por cierto, termina siendo absurdamente largo). Pero parece que los estudios implicados en esta pieza hubieran contratado a sus mejores equipos para los momentos clímax de la historia, dejando el resto del metraje a la merced de una animación sencilla que no va más allá de lo que podemos ver en un videojuego.
No me malinterpretéis. La película no es absolutamente terrible y podéis tener por seguro que los más peques pasarán un rato divertido con esos animalillos. Pero si vuestro objetivo al ir a verla va más allá del entretener a los niños, tened presente que Robinson. Una aventura tropical no pasa de lo correcto, y que es altamente probable que al terminarla sintáis que habéis perdido el tiempo.
Lo mejor: La dirección de arte en las escenas finales del film
Lo peor: La planitud de los personajes y la elección de basar la maldad del villano en su naturaleza (¡No todos los gatos son malos!)
Nota: 4/10