Título original: Jeux d’enfants
Año: 2003
Duración: 93 min.
País: Francia
Director: Yann Samuell
Guión: Yann Samuell
Música: Philippe Rombi
Fotografía: Antoine Roch
Reparto: Guillaume Canet, Marion Cotillard, Thibault Verhaeghe, Joséphine Lebas-Joly, Gérard Watkins, Emmanuelle Grönvold, Gilles Lellouche, Julia Faure
Productora: Coproducción Francia-Bélgica; Nord-Ouest Production / Studio Canal / Artemis Productions/ France 2 Cinema / M6 Films / Media Services / Canoe Films
Género: Romance/ Drama/ Comedia/ Drama romántico
El hasta entonces desconocido Yann Samuell saltó a la dirección de largometrajes con esta película en 2003. Y de qué manera lo hizo. Si bien ya había dirigido unos cuantos cortometrajes años antes, con esta comedia -que algunos han tachado de negra- se consolidó en el sector y demostró el gran futuro profesional que le esperaba.
Desde luego, quien busque un romance idílico y previsible puede que acabe algo decepcionado y confuso, pero quien esté dispuesto a dejarse llevar por una historia conmovedora y cuanto menos sorprendente, la disfrutará de principio a fin.
Quiéreme si te atreves te desplaza a un mundo de fantasía, juego, amor y perversión todo en poco más de 90 minutos. Consigue hacerte reír, llorar e, incluso enfurecer con cada secuencia. Pondrá en duda todas tus convicciones respecto al amor y sus implicaciones. Podrás admirarla u odiarla, pero seguro que no te dejará indiferente.
Con una estética que muchos relacionan con la francesa Amelié, el metraje te envuelve en un ambiente cálido, ligero y, en ciertos momentos, también onírico. La ausencia de grandes efectos (que podrían ser necesarios a veces), la convierte en una producción sencilla y natural muy acorde a la niñez que refleja, a la inocencia que rebosa en cada escena.
La banda sonora, como una continua repetición de numerosas versiones de La vie en rose, adorna los momentos más especiales que viven los protagonistas, (Guillaume Canet) y (Marion Cotillard) durante la película. Grandes actuaciones de ambos, en parte gracias a un guion muy trabajado cuyos diálogos (bastante originales, por cierto) buscan el humor en la ironía, la arrogancia y la osadía de las palabras de los personajes principales.
Un título más que acertado adelanta al espectador el tema central de la historia, la cual comienza con un “absurdo” juego entre dos niños (Thibault Verhaeghe y Joséphine Lebas-Joly) que no quieren ser como los demás. Con una ingenua pregunta (¿Capaz o incapaz?) los personajes van creciendo, avanzando, desarrollándose, evolucionando, etc. Sin embargo, el juego los absorbe y los condiciona hasta convertirse en parte indispensable de sus vidas. Tanto, que deriva en una curiosa relación de amor-odio que se mantiene a lo largo del filme.
Como consecuencia, la incapacidad de madurez de ambos hace que queden estancados en la dulce infancia y, aunque siguen con sus vidas, nunca llegan a superar esta etapa. El juego los atrapa de tal forma que su romance (si se le puede llamar de esta forma) se vuelve agónico y perverso.
Traspasan todo límite y aun así ninguno se da por vencido, como si de verdad fuera necesario un ganador. Los sentimientos reales se confunden con los generados tras haber superado un nuevo desafío y eso les impide confiar el uno en el otro. En cada reto, demuestran su valentía pero, en cambio, ninguno de los dos se atreve dar el primer paso.
Por último, la narración en los primeros minutos nos desvela lo que será la localización final donde al estilo de una comedia trágica se recurre a lo sentimental y pasional.
Y después… solo queda espacio para la reflexión. ¿Se puede llamar amor a algo tan destructivo? ¿Es posible perder aun habiendo ganado? Resulta irónico, imprevisible y único y eso, en mi opinión, sí puede llamarse amor.
Lo mejor: Es una historia diferente que rompe con todo lo estipulado. Es desgarradora, alocada e inconsciente y eso la hace especial.
Lo peor: El presupuesto limitado con el que se rodó hace que en algunas secuencias se echen en falta algún que otro efecto especial.
Nota: 9