Título original: Bridge of Spies
Año: 2015
País: Estados Unidos
Director: Steven Spielberg
Guión: Matt Charman, Ethan Coen, Joel Coen
Música: Thomas Newman
Fotografía: Janusz Kaminski
Reparto: Tom Hanks, Mark Rylance, Amy Ryan, Scott Shepherd, Sebastian Koch, Billy Magnussen, Alan Alda, Eve Hewson, Peter McRobbie, Austin Stowell, Domenick Lombardozzi, Michael Gaston
Productora: DreamWorks SKG / Fox 2000 Pictures
Género: Thriller/Drama
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En las críticas que se publican en esta página web se intenta ir más allá de lo que cualquier persona puede apreciar a la hora de ver una película, realizando así análisis en los que se muestran visiones diferentes o breves estudios de un aspecto concreto del audiovisual que se comenta, con el objetivo de que el espectador pueda ver y entender el cine de formas diferentes. Aunque no se hayan adentrado lo suficiente en el estudio de las artes cinematográficas, es casi seguro que conocerán la diferencia entre showing y telling en narrativa audiovisual. Para quien se encuentre algo perdido en este momento: es establecer la distinción entre lo que se muestra en pantalla, contar sin el apoyo de un narrador, rótulos o personajes dialogando sobre lo que está sucediendo, y el narrar directamente usando estos recursos.
Lo ideal es encontrar el equilibrio perfecto entre uno y otro, puesto que si se recurre sólo al showing, el peso de la obra recaerá casi absolutamente sobre los intérpretes, que deberán definir a la perfección a sus personajes sin necesidad de explicarlas al público de manera explícita. En el caso de narrarlo todo sin confiar en que el espectador pueda entenderlo todo a la perfección, es probable que éste termine ante un producto muy mascado por el que puede llegar a perder la atención. Si existe ese equilibrio la película habrá ganado muchísimos puntos, y sólo necesitará de referencias emocionales o vivencias previas del público para poder identificarlas y estar ante un producto de diez.
¿Un sencillo ejemplo de esto? La forma de mostrar los sentimientos en Del Revés (Docter, 2015) y su manera de actuar en cada personaje. Sí, a pesar de que haya gente que considere que Pixar hace cine infantil, queda un resquicio de gente con criterio que sabe que “para todos los públicos” significa que para los adultos también funciona, y ahí está lo genial de lo mencionado anteriormente: el público conecta emocionalmente con la película porque la manera de narrar en ocasiones es muy sutil, sólo recurriendo a referencias de la vida real y cosas que entenderán las personas que las hayan experimentado previamente. Y no hace mucha falta comerse la cabeza, por ejemplo, es muy sencillo identificar por qué se utilizan concretamente esos colores tan específicos para definir a los sentimientos. No hace falta ir de Lynne Ramsay por la vida a todas horas.
Pues bien, visto esto, hay que determinar la regla número uno de la narrativa audiovisual: si no es absolutamente esencial para la historia, no lo enseñes ni lo cuentes. Y este es el principal problema de El puente de los espías. Se pierde demasiado en dar vueltas y marear al espectador con datos absolutamente irrelevantes o que podrían ser contados en muchísimo menos tiempo, y con toques ocasionales de humor que no suelen venir al caso. A la hora de definir al único personaje realmente interesante, el interpretado por Tom Hanks, no es definido una, ni dos, ni tres veces, sino cuarenta. Se insiste constantemente en la integridad de tan arriesgado abogado que se encarga de defender a un espía soviético en plena Guerra Fría, y ahí se establece el tope de lo que se debe recurrir al showing para dibujar y desarrollar al personaje, pero aún así, quieren dar más pinceladas innecesarias. El espectador ya sabe cómo es. No necesita más. No hace falta más y más relleno.
Lo mismo sucede en la trama del espía estadounidense, que por momentos es absolutamente infumable, pero que en determinadas secuencias va a un ritmo atropelladísimo. Ya no es sólo que la narración sea pesadísima en ciertos puntos, es que el ritmo en general es desastroso. Cuando uno se da cuenta de que ha sido escrita por los hermanos Coen, se lleva una tremendísima decepción, porque parece inexplicable que los autores de genialidades como Fargo (1996), O Brother, Where Art Thou? (2000), o A Propósito de Llewyn Davis (2013) hayan escrito esto. Es imposible olvidarse de ese “maravilloso” aderezo que es el doblaje al castellano. No es que el motivo de que no se pueda conectar con la película y sus personajes sea únicamente el tema del ritmo narrativo, es que es imposible creerse a ninguno de los alemanes o rusos que aparecen en ella debido a ese desagradable acento forzadísimo en el que se pierde lo que podría haber sido una interpretación excepcional.
Una terrible decepción, lo que podría haber sido una adaptación estupenda de una historia real muy interesante a nivel contextual y social, lo cual pasa un poco de puntillas entre tanto fallo y desastre.
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Lo mejor: Tiene poquísimos momentos realmente destacables, siendo el único que mantiene la tensión el del ataque al avión. Es interesante ver las referencias contextuales aunque queden empañadas por culpa de tanto error.
Lo peor: El pésimo doblaje de la mayoría de secundarios alemanes y rusos que parece más paródico que otra cosa, el ritmo mal llevado, el exceso de narración innecesaria, esas secuencias que pintan como finales pero no…
Puntuación: 3/10