Tosar encabeza el grupo de soldados españoles.

Crítica: ‘1898. Los últimos de Filipinas’

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Título original: 1898. Los últimos de Filipinas

Año: 2016

País: España

Dirección: Salvador Calvo

Guion: Alejandro Hernández

Fotografía: Álex Catalán

Protagonistas: Luis Tosar, Álvaro Cervantes, Emilio Palacios, Javier Gutiérrez, Karra Elejalde

Ficha en Sensacine

La Historia de España ha dado (y sigue dando) para mucho en el terreno audiovisual. Salvador Calvo se estrena en la gran pantalla –es habitual de su hermana pequeña en series como Hermanos– con una reinterpretación del Asedio de Baler.

La historia de los llamados últimos de Filipinas está en buena forma tras doce décadas. Hasta este año, la referencia audiovisual principal era aquella cinta en la que Antonio Román reflejó a la España más propagandística; la serie El Ministerio del Tiempo fue la encargada de revivir el relato de manera notable en un episodio doble emitido este marzo. Lo hizo también, en el terreno editorial, la publicación hace algo más de un mes de Defensa de Baler, el testimonio del fraile Félix Minaya, presente durante el asedio.

Calvo da el brochazo final al año con su cinta, que en más de dos horas repasa en capítulos esa heroicidad que produjo el desconocimiento. 1898. Los últimos de Filipinas no es una película bélica; resta importancia a escenas de violencia en pos de mostrar personalidades, conflictos internos, compañerismo, comportamientos (en ocasiones sobreactuados) y pérdidas, con un guion centrado en personajes.

Tosar encabeza el grupo de soldados españoles.
Tosar encabeza el grupo de soldados españoles

Son estos personajes los que manejan con soltura un ya curtido Luis Tosar y Álvaro Cervantes, que quema las naves en su mejor papel hasta la fecha. Especial mérito tienen también Ricardo Gómez, Patrick Criado y Miguel Herrán, que pisan fuerte como nueva generación de actores.

Es un trabajo con presupuesto, y se hace notar. La riqueza de planos, que combina aéreos, grandes angulares e interiores, se une a un diseño de vestuario cuidado y localizaciones escogidas al detalle.

El interior de una iglesia sirve como principal escenario
El interior de una iglesia sirve como principal escenario

El pero aparece en la falta de esmero en el ritmo, por lo general irregular. Baja puntos a una historia bien narrada pero que, por larga, hace caer al espectador en momentos de irremediable tedio.  Falla también la conclusión de tramas y la presentación de personajes, en principio atractivos y relegados más tarde a un plano completamente secundario.

No es un mal balance. 1898. Los últimos de Filipinas cumple, a pesar de dejar el regusto amargo de la repetición y los cabos sin atar.

Lo mejor: La fotografía y la diversidad de planos, dignos de superproducción.

Lo peor: El poco cuidado del ritmo, que alarga (todavía más) una cinta que supera las dos horas.

Nota: 6/10