Alas de mariposa (1991) y La madre muerta (1993) supusieron el rompedor comienzo del cineasta Juanma Bajo Ulloa (Vitoria, 1967) en el cine español. Ambas películas componen un universo oscuro, barroco, para algunos, en el que la atmósfera de cuento no ofrece ninguna facilidad al sentimentalismo. Son historias crueles en las que personas inocentes que viven en un mundo hostil se convierten en mártires, pero también, aunque no siempre, en verdugos. Bajo Ulloa opina que «la falta de amor hace monstruos», y a explorar en dicha reflexión ha dedicado también otras películas, como Frágil (2004) o la más reciente, Baby (2020).
Las tres primeras películas citadas pueden verse ahora en la plataforma Netflix, lo que supone una buena oportunidad para redescubrir o conocer por primera vez la obra de un director, guionista y productor, cuya filmografía se escinde entre la concepción autoral e independiente (los títulos citados), pero también, comercial: Airbag (1997) y Rey Gitano (2015). Una filmografía que comenzó con la realización de seis cortometrajes entre 1984 y 1989, de entre los que merece destacarse El reino de Víctor, que además incluye videoclips y documentales.
Alas de mariposa
Alas de mariposa recibió la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, además de otros premios. Silvia Munt, su actriz protagonista, fue galardonada con el Goya a la mejor interpretación femenina. Por si fuera poco, Bajo Ulloa (con apenas 24 años) recibió dos Goyas más: a la mejor dirección novel, y al mejor guion. Este último galardón lo compartió con su hermano, Eduardo Bajo Ulloa, con quien seguiría colaborando como guionista en otras producciones.
Este drama familiar, producido por Gasteizko Zinema, productora creada en 1983 por el propio Juanma Bajo Ulloa, cuenta la historia de una niña muy sensible, de personalidad singular, el periplo emocional y psicológico de una hija rechazada por su madre.
La película se narra en dos partes: la infancia de Ami, y su adolescencia. La relación entre madre e hija y una serie de desdichadas vicisitudes llevará a los personajes a afrontar un radical cambio en sus vidas. Si la etapa infantil se cierra de manera estremecedora, no causará menos conmoción el desarrollo y culminación de la segunda. La interpretación de Fernando (Tito) Valverde merece destacarse. El guion de los Bajo Ulloa es duro y realista, no concede margen al aburrimiento.
Parte de la bella factura de esta película se debe a su fotografía, música y montaje, de las que son responsables: Enric Daví & Aitor Mantxola, Bingen Mendizábal y Pablo Blanco, Mendizábal y Blanco repetirán su experiencia en `La madre muerta´. El actor Karra Elejalde, quien será el protagonista de su siguiente película, aparece aquí en un cameo.
La madre muerta
Por su parte, La madre muerta narra la historia de Ismael (Elejalde en su debut como protagonista), un delincuente y asesino que tras robar en casa de una restauradora, a la que asesina, también dispara a Leire, su hija, pero descubre años después que está viva, lo ha visto y puede delatarle. La actriz Ana Álvarez interpreta a Leire, una mujer de 23 años que se comporta como una niña de 4, en un papel que, en sus palabras: «es un regalo para el actor». El secuestro de Leire y su relación con Ismael desencadenarán la compasión del asesino, quien en el último pasaje de la película intentará alcanzar una redención imposible.
La excelente banda sonora de Bingen Mendizábal ganó la medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos. Juanma Bajo Ulloa recibió el premio del Festival de Montreal al mejor director (ex aequo) y la película fue premiada con un Goya a los mejores efectos especiales. Álvarez, quien no pronuncia una sola palabra en todo el filme, fue premiada a la mejor actriz, entre otros, en el Festival Internacional de Cine de Estocolmo, y firmó uno de los mejores papeles de su carrera.
Un poeta tras la cámara
Juanma Bajo Ulloa demostró ser un cineasta muy completo con sus dos primeras películas, un poeta visual, y estas dos pequeñas y algo olvidadas joyas del cine español pueden verse ahora en todo su esplendor en la plataforma Netflix.
La dirección de actores, la fotografía, la planificación, el guion, las interpretaciones, la música: no hay puntos débiles en estas producciones para las que su director no contó con un elevado presupuesto, incluso tuvo que hipotecar su casa para rodar Alas de mariposa. Los silencios, el gesto del actor, son recursos cinematográficos que Bajo Ulloa explota con maestría para crear emoción, profundidad dramática, poesía, y que llevó al extremo en Baby, una película rodada íntegramente sin palabras.
A pesar de que Juanma bajo Ulloa ha dicho en más de una ocasión que jamás volvería a rodar cine de autor, algo comprensible si tenemos en cuenta el poco apoyo económico que recibió, previo al rodaje, así como la injusta recaudación posterior, estamos deseando que claudique y vuelva a sus orígenes, es decir, al cine intimista y de bajo presupuesto que obliga al realizador a ser creativo y preciso, el retorno a un cine que se transforma en arte y nos regala historias y personajes que son difíciles de olvidar.