«Las Plásticas» en un fotograma de 'Chicas Malas'. (vía: Paramount)

‘Chicas malas’, el regreso musical de «Las Plásticas»

Título original: Mean girls

Año: 2024

Duración: 112 min.

País:  Estados Unidos

Dirección: Samantha Jayne, Arturo Perez Jr.

Guion: Tina Fey. Obra: Tina Fey. Guion original: Tina Fey, Nell Benjamin, Jeff Richmond

Fotografía: Bill Kirstein

Música: Jeff Richmond

Reparto: Angourie Rice, Reneé Rapp, Bebe Wood, Avantika, Vandanapu, Auli’I Cravalho, Jaquel Spivey, Christopher Briney, Tina Fey, Tim Meadows, Jenna Fischer, Jon Hamm.

Productoras: Broadway Video, Little Stranger, Paramount Pictures, Paramount Players. Productor: Tina Fey, Lorne Michaels.

Género: Musical, comedia

Ficha completa en FilmAffinity

El fenómeno derivado de la nostalgia se ha convertido en el último reclamo de los grandes estudios y productoras internacionales. Una oleada de reboots, spin offs y remakes han asolado a las plataformas, insuflando vida de nuevo a unos universos que, en la mayoría de los casos, destrozan el dulce recuerdo que habían dejado sus predecesores en el imaginario colectivo. En este caso, le ha tocado el turno a Chicas malas (2004), un clásico de culto millennial que marcó un antes y un después en el género de las comedias de instituto con una historia gamberra y auténtica.

La estela de su impacto se mantiene aún viva cuando cada 3 de septiembre las redes sociales se inundan de una icónica Lindsay Lohan para recordarnos el aniversario en el que Aaron Samuels (Jonathan Bennet) -el hot boy del momento- le preguntó qué día era. O cuando, de forma aleatoria, nuestro cerebro nos recuerda en un miércoles cualquiera que «hoy solo se puede vestir de rosa». La lista de citas y memes que se repiten anualmente desde hace más de dos décadas es innumerable y constatan el éxito del filme culmen de la cultura pop. Entonces, con la nostalgia dosmilera acechando en cada esquina, ¿es ahora el momento perfecto para revivir el éxito de las «Las Plásticas»?

Tina Fey conserva la dirección de la batuta detrás del legado de Chicas malas desde que en 2004 decidiera adaptar junto a Mark Waters el ensayo Queen Bees and Wannabees, de la escritora Rosalind Wisemand. Una especie de manual parental que radiografiaba la despiadada y peligrosa jerarquía social que se había instaurado en los institutos norteamericanos durante los 2000.

«Las Plásticas» en un fotograma de Chicas Malas. (vía: Paramount)

Nacía así la historia de Cady Heron, una joven adolescente criada en África y aislada de la desalmada pirámide adolescente que dividía cruelmente en populares, empollones, quiero-y-no-puedos, salidos y una infinidad de etiquetas sin sentido a millones de estudiantes. Cady no se imaginaba que Los Angeles, el nuevo destino al que se iba a trasladar, se convertiría en una selva aún más cruel que a la que estaba acostumbrada en Kenia. Su catastrófico porvenir se ve salvado por Janis y Damian, nerds señalados, que la animan a infiltrarse en el grupo de las populares para conocer sus oscuros secretos. Lo que no anticipaba el perspicaz plan era que Cady se convertiría progresivamente en una copia de la líder del clan, la despiada Regina George.

El remake de Chicas malas repite exactamente la misma historia, a la que Tina Fey -que regresa como guionista productora ejecutiva y actriz- añade un nuevo elemento: números musicales. Sí, has oído bien -a pesar de que Paramount haya hecho grandes esfuerzos por ocultar este «pequeño detalle» en todo sus contenidos promocionales-. Y es que, precisamente en 2017, la cómica estadounidense estrenaba en pleno Broadway la versión musical de la película en un intento por expandir el universo de Chicas malas.

Esta amalgama de adaptaciones es la que ha dado vida a la nueva versión, un remake con pocas novedades y que se nutre principalmente de la autorreferencia para construir un entramado con los mismos diálogos, chistes y situaciones; una propuesta que asegura la complicidad de cualquier acérrimo al primer filme. Todo ello funciona a la perfección, precisamente porque así lo conseguía su predecesora -que confirma su dimensión atemporal-, pero falla a la hora de introducir las escasas actualizaciones que propone. De hecho, Chicas malas consiguió consagrarse como la trasgresora de su época, una esencia que se desvanece en esta ocasión con el diseño de un universo edulcorado que sigue todas las modas actuales. Ni siquiera consigue sacar el máximo partido a uno de los grandes invitados sorpresa de estas últimas décadas: las redes sociales. Regina George es trendic topic, Cady gana todas las encuestas en Instagram y hasta Megan Thee Stallion opina sobre la debacle en el instituto a través de su Tik Tok, pero más allá de una función anecdótica, no consiguen encajar en la idiosincrasia de este nuevo instituto norteamericano.

El alma de Broadway irrumpe también en la vida de «Las Plásticas» con un desfile de actuaciones musicales, algunas más memorables que otras. Samantha Jayne y Arturo Pérez Jr. -dupla en la dirección- trabajan mano a mano con el compositor Jeff Richard y las letras de Neil Benjamin, quienes se encargaron de crear la versión musical. Todo parece funcionar: unas coreográficas espectaculares, una puesta en escena al más estilo hollywoodyense, y el enorme talento de todos los intérpretes; pero por alguna razón, las piezas no terminan de encajar.

Reneé Rapp como la nueva Regina George (vía: Paramount).

A esta nueva propuesta se ha sumado un elenco lleno de talentos interpretativos y musicales: Angourie Rice como Cady, Reneé Rapp, Bebe Wood y Avantika Vandanapu -en una versión casi caricaturizada de la Karen que recordamos, más boba, menos profunda- como «Las Plásticas»; y Auli’i Cravalho -quien daba voz a Moana- o Aquel Spivey, en los papeles de Janis y Damian. Los estándares de sus predecesores eran altísimos y Reneé Rapp destaca al crear una Georgina George que, por primera vez en toda la cinta, reivindica una esencia única y diferente. La sombra de Rachel McAddams acechaba a la joven cantante, que consigue crear un personaje igual de icónico y con un toque particular y distintivo.

La nueva Chicas malas no es ni de lejos un remake fallido, pero le debe su consiguiente éxito a su antecesora. Todos aquellos que disfrutamos de la picardía malévola de Tina Fey en la primera entrega lo seguiremos haciendo con este nuevo filme. Una cinta que, sin pretensiones de ser sustituta, amplia este famoso cosmos teñido de rosa chillón.

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Lo mejor: Volver a revivir la nostalgia de Chicas malas con la misma autenticidad
Lo peor: Un musical encubierto que no aporta nada interesante
6.5