No consumimos series del mismo modo en que lo hacíamos hace cinco años. Netflix ha instaurado un modelo que ha sido asimilado por todos, que ha revolucionado el mercado global y con el que parecía tener la llave del éxito instantáneo. Todas las marcas han reaccionado para amoldarse a esta nueva fórmula. Y sin embargo, el reciente fenómeno de Chernobyl en HBO parece haber cambiado las reglas del juego. El éxito de Chernobyl puede leerse de muchas maneras, pero sin duda una de las más interesantes es que el futuro de las series vendrá en mini.
Chernobyl ha agrietado ese aparente consenso a la hora de consumir series en forma de maratón netflixiano y que se estaba replicando como un virus sin vacuna por el resto de plataformas. El formato del atracón seriéfilo puede estar tambaleándose. Y no es que las miniseries sean algo novedoso: desde Yo, Claudio (1976) hasta la esperada Patria (2019) pasando por House of Cards (UK) (1990) o Show me a hero (2015).
Muchas de las mejores historias contadas en televisión se han presentado con una mínima tanda de episodios; una película fraccionada en cuidadas piezas que permitían condensar una narración clara y sin la irritación de ese bochornoso estiramiento que hastiaban al más espectador más paciente. Entonces, ¿qué ha cambiado? O mejor dicho, ¿qué puede cambiar?
No es noticia alguna: el mercado está saturado. La lista crece cada semana: Disney, Amazon, Apple, Warner, Movistar…las marcas de entretenimiento más potentes hoy día toman posiciones. El tablero de juego comienza a resquebrajarse del peso que soporta. Y ya se ha hablado hasta la saciedad: el consumidor no puede hacer frente a una oferta tan amplia. Tiene que decidir mientras crece la psicosis por el spoiler, la ansiedad por el tiempo invertido en un catálogo de series en constante revolución que no entiende de fechas ni de citas de emisión. Y entonces llega Chernobyl, una serie quasi documental sin grandes filigranas que, en cinco semanas, ha marcado y monopolizado la conversación.
El éxito de Chernobyl puede comprenderse, más allá de su impecable calidad, en que ha ido en contra de la abrumadora tendencia de consumo, permitiendo que el boca a boca se fraguara de forma orgánica y dando tiempo para ir enganchando a más y más espectadores. Chernobyl ha vuelto a poner sobre la mesa un formato casi olvidado, el “¿has visto el episodio de esta semana?” que creíamos que se perdería con Juego de Tronos. Y las marcas, listas como zorros, toman nota.
No sería descabellado que los Disney-Amazon-Apple- Warner- Movistar del momento vean aquí un jugoso filón a la hora de producir y apostasen por las miniseries para asegurar suscriptores, fidelizar audiencias y general prestigio ante la competencia. Series rápidamente consumibles pero difícilmente olvidables, que dejan marca en nuestras conversaciones. De nuevo, no se trata de una tendencia nueva. Ahí están The terror (AMC), Heridas abiertas (HBO), The haunting of Hill House (Netflix) o El día de mañana (Movistar), todo series de 2018 que valieron para que sus respectivas marcas sacaran pecho la pasada temporada.
Chernobyl “simplemente” ha afianzado esta tendencia, avivando aún más el fuego. Lo interesante de su éxito no radica en ser una miniserie, sino en haber normalizado y popularizado este antiguo formato de narración para sentar un precedente que dé colorido a lo que está por venir, que no será poco.