Título original: Athena
Año: 2022
Duración: 99 minutos
País: Francia
Dirección: Romain Gavras
Guion: Romain Gavras, Ladj Ly, Elias Belkeddar
Musica: Surkin
Fotografía: Mathias Boucard
Reparto: Dali Benssalah, Alexis Manenti, Anthony Bajon, Karim Lasmi, Ouassini Embarek, Radostina Rogliano, Mehdi Abdelhakmi, Tarek Haddaji, Sami Slimane, Guy Donald Koukissa
Productora: Iconoclast
Género: drama, thriller, cine social
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«Es la historia de un hombre que cae desde un edificio de cincuenta pisos. Para tranquilizarse mientras cae al vacío no para de decirse: hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien. Pero lo importante no es la caída, es el aterrizaje».
Llegó el aterrizaje. La mala yerba cultivada de la que hablaba Víctor Hugo -y clausuraba Los miserables (Ly, 2019)- se levantó. La segregación a los suburbios, la pobreza y las pocas oportunidades detonaron tras la muerte de un joven del parisino barrio de Athena –Parc aus Liévres en la realidad-. Después de esto, los jóvenes del banlieue asaltan una comisaría de policía para coger armas y enfrentarse a las fuerzas armadas francesas en su barrio.
Con esta contundencia empieza Atenea, la nueva película de Romain Gavras, hijo del mítico director de cine político Costa-Gavras. Además, lo hace con una sofisticación técnica, discursiva y atmosférica que convierte un travelling de cerca de 15 minutos en una de las escenas del año.
La película prosigue después intentando seguir siempre el mismo estilo impuesto en esta impresionante primera escena. Sin embargo, no siempre le funciona, pero, cuando da en la tecla -lo que sucede en un par de ocasiones-, vuelve a apabullar al espectador con ese juego de fuegos artificiales y tensión que se crea desde la dirección, la fotografía y la música.
A diferencia de la última película de Ladj Ly, también guionista de esta, el guion de Atenea parte de una idea más interesante. Fusiona la rebelión con el conflicto entre tres hermanos por diferentes luchas. Karim (Sami Slimane) es el líder del movimiento y su figura serena y con una mirada de justicia le crean una aurora mesiánica. Abdel (Dali Benssah) tiene los pies en la tierra y es un antiguo militar que lo único que busca es mantener ilesa a su familia. Sebastien (Aleix Manenti) es un traficante del barrio que tan sólo piensa es en su propio bienestar.
Este discurso entre lo personal y lo colectivo enriquece de sobremanera a la historia y ensancha las percepciones de la rebelión dentro de esta misma. Porque esta película no es equidistante, pero sí muestra todas las perspectivas posibles, teniendo tanta importancia la policia como los insurgentes, los no posicionados y los desplazados. Es una cinta 100 % política, diferente a las que hacia el padre de Romain, pero que se mete dentro de uno de los problemas de la actualidad.
Sin embargo, Atenea se desinfla justo al final por un desenlace muy Netflix, por una revolución narrada por el capital. Cuando todo debería explotar, se enfría en un ejercicio de moderación visual -no tanto discursiva- que deja un mal sabor de boca que sepulta a la película. Al contrario que El odio (Kassovitz, 1995) y Les miserables, el aterrizaje interno es lo menos ruidoso posible. Aun así, mientras vas cayendo durante su hora y media vas pensando: todo va bien, todo va bien, todo va bien.
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Nota: 7,5/10
Lo mejor: la escena inicial
Lo peor: el desenlace