Título original: Anatomie d’une chute
Año: 2023
País: Francia
Dirección: Justine Triet
Guion: Justine Triet, Arthur Harari
Fotografía: Simon Beaufils
Reparto: Sandra Hüller, Milo Machado Graner, Jehnny Beth, Swann Arlaud, Samuel Theis, Camille Rutherford, Sophie Fillières, Antoine Reinartz
Productora: Les Films Pelléas, Les Films de Pierre
Género: Drama, Thriller
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Un pequeño spoiler: Anatomía de una caída incluye la instrumental de un tema muy conocido del rapero, actor y empresario 50 Cent entre su reducida BSO, algo sorprendente por partida doble. Primero, su inclusión viene a los 5 minutos de haber arrancado la película. No hay tiempo para reaccionar y decir que pinta esto en un drama francés sobre un «accidente» y su posterior juicio. Segundo, el gangsta rap y la Palma de Oro del Festival de Cannes no son dos conceptos que uno asociaría de primeras. Sin embargo, en este pequeño detalle que más adelante se convertirá en mera anécdota reside la clave de la nueva cinta de Justine Triet.
La cinta arranca con una entrevista que Zoe (Camille Rutherford), una estudiante que prepara su tesis, hace a Sandra (Sandra Hüller), novelista de gran éxito. El marido, Samuel (Samuel Theis), trabaja en la buhardilla con la música a todo trapo, detalle que propicia la pronta finalización de la conversación que se lleva a cabo en el salón entre las dos mujeres. Saltamos al hijo de la pareja, Daniel (Milo Machado Graner), el cual saca a pasear al perro (Messi) y, a su vuelta, encuentra a su padre tendido enfrente del porche, cubierto de sangre y ya muerto. Todo parece indicar que se ha caído, pero la autopsia no puede confirmarlo. ¿Acaso Sandra, la única persona en dentro de la casa, lo empujó? Comienza el juicio.
Este el punto de partida con el que la directora y Arthur Harari (coguionista del filme) empiezan a confeccionar la verdadera historia detrás de este incidente. Pues a través de la construcción clásica de los procedimentales judiciales, la película se lanza a indagar en la vida de este matrimonio para diseccionar los roles entre maridos y mujeres, en este caso para hablar brillantemente sobre la masculinidad en general y la masculinidad frágil en particular. Temas que Triet apuntala de manera metódica y excelsa a lo largo de sus 150 minutos de metraje.
No obstante, la verdadera estrella de la función es el sobresaliente trabajo de Sandra Hüller, una de las mejores actrices europeas del momento, que encarna con la suficiente frialdad y distancia a su personaje para que el suspense y la tensión mantenga en constante duda y alerta al espectador. También para que el artefacto emocional perfectamente estudiado de su directora surja el efecto deseado, al supeditar las formas (a veces hasta con alguna decisión contraintuitiva) por una sólida y clásica narración que poco a poco va penetrando en las contradicciones de un sistema judicial imperfecto, así como en la compleja relación matrimonial.
Es por ello que la cinta gana incluso más enteros cuando salimos de las, eso sí, emocionantes sesiones del juicio y nos adentramos en los pequeños intersticios cotidianos. Aquellos que confirman la máxima de que lo importante aquí no es saber si ella le empujó o no (de hecho hay partes deliberadamente vacías para la interpretación propia), sino hacer una radiografía de una verdad aun más interesante como la de las miserias y reproches de una relación en caída libre hasta que, en efecto, uno terminó de hacerlo.
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