Alfred Hitchcock es uno de los directores más relevantes de la Historia del Cine. Considerado como el maestro del suspense, la gran mayoría de su fama se debe a esos filmes de asesinatos y de intriga que tanto hemos disfrutado. Hitch fue visto en su momento como un ‘gran entretenedor’ (algunos le denominaban así de forma despectiva), pero el paso del tiempo le ha colocado varios peldaños por encima de esa etiqueta hasta el punto de haber adquirido el ‘status’ de ser considerado como uno de los mejores directores de la Historia para muchos estudiosos y amantes del cine en general.
Pese a ser uno de los cineastas sobre los que más se ha escrito, hablado y teorizado, hay un episodio de su vida que parece haber pasado desapercibido para mucha gente. Es precisamente ese episodio sobre el que hablaremos en este artículo. ¿Sabías que Alfred Hitchcock puso su granito de arena para combatir el avance nazi en Europa durante la 2ª Guerra Mundial?
Y la cuestión que arroja esta última pregunta podría ser la siguiente: ¿cómo pudo un hombre de la edad y con un físico tan particular como el de Hitchcock contribuir en un conflicto bélico de la magnitud de la 2ª Guerra Mundial? La respuesta es clara, haciendo lo que mejor se le daba: contando historias a través de imágenes.
El director británico cogió las maletas y se trasladó a Hollywood a finales de 1939 tras causar sensación con sus películas realizadas en el Reino Unido (El Hombre que Sabía Demasiado o Los 39 Escalones fueron algunos de sus títulos más destacados). Firmó un contrato con el productor David O. Selznick que derivó en películas de la talla de Rebeca (Oscar a la Mejor Película en 1941) o Enviado Especial. Es precisamente este segundo título el que comienza a dejar ver el compromiso de Alfred con la causa antinazi y su preocupación por la situación en Europa. Siempre reacio a incluir mensajes políticos en sus obras, Enviado Especial es una ‘rara avis’ en la filmografía de Hitchcock, puesto que es una cinta que acaba con una llamada a la acción dirigida al pueblo americano para que se decida a entrar finalmente en contienda en la 2ª Guerra Mundial.
Altamente criticada y considerada como una de sus películas más flojas a su llegada a América, Hitchcock no quiso que su aportación se quedara ahí, Tal y como explicó en su famosa entrevista con François Truffaut, el director era “demasiado viejo y demasiado gordo” para ponerse al servicio del ejército. La insistencia de Hitchcock en ayudar sí o sí a su país y al continente europeo se hizo por fin posible cuando pidió a Selznick presupuesto y permiso para regresar a Europa y comenzar a confeccionar el guión de la que a la postre se convertiría en una de sus más destacadas películas, Recuerda.
Hitchcock había recibido entonces su tan ansiada llamada por parte del gobierno británico. “El gobierno británico sólo tiene que llamar por mis servicios, y yo acudiré”, confesó en una entrevista. Es enero de 1944 y Hitchcock viaja a su Inglaterra natal a bordo de un de un bombardero (según cuentan, sentado en el suelo). Se pone a las órdenes de la División Cinematográfica del Ministerio Británico de Información, se le asigna un pago simbólico de 10 libras semanales y se hospeda en el hotel Claridge de Londres. Se pondrá rápidamente manos a la obra, colaborando con técnicos procedentes de la Francia libre como el actor Claude Dauphin. Hitchcock decide desarrollar los dos cortos que realizaría en francés, con el fin de ser exhibidos en la zona libre de Francia y concienciar a la población de lo que estaba ocurriendo. Bon Voyage sería el título del primero de estos cortometrajes. En él se nos cuenta la historia de un soldado francés que llega a Inglaterra y es interrogado por un superior del ejército libre francés. Durante esa entrevista se enterará de que el soldado que él cree que le ha estado ayudando era en realidad un espía de la Gestapo y que este mismo ha asesinado a la mujer a la que prometió volver a ver pasado el conflicto. Se trata de un corto muy interesante a nivel narrativo, no especialmente a nivel visual, pero que refleja la maestría de Hitch para jugar con los tiempos de narración de una historia y que transmite un mensaje de compromiso y preocupación por la causa.
Antes del 25 de febrero de ese mismo año el cineasta inglés conseguirá rodar otro corto más, Aventura Malgache. Lo que le motivó para crear otra pieza más fue el caos que percibió en la organización de las fuerzas de la Francia libre en Inglaterra, puesto que compartió mucho tiempo con generales y demás militares franceses presentes en las islas. Quiso transmitir un mensaje de llamada al entendimiento para ser más eficaces en la lucha contra las fuerzas del Eje. Ambos cortos fueron proyectados en la zona libre de Francia, aunque desconocemos la reacción general y el peso que pudo tener en el ánimo del pueblo francés.
Su exhibición y distribución posterior a la guerra ha sido una quimera. No fue hasta 1993 (ya después del fallecimiento de Hitchcock) que Aventura Malgache fue registrada en la Oficina de Derechos de Autor de los EEUU para su reedición en VHS. El ‘redebut’ de Bon Voyage llegaría dos años más tarde, en 1995.
Su visionado a día de hoy sigue siendo muy complicado, aunque una de las piezas (Bon Voyage) puede verse en YouTube, aunque con una calidad que deja bastante que desear. Pese a ello, es una fortuna que podamos conocer estas joyas de la Historia del Cine, siendo necesario ser recordado cada cierto tiempo. Hitchcock lo consiguió. Pudo aportar su granito de arena, en forma de propaganda, a la causa de la 2ª Guerra Mundial. Cerramos esta historia con unas palabras de Hitch a Truffaut: “Si no hubiese hecho absolutamente nada me lo habría reprochado después. Sentía la necesidad de partir, era importante para mí”.