Crítica – ’30 Monedas’ (Temporada 1)

Título original: 30 Monedas

Año: 2020

País: España

Dirección: Álex de la Iglesia

Guion: Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría

Música: Roque Baños

Fotografía: Pablo Rosso

Montaje: Domingo González

Reparto: Eduard Fernández, Megan Montaner, Miguel Ángel Silvestre, Macarena Gómez, Manolo Solo, Cosimo Fusco

Productora: Greenlit Productions, Pokeepsie Films

Distribuidora: HBO

Género: Terror, fantasía

Ficha en Filmaffinity

30 Monedas ha sido sin duda, desde el día de su anuncio, uno de los proyectos más esperados de Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría (si no el que más). Distribuida por HBO España y producida por Greenlit Productions y Pokeepsie Films (el propio sello del director bilbaíno y Carolina Bang), la ficción española relata la odisea del Padre Vergara (Eduard Fernández), Elena (Megan Montaner) y Paco (Miguel Ángel Silvestre) contra una organización del Mal que busca las treinta monedas por las que Judas vendió a Cristo, poseedoras del dolor del profeta, y el arma por la que Fabio Santoro (Manolo Solo) y Ángel (Cosimo Fusco) lucharán para dominar a la humanidad.

La serie es una miscelánea absolutamente poliedrica de influencias cinematográficas, literarias y eclesiásticas que se desmarca del trasfondo convencional tomando como escenario principal el pueblo de Pedraza (Segovia), marcando así el paisaje y la idiosincrasia del panorama rural español como antaño lo hicieron realizadores patrios como Luis García Berlanga, José Luis Cuerda o incluso Vicente Aranda y su duología de El Lute (1987).

John Carpenter es sin duda uno de los tótems a los que los creadores se abrazan para dar forma a su historia, aunque he de discrepar (como he leído y escuchado en algunos artículos y entrevistas) en que todo lo que tomen se limite a una sola película, La Cosa (1982), sino que observo mucha más influencia de El Príncipe de las Tinieblas (1987) o de La niebla (Darabont, 2007), esta además de una forma literal en el episodio 7, que en el evidente tratamiento del monstruo lovecraftiano que atosiga a los protagonistas en el primer y quinto episodio.

Otras inspiraciones del propio medio recaen en Wes Craven (las secuencias pesadillescas de la infancia de Vergara y el laberíntico supermercado del capítulo 6 no pueden resonar más a Freddie Krueger), Roman Polański (el tratamiento psicológico de las mujeres y de los pecados de la carne y la sangre que se materializan en la gestación de un demonio), Rafael Azcona y Mario Camus (los ecos del tardofranquismo reflejados en los personajes de Antonio Velázquez y Secun de la Rosa), Antonio Mercero (los habitantes del pueblo aporreando desesperados el bloqueo invisible como Jose Luis López Vázquez lo hacía en La Cabina) y Narciso Ibáñez Serrador (el momento en el que los turistas asiáticos son rodeados por los vecinos en el capítulo ocho es un precioso homenaje a ¿Quién puede matar a un niño?).

30 monedas
Eduard Fernández en una escena de ’30 monedas’

En perspectiva a su filmografía, opino que muchos han malacusado al realizador de retrotraerse a una de sus grandes películas, El Día de la Bestia, por el simple hecho de haber visto a un cura con un arma, aunque la verdad difiere mucho de esa reflexión, ya que 30 Monedas está mucho más cerca de Las Brujas de Zugarramurdi e incluso de Balada Triste de Trompeta (tan cerca como las referencias literarias de H. P. Lovecraft y las revistas Vampus y Fangoria).

La estructura narrativa de los ocho episodios imita a los juegos de rol y estrategia a los que tan aficionado es de la Iglesia. Cada capítulo es una aventura única marcada por un evento concreto en la que los protagonistas se deben enfrentar a una parte de un plan superior a ellos y cuyas decisiones determinarán si avanzan, retroceden, viven o mueren. Si bien los episodios 1, 3 y 4 me parecen los mejores con diferencia (y remarco especialmente «El Espejo»), sí es verdad que el ritmo vertiginoso se enfría un poco a mitad de camino (el capítulo 5 resulta un pelín confuso visto en retrospectiva) para remontar el vuelo sin problema en la recta final. Los cliffhangers de final de capítulo son naturales y no transmiten la sensación de haber sido forzados, sino bien calculados y con un sentido narrativo.

La historia sería inconcebible sin el soporte y el talento del reparto; un casting elegido con gran acierto y que no desmerece cuando se trata de distinguir entre principales y secundarios (qué bueno es Cosimo Fusco… ¡qué bueno es Paco Tous!). Eduard Fernández da sin duda una de las mejores interpretaciones de su carrera y Megan Montaner brilla con una luz propia que provoca escalofríos cuando saca toda la artillería (qué actriz de terror se ha descubierto). M. A. Silvestre, en un registro atípico a su carrera, demuestra el arco de personaje más visceral y completo de la serie y cumple con creces su cometid, mientras que Manolo Solo es una fuerza sobrenatural de la interpretación al que no hay que dejar escapar de aquí. El reparto coral del pueblo y los arquetipos dentro de él reúne a lo mejor de la flota de secundarios de este país, conformando a Pedraza como un escenario tan brillante como sombrío para los propósitos macabros de la ficción. Citar la música de Roque Baños siempre será una tarea imposible, pues no caben calificativos para valorar al mejor compositor de este país. Me limitaré humildemente a gritar «¡Bravo!» y a soñar todas las noches con la marcha procesional de los créditos iniciales.

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Megan Montaner enfrentándose a la peor pesadilla de Lovecraft

Es evidente que lo que HBO ha puesto enfrente de Guerricaechevarría y de la Iglesia es un cheque en blanco de estilo y temática. La violencia y el gore está controlada y es explosiva, no requiere de una prolongación innecesaria, lo que hace que cuando ocurra sea una sorpresa inesperada y salvaje. El uso del sexo, un tanto injustificado en una escena concreta, resulta gratuito y desmedido.

Este producto es, sin duda alguna, el más rebajado de comedia negra explícita del dúo vasco; en contadas ocasiones se puede señalar un momento de humor como tal (y resulta difuso, casi como si fuera involuntario), algo contrario a los efectos especiales que constituye uno de los pilares centrales de la serie y son dignos de mención, no desmereciendo el de series pertenecientes a la distribuidora con un presupuesto mucho mayor (el trabajo de Alejandro Pérez en, por ejemplo, el rejuvenecimiento de Vergara en el capítulo 4, es encomiable).

30 Monedas es una serie con un estilo de guión marcado, un hito seminal en nuestro país y que constituye, una vez más, una afirmación categórica de la calidad de ficción que se produce en España. La mitología cristiana se confunde con el chamanismo rural para dar forma a un monstruo pesadillesco equilibrado e imprevisible, con un final un tanto anticlimático que resulta justificado al quedar abierto en canal para la llegada de una segunda temporada. Las influencias, referencias explícitas y el amor por el medio que desprende Álex de la Iglesia conforma esta primera tirada de capítulos como una promesa esperanzadora para la ficción española, con un referente patrio que quiere y es capaz de mejorar la propuesta que ha planteado, con ahora la ventaja de las bases asentadas y todo un reconocimiento mundial.

Desde 35 Milímetros decimos: sí.

Morituri te salutant, Jorge y Álex.

Lo mejor: La mezcla de géneros y de identidad nacional que resulta de la mente de Jorge Guerricaechevarría y Álex de la Iglesia.

Lo peor: En ocasiones, hay algún deus ex machina difícil de digerir.

Nota: 8/10

https://www.youtube.com/watch?v=X6pVvX3aAMU