El otro día almorcé con un compañero de la carrera y acabamos hablando -cómo no- de series, películas y todo lo que rodea al mundo del que esperamos formar parte algún día. Jose – mi compañero de tertulias interminables – y yo, llegamos en un momento de la conversación al tema que hoy quiero tratar: lo loco que suena proponerle a alguien que quieres trabajar en la industria audiovisual y lo poco que se valora el trabajo que estas personas realizan.
No importa a quién se lo digas, cuando mencionas que estas estudiando Comunicación Audiovisual o que quieres ser director o guionista en televisión o en el cine, todo el mundo te mira siempre con un aire raro, resoplan y apartan la vista o simplemente te preguntan qué es eso y para qué sirve. En ocasiones este gesto puede resultar molesto y, quieras que no, te enfada, pero no porque sientas que no te comprenden, sino por todo lo que significa ese gesto para los que están detrás de los programas y contenidos que esas personas que te toman por loco ven cada día.
Cuando mencioné por primera vez que quería ser una de esas personas que hacen que Leonardo DiCaprio, Scarlett Johansson o Mario Casas sean quienes son, puedan estar en las pantallas de todo el mundo y tener los millones que tienen, mis padres casi se rieron de mi. Bradley Cooper o Jennifer Lawrence no estarían en la portada de todas las revistas ahora mismo si nadie hubiera escrito el guión de ‘El lado bueno de las cosas’ y Chris Hemsworth no sería Thor si no hubiera nadie que le hiciera volar y romper cosas con efectos digitales. Ni siquiera habríamos podido disfrutar de Meryl Streep si nadie hubiera montado sus películas.
Cuando la gente va al cine no se preocupa, como los frikis como yo, de que el plano sea este o el otro, de que la iluminación sea la adecuada o de que el montaje sea ágil y acorde con el ritmo de la película porque eso se da por sentado. Si le preguntas a alguien al salir de la sala que qué le ha parecido la banda sonora de ‘El gran hotel Budapest’ – ganadora del Oscar en esta categoría el año pasado -, seguramente te dirá que bien, que estaba como tenía que estar o simplemente que no se han fijado ni le han prestado atención. Y es aquí a donde quiero llegar: a la todo el mundo le encantan las series y el cine pero no valoran el inmenso trabajo que hay detrás de cualquier contenido audiovisual, aunque sea un corto de tres minutos, más allá del que realiza su actor o actriz favorito y todas las horas de producción sin las que nada sería como lo vemos en la pantalla.
Casi nadie piensa en la labor del guionista, del director o del compositor (y ya ni hablamos del técnico de sonido o el director de fotografía) cuando está viendo su serie favorita. A no ser, claro está, que quiera dedicarse o formar parte de ese mundo tan duro y tan poco valorado que se esconde detrás de una cámara. Sin embargo, aunque quizás sintamos a veces que nuestro trabajo no merece la pena porque somos solo nombres en unos títulos de crédito que nadie se para a leer, los locos que queremos estar en esos títulos de crédito al final de una película o al principio de cada capítulo de una serie seguiremos intentando que aunque sea nuestra familia y amigos más cercanos comiencen a reconocer el trabajo de esos grandes desconocidos sin los que Hollywood no sería más que un cartel de letras blanca en una montaña de California.