playa-de-lobos

‘Playa de Lobos’, donde esperpento y dialéctica se dan la mano

 

 

Título original: Playa de Lobos

Año: 2025

Duración: 97 min.

País: España

Dirección: Javier Veiga

Guion: Javier Veiga

Reparto: Dani Rovira, Guillermo Francella, Antonia San Juan, Marta Hazas, Javier Veiga

Música: Alfred Tapscott

Fotografía: Javier Salmones

Productoras: MediaLimón,Zebra Producciones, Epos Cine

Distribuidora: TriPictures

Género: Comedia. Thriller

Crítica en Letterboxd

Un turista en Formentera, un encargado de chiringuito y una hamaca de por medio. Klaus, un anciano que se encuentra de vacaciones en la isla, solo quiere sentarse en la hamaca para contemplar la luna y las estrellas. Manu, un pobre desgraciado que se saca los cuartos regentando un chiringuito de playa, solo quiere recoger la hamaca y cerrar el local para irse a su casa a descansar. Así, dos completos desconocidos que nada tienen en común, comienzan un duelo verborreico a vida o muerte, una discusión que se alarga toda una noche durante la que se habla demasiado. Entre caipiriñas y mojitos, queda patente que nada es lo que parece, y lo único que se saca en claro es que uno no se puede fiar de los desconocidos.

Javier Veiga escribe y dirige una Playa de lobos que es una suerte de disertación del absurdo, una aproximación (desde la comedia y el esperpento) a la banalidad del mal de Hannah Arendt. Desde un thriller que arranca como comedia, y que a ratos abraza el musical, Veiga convierte el disparate en la nueva normalidad, consiguiendo un Puñales por la espalda (Jonhson, 2019) a dos voces donde Guillermo Francella y Dani Rovira cargan con todo el peso de la cinta. La trama, con un tempo guionizado al detalle que no abruma ni aburre en ningún momento, explora la condición humana desde lo oculto: esa cara B que nunca se muestra en público.

El personaje de Francella, una especie de Santa Claus irreverente que regala metáforas en su sentido más literal, es el paradigmático caso del refrán “no te fíes de los desconocidos”. El de Rovira, Manu, es la manifestación en persona de la cita de Einstein con la que cierra la película: “Cuando te mueres, no sabes que estás muerto, no sufres por ello, pero es duro para el resto. Lo mismo pasa cuando eres imbécil”. Si ese contraste de personajes funciona es, principalmente, gracias a las interpretaciones de un dúo actoral que se entiende a la perfección.

No obstante, la dificultad del guion (ese empeño en izar la idiotez por bandera) se convierte, a ratos, en su mayor enemigo. La ingenuidad del personaje de Rovira peca, en ciertos momentos, de rozar el exceso, y lo que pretendía resultar cómico se convierte entonces en un dislate sin credibilidad. Este despiste no es, sin embargo, algo que moleste demasiado, porque la tensión de la cinta consigue que el espectador no quiera despegar los ojos de la pantalla. Asimismo, el diseño sonoro, que cobra especial importancia en esos momentos oníricos de musical, es un complemento acertado en la película, una decisión que mantiene el ritmo in crescendo durante todo el metraje.

En definitiva, Playa de lobos es una reflexión sobre la apariencia, el engaño y la ingenuidad como mecanismo de supervivencia; una cinta que pretende rozar el psicoanálisis desde el sinsentido y que, con la estupidez como buque insignia, viene a recordar que, por mucho que uno crea saber, uno no conoce más que aquello que se deja ver.

playa-de-lobos-donde-esperpento-y-dialectica-se-dan-la-mano
Fotograma de ‘Playa de lobos’ (Foto: Tripictures)
Nota de lectores0 Votos
0
Lo mejor: Veiga hace un curioso ensayo sobre la condición humana y el instinto reprimido.
Lo peor: La idiotez guionizada en exceso llega a encorsetar a actor y personaje.
6.5