Título original: Fair play
Año: 2023
Duración: 113 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Chloe Domont
Guión: Chloe Domont
Fotografía: Menno Mans
Música: Brian McOmber
Reparto: Alden Ehrenreich, Phoebe Dynevor, Eddie Marsan,
Sebastián de Souza, Rich Sommer, Geraldine Somerville, Sia Alipour, Brandon Bassir, Yacine Ramoul, Jamie Wilkes
Distribuidora: Netflix
Género: Drama | Intriga | Bolsa y Finanzas | Mercado laboral
__
Madrugones diarios a las 4h30, jornadas de trabajo extenuantes, reuniones a deshoras con cenas y clubes de copas nocturnos. Es el ambiente laboral en el que transitan los dos jóvenes protagonistas de este drama inicialmente romántico. Luke (Alden Ehrenreich) y Emily (Phoebe Dynevor) son dos analistas de inversiones de una potente firma, una de esas agencias bursátiles neoyorquina, con aspiraciones e ilusiones de progresar en la vida (juntos).
A pesar de que mantienen su relación amorosa en secreto, es algo que evidentemente es de lo más contraproducente en una profesión tan exigente y prejuiciosa. Sin olvidar que el refranero popular es de lo más explícito al respecto. Apasionarse y mantener un romance entre compañeros de oficina no puede sino complicar las cosas. Es un mundo donde ello se interpreta como signo de debilidad y de problemas, pudiendo limitar claramente sus carreras profesionales.
Por descontado eso sucede con nuestros protagonistas, quienes joviales y alegres mantienen una pasión irrefrenable y comparten su día a día laboral con el morbo del secreto y del amor prohibido tan idealizado por los cuentos y literatura clásica. Sin embargo, esto no es una de esas historias de caballeros y damiselas. Más bien recuerda al entorno laboral de exigencia extrema e irracional de la serie reciente de Industry. Cualquiera puede quedar atrás: despidos repentinos, reproches agresivos y sensación de montaña rusa entre grandes logros y estrepitosos fracasos.
La complicación de la trama va muy en aumento, la tensión narrativa se dispara desde el desencadenante primordial. Se acrecienta el nivel de adrenalina, ya de por si habitual en tramas en las que las operaciones financieras en Bolsa suelen ser frenéticas. El ascenso laboral de Emily, por inesperado más que por inmerecido, rompe el equilibrio de la pareja. Luke es incapaz de aceptar el éxito de su reciente prometida por puros celos profesionales y un ego masculino que le reconcome. Los problemas y los líos entre ambos no hacen más que aumentar hasta el clímax con un final esclarecedor.
Por su parte, Emily demuestra ser una mujer decidida, empoderada, puesto que consigue romper ese techo de cristal por méritos propios en una oficina repleta de guerreros en busca de su cetro, para ocupar el puesto de analista en jefe. Aún así termina sobreviviendo a los códigos del mundo de hombres de las finanzas. No parece haber adquirido los malos modos, actitudes despiadas ni la prepotencia de los que dominan ese sector de actividad.
Las discusiones apasionadas y subidas de tono, sin olvidar algunos encuentros sexuales, propician un ritmo vertiginoso e incómodo ante tanto devenir de los acontecimientos. Las prisas por tener éxito, mejor dicho por no fracasar fulgurantemente, y evitar ser el siguiente en pasar por la guillotina de recursos humanos, lleva a apuestas arriesgadas con estrategias de inversión que recuerdan a las partidas en el Casino. Síntomas de un desenlace en el cual se vaticina que todo siempre puede ir a peor.
De lo que no cabe duda es que Emily no es una mujer pusilánime. Realmente hace todo por revivir su relación ante la estupefacción por las reacciones de Luke. Algunas de las discusiones mantienen un nivel cercano al de Scarlett Johansson y Adam Driver en Historia de un matrimonio…
El amor puede con casi todo, pero hay unos límites. Emily es una mujer formada y cada vez más segura de si misma por su desempeño en el trabajo. Así que no está para soportar celos «aunque sean profesionales», ni el desdén laboral y las suspicacias por el mero hecho de ser mujer joven. Ni mucho menos de aguantar una relación tóxica.
Realmente, muy entretenida y vibrante no sólo por abordar temas transversales de actualidad: mercado laboral, empoderamiento, techo de cristal, relaciones tóxicas de pareja…sino por tener un ritmo trepidante en el que existe incertidumbre sobre hasta qué nivel trágico se van a resolver los acontecimientos.
Lamentablemente no se ha optado por alargar la historia en un formato de miniserie que hubiera propiciado aún más juego y menos limpio. Lo que se intuye en los últimos encuentros de la pareja vislumbrándose una batalla psicológica, en 3 ó 4 episodios no hubiera estado nada mal. Casi un relato salvaje de Damián Szifrón. No obstante, se entiende que la intención más que probable era la de zanjar la historia de modo concluyente y tajante.
Juego Limpio está actualmente disponible en la plataforma Netflix.
__
Lo mejor: un ritmo frenético por lo apasionado de las discusiones, el erotismo y algunas situaciones de lo más incómodas.
Lo peor: que no se hayan decidido por convertir el argumento en una jugosa miniserie.
Nota: 8/10