‘Merlí’, entre lo nuevo y lo viejo

Merlí
Merli (Francesc Orella) rodeado por sus alumnos

Merlí ha vuelto a la pequeña pantalla tras largos nueve meses de espera. Aunque aún falta algún tiempo para poder ver los nuevos capítulos doblados al castellano, los Peripatéticos ya nos cuentan sus renovadas (y no tan renovadas) aventuras en el canal autonómico catalán.

La primera temporada acabó con un nivel altísimo, superándose cada semana en las audiencias, en guiones y en Twitter (sí, cada vez importa más su opinión para medir cómo le va a una serie). Además la última escena de la primera tanda de episodios nos dejó un final que podríamos considerar bastante cerrado. Un bucólico final a cámara lenta dónde toda la clase saltaba, bailaba, se abrazaba y brindaba con vasos de plástico. Es cierto que habían preguntas por responder, personajes por descubrir y historias por evolucionar, pero no podemos hablar de un cliffhanger que nos dejara mordiéndonos las uñas. Al menos, no de un cliffhanger de libro.

Por esto, en parte, la idea de por dónde cogerían las riendas esta temporada podía resultar un poco difusa en la previa. Ahora sí que lo sabemos: ha pasado un verano, unos vacaciones y unos personajes 3 meses más maduros (para algunos es un mundo, para otros parece que poco ha cambiado) empiezan el último curso de Bachillerato. ¿Y cómo le llega al espectador este retorno al instituto? Si nos ponemos a comparar, ahora mismo, Merlí es aquel amigo que hace tiempo que no ves, que sigue siendo tu amigo pero que por diferentes razones la relación no es la misma que siempre.

Sin duda alguna, lo que más se preguntan los seguidores de Merlí es si volverá a surgir la chispa entre Pol y Bruno.
Sin duda alguna, lo que más se preguntan los seguidores de Merlí es si volverá a surgir la chispa entre Pol y Bruno.

Por ahora, podemos reconocer fácilmente la esencia de Merlí en los nuevos episodios, pero nos engañaríamos si no comentáramos que por la ficción catalana podemos observar que hay alguna cosa distinta, diferente, que ha cambiado. La estructura y la forma de trabajar no es idéntica y llevando gafas o sin llevarlas, se nota. No en un sentido positivo ni negativo, simplemente está pasando y cada seguidor de Merlí tendrá su opinión (ahora sí, negativa o positiva) al respeto.

El cambio que más presencia tiene en este momento, es el cambio e roles cuándo hablamos de protagonismo. Aunque hablemos de una serie con 8 personajes adolescentes principales (o que al menos, no podemos tachar de secundarios) el espectador tenía muy claro que en esta pasada temporada, el Bruno (David Solans) y su trama se llevaban gran parte de protagonismo, sin olvidar el personaje de su padre (Francesc Orella) y de Pol (Carlos Cuevas).

En los tres capítulos que lleva esta segunda temporada, nos han dejado ver que nos tenemos que despedir de la figura cómo el centro de las líneas argumentales de la serie para ahora sí, dar un poco más de rienda a compartirlas con los personajes que son sus compañeros de clases.  Claro que dentro de todo esto hay cosas que siguen igual: sabemos más detalles de Oksana (Laia Manzanares), la nueva alumna, que de la adorable Tània (Elisabet Casanoves), personaje que debutó en el primer capítulo y del que aún esperamos conocer su historia.

Merlí
Joan y Mònica están juntos, pero Gerard podría estorbar los planes de la pareja.

Con casos puntuales como el de Tània aparte, esta diversificación de las tramas ha cambiado la estructura de los episodios. Ahora tienen un ritmo muy acelerado y transmiten al espectador la sensación de transcurrir particularmente deprisa.  Estábamos acostumbrados a un capítulo centrado en un personaje porqué las escenas que le ocurrían fuera de clase eran más constantes, o su trama en particular era el centro el capítulo y el vínculo con la filosofía. Ahora, aunque podamos deducir quién es ese protagonista de la semana, tiene menos presencia en pantalla, ya que los guiones abarcan muchas más tramas (aunque sean más cortas, y algunas sólo duren el mismo capítulo) y el ser y el estar de más personajes durante aquellos casi 50 minutos. Aunque no nos vamos a engañar, de momento no ha habido grandes acontecimientos, ya que al tener más tramas a lo largo del capítulo pero el mismo tiempo para contarlas, inevitablemente, te obliga a hacer escenas más cortas. Pero de aquí al capítulo 26 pueden pasar muchas cosas.

En todo caso, otro hecho a destacar de la temporada son las incorporaciones. La de la nueva alumna Oksana, la del nuevo profesor de castellano Millán (Ferran Rañé) pero sin duda, la más destacada es la de Coralina (Pepa López), nueva profesora de historia y jefa de estudios. Sin ninguna duda, la han incorporado bajo la etiqueta de la antagonista. Y además de un modo tan típico: una sexagenaria, con mucho sarcasmo, mala baba, que se ganará la enemistad de los alumnos (excepto de uno) y la del claustro (en especial del protagonista) que se comporta de forma excesivamente rigurosa en terreno profesional para suplir la soledad de su terreno personal. No es la primera vez que lo escuchamos, ¿verdad? Aunque me sorprenda, en este sentido, Merlí tiene crédito y mucho: la temporada pasada nos engañaron para bien contándonos tramas que parecían construidas a base de clichés y que luego demostraban no ser nada de lo que creíamos que iban a ser en un principio.

Coralina es la nueva jefa de estudios.
Coralina es la nueva jefa de estudios.

Sin embargo, no hay duda que la filosofía y el carácter de Merlí siguen siendo el motor de la serie. Los personajes que ya conocíamos siguen siendo personajes que nos resultan familiares, pero que no por eso se han quedado estancados. Han evolucionado, y por diversas declaraciones que ha hecho el reparto de los actores, tienen mucho que contar. En algún momento tocará que conozcamos a Tània, por fin nos hemos adentrado en la cotidianidad de Marc (Adrian Grösser), conoceremos un Bruno liberado tras salir del armario y un Pol con muchos apuros económicos, sin olvidarnos del triángulo amoroso de Joan (Albert Baró), Mònica (Júlia Creus) y Gerard (Marcos Franz). Sus historias siguen siendo el otro motor de Merlí, seguramente, el más grande.

Por ahora, Merlí sigue adaptándose a estos cambios de forma que ha propuesto en su nueva temporada mientras los hace encajar con todo el background de la primera temporada. Una primera temporada que dejó un nivel altísimo, y que esta segunda temporada, cogiendo sus elementos nuevos y conservando los viejos, intentará mantener o incluso superar.