Merlí: el profesor que todos hubiéramos deseado tener

Título original: Merlí

Año: 2015

País: España

Director: Eduard Cortés

Guión: Héctor Lozano

Fotografía: Joan Benet

Reparto: Francesc Orella, Carlos Cuevas, David Solans, Albert Baró, Pau Poch, Adrian Grösser, Júlia Creus, Elisabet Casanovas, Marcos Franz, Iñaki Mur, Candela Antón, Pau Durà, Ana Maria Barbany, Marta Marco.

Productora: TV3 y Nova Veranda

Género: adolescente, drama, comedia.

Fecha de estreno: 14 de septiembre de 2015

Merlí. Cuándo vi por primera vez la promoción de esta serie me pregunté a quién se le había ocurrido bautizar a un profesor, de los miles que ha habido en la pequeña pantalla, con el nombre de uno de los magos más famosos de la historia. La serie, producida por la televisión autonómica catalana (TV3), presentaba un instituto, diez alumnos y un profesor de filosofía un tanto peculiar. Cometí el error de pensar que estábamos delante de una producción más que poco se arriesgaría a romper los moldes de la dinámica alumno – profesor – instituto. Pero me equivoqué y acabé entendiendo el por qué de ese nombre tan particular.

La serie, que se retransmitirá en Atresmedia durante el próximo año, puede ser un buen plato para la cadena. Merlí (Francesc Orella), un profesor de filosofía, llega como sustituto dónde empezará a impartir clase mostrando un carácter irónico y con unos métodos poco ortodoxos que recuerdan a los de John Keating (Robin Williams) en El Club de los Poetas Muertos, película que influencia a la serie. Gracias a esto, los adolescentes protagonistas – y también el espectador – empiezan a entender los valores de la Filosofía que nuestro sistema educativo está empeñado en olvidar. Merlí acaba siendo alguien irónico y sarcástico capaz de sacarte alguna carcajada, y si no, una sonrisa. Es prácticamente media serie, sin deslumbrar al resto.

Los pensamientos de grandes filósofos como Platón o Hume, se mezclan con la trama personal de los protagonistas, en especial, de los más jóvenes. Las múltiples referencias a reconocidos pensadores hacen que la serie “Merlí” sea un punto y aparte en comparación a otras series ‘adolescentes’, sin menospreciar éstas últimas. Aunque la verdad, si sólo se tratara de la filosofía y de la fluidez con la que se desarrollan las explicaciones de ésta, probablemente la serie no habría tenido el éxito que ha tenido.

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Es una de esas series a las que vale la pena no juzgar por el primer capítulo, que en su caso, es una especie de disfraz de lo que viene en adelante. Ahí los personajes pueden parecer lo que no son, y no por un error de guión. A la mayoría les espera aún una evolución bien estructurada que sacará a relucir quiénes son y serán en realidad.

Este desarrollo de los personajes es una de las características más bonitas de la serie, ya que es prácticamente inevitable primero, encariñarte con ellos; y segundo, en algún punto de la serie, sentirte identificado con alguno (o haber estado en su posición en algún punto de la adolescencia). Des de mi punto de vista, las evoluciones de Joan (Albert Baró), un chico sometido a su padre; e Iván (Pau Poch) que lleva dos meses encerrado en casa, son las más destacables de la serie – e incluso por las cuales vale la pena verla. Al tratar con adolescentes, “Merlí” ha tenido el acierto de crear unos diálogos verídicos y que representan el lenguaje adolescente. Un punto más a favor de la ficción catalana, que consigue acercarse al público joven con expresiones que quizá en otras series no se atreven a usar.

A la serie también se le debe sumar las ganas que le ha puesto a reflejar temáticas como la homosexualidad y la agarofobia, el temor a los espacios abiertos. He leído que hay quién opina que la serie peca de sobreexposición de la homosexualidad, pero a mí modo de ver ha jugado una buena carta al crear dos personajes homosexuales: uno que está en el armario y le cuesta aceptar su condición que se contrapone a otro que no tiene ningún recelo en admitir públicamente, delante de toda la clase, que le gustan los hombres. La serie pues, muestra el camino de un chico que no puede mostrarse cómo quién es, una realidad de muchos institutos. La elusión de cualquier tipo de homofobia, permite no maltratar la homosexualidad y mostrarla como la digna opción sexual que realmente es.

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Pero como todas, la serie también tiene su lado oscuro. La serie cojea en un aspecto, aunque tiene margen de arreglo en la probable segunda temporada. El papel de los personajes femeninos se puede llevar a ver un poco eclipsado por el masculino. De diez protagonistas jóvenes, tan sólo tres son chicas, las cuáles no todas han tenido una trama continuada y personalizada al largo de los trece capítulos. En el claustro de profesores, los protagonistas también son hombres. Las tres profesoras que se conocen tienen la etiqueta de “la amante de” o “la esposa de” antes que unos cimientos sólidos como personajes.

Es sólo un rasgo a mejorar, y no digo ni opino en ningún momento, que la serie maltrate la mujer. Tan sólo que un incremento de la presencia femenina le daría una balanza, en el sentido del género, más equilibrada y que a mí modo de ver, le sumaría algún punto a “Merlí”.

En Cataluña es conocida ahora como “la serie de moda” y no le falta calidad para que en España cree si no el mismo impacto, al menos, que guste. Estamos delante una serie ‘adolescente’ (que también ha cautivado al público adulto) que ha desdibujado los moldes típicos de éstos al introducir la filosofía como columna vertebral de la misma. La cercanía de los personajes, cómo bien os he hablado, es la guinda del pastel.

Lo mejor: Merlí, la evolución de los personajes jóvenes y las ganas de más con las que te deja cada capítulo: cuesta esperar a ver el siguiente.

Lo peor: Las etiquetas de algunos personajes femeninos, que a veces son conocidos como “la amante de”, “la mujer del” o la “madre de”.

Nota: 8,75