El amor más allá de Cameron Díaz y Hugh Grant

14 de febrero. San Valentín. Domingo. Una combinación explosiva a cuya reacción no hay término medio; o te haces con el cuchillo más afilado que haya en la cocina para arrancarte las venas a puñaladas o sales a la calle descalzo con un ramo de margaritas y, poseído por el espíritu de María Von Trapp en Sonrisas y Lágrimas (Wise, 1965), bailas y cantas en mitad de la carretera mientras lanzas pétalos a los airados conductores. Tristeza absoluta o máxima euforia, nada más.

Euforia porque el olor a requesón que estás saboreando proviene de los pies de la persona que más te importa en el mundo y que está tumbada junto a ti en el sofá; tristeza porque en esta fecha tan señalada solo te acompañan dos kilos de chocolate; enfado porque, efectivamente, convives en armonía con todo el chocolate del mundo y ni siquiera te has parado a pensar en que necesites a otro compañero, aunque medio mundo se empeñe en convencerte de lo contrario. Sea como fuere, independientemente de cómo te lo tomes, hoy es un día idóneo para que recuerdes  que tú, como ser humano que eres, tienes sentimientos y que tienes que hacer algo con ellos, porque no siempre va a ser posible canalizarlos a través del cine. ¿O sí?

Parece que hemos pasado por alto un elemento fundamental. En la escena del sofá y el requesón y en las dos que le siguen, falta algo. Estudios sobre cine hay muchos, así como hay miles de libros en la materia, y cientos de miles de personas en el mundo se dedican a todo lo relacionado con él. Pero no demasiados de entre esos cientos de miles han profundizado en la relación tan estrecha que hay entre San Valentín y el séptimo arte (Un ejemplo de dicha relación está en Historias de San Valentín (Marshall, 2010), en El día de los enamorados (Palacios, 1959) o en comedias como Mejor… Solteras (Ditter, 2016).

La razón de esto es que, en realidad, el cine y San Valentín tienen poco que ver, pero el cine, como arte que es, y los sentimientos están muy relacionados. Y el amor es el sentimiento más grande que hay, nos guste o no, ya lo pongamos en práctica con un amante de pies apestosos o con tres tabletas de chocolate. Así que dibujemos a las tres escenas antes descritas una buena película reproduciéndose en una pantalla. Porque no hay mejor forma de celebrar el día del sentimiento supremo que disfrutar de una de las técnicas que mejor se ha encargado de abordarlo desde sus inicios.

Ahora bien, tipos de amor hay varios, manifestaciones del mismo, muchas; las formas de abordarlo son infinitas y más aun cuando nos apartamos de su concepción teórica y nos adentramos en la dinámica de las relaciones de pareja. Así que dependerá de ti y solo de ti la elección del punto de vista del director, según tus preferencias, anhelos o aspiraciones.

Esther Rodríguez Soto y Pilar Montero te sugieren que abandones la idea de ver El diario de Noa por duodécima vez y te recuerdan, con estas opciones tan particulares, que hay amor más allá de las películas de Cameron Díaz y Hugh Grant.

  • El apartamento (1960)

Billy Wilder, por ejemplo, quiso decirnos aquí que el dinero no da la felicidad, que el amor está por encima del estatus y que los “don nadie” también tienen derecho a ser amados, más si cabe que los que se encuentran en lo alto de la pirámide,  porque estos últimos no lo necesitan tanto.

Para ello nos mostró a CC. Baxter, Jack Lemmon, un modesto empleado de una compañía de seguros que trataba de ascender de posición en la empresa prestando su apartamento a los jefes (para que estos tuvieran un lugar en el que encontrarse con sus amantes), y a una humilde ascensorista, interpretada por Shirley Maclaine, de la que Baxter se enamora y que resulta ser la amante del hombre que puede darle el puesto de trabajo con el que siempre soñó.

“Hay víctimas y aprovechados. Es el sino de cada uno y no tiene remedio”, le explica Baxter a la señorita Kubelik, pero Wilder consiguió dotar a esas víctimas de una dignidad que solo poseen quienes anteponen siempre el cariño y la generosidad al egoísmo y la estricta racionalidad.

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  • Cómo robar un millón y… (1966)

Más distendida y mucho menos seria es Cómo robar un millón y…. Una comedia romántica entrañable, dulce y divertida como pocas, obra de William Wyler, en la que quizá no haya ninguna lectura especialmente trascendente, como la que nos proponía Wilder, pero sí que asegura al espectador pasar un buen rato con la química que hay entre el personaje de Peter O’Toole y el de Audrey Hepburn.

Ideal para quienes gusten de visionar el romanticismo en el escenario elegante de la alta sociedad, contexto en el que los protagonistas deberán ingeniárselas para robar la estatua de un marchante de arte que, como el título indica, cuesta un millón de dólares.  Recomendable también para los Fans de Hepburn, quienes se empeñaron en dejarla a la sombra de Sabrina (Wilder, 1954) o Desayuno con diamantes (Edwards, 1961) cuando esta no tiene nada que envidiarles a esos dos célebres títulos.

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  • Cry baby (1990)

De la sutileza, la elegancia y el decirlo todo con gestos mínimos pasamos a la canallada, el beso con las lenguas al descubierto, el rock and roll, eso es Cry BabyJohn Waters quiso, en los 90, parodiar el estilo puritano de los filmes adolescentes de los 50 y para ello no dudó en enfrentar el pop/barbershop con el rock emergente en esa época. Así que, para dar lugar a esa batalla, Waters hizo que la remilgada Allison Vernon-Williams (Amy Locane) se sintiera desesperadamente atraída por el chico malo del instituto, Wade Walker, al que todos conocen como «El lágrima» (por su capacidad de llorar una sola lágrima).

Allison proviene de los clubs de campo, las fiestas de sociedad y las galas benéficas y Wade, al que Johnny Depp da vida en uno de los papeles más desapercibidos de su carrera es el rey de los coches rápidos, las chupas de cuero y la delincuencia. El romance de los dos jóvenes revolucionará los mundos de los que provienen. Desatará una guerra que se librará con canciones, bailes alocados y miradas salvajes.

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  • Submarine (2010)

Quizá lo más raro que se despache en el cine  romántico sea Submarine. Es complicado hacer una sinopsis lo bastante fidedigna de este filme de Richard Ayoade, porque en él suceden muchas cosas y al mismo tiempo no sucede nada. Lo trivial se hace trascendente y lo trascendente se trivializa. Las relaciones, tanto las adolescentes como las maduras, se hacen caricatura, pero sin que estas pierdan el alto contenido dramático que les brindan los acontecimientos.

La película es una mezcla extraña de sensaciones, algunos minutos grabados en Super 8,  metáforas y filtros de color y de la que se pueden extraer varias lecturas o ninguna en absoluto, depende del espectador. Eso sí, su particular protagonista, Oliver Tate, no dejará a nadie indiferente con sus reflexiones y su extraña forma de ver el mundo. La banda sonora, compuesta especialmente por Alex Turner para la cinta, ayudará a que, sin tener muy claro por qué, a que esta pase a la lista de una de nuestras películas favoritas.

 

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  • Stardust (2007)

¿Hay algo mejor que ver a Robert De Niro vestido de mujer bailando el can-cán?  Solo por esa escena todo el mundo debería de ver Stardust.

Una estrella caída del cielo detrás de la cual van un chico que se la prometió a su novia, tres brujas que quieren su corazón para permanecer jóvenes, el príncipe del reino que lo necesita para heredar y  unos piratas que navegan por las nubes. ¿Puede haber algo más surrealista? Pues sí, que la estrella sea en realidad Claire Danes.

  • (500) días juntos (2009)

(500) días juntos  no es la típica historia de amor, el propio protagonista lo afirma al principio de la cinta. Es una relación realista con sus altos y sus bajos, a pesar del comportamiento poco habitual de Summer, que nos enseña como en poco tiempo (500 días exactamente) puede surgir el amor entre dos personas y también desaparecer. La entusiasta Zoey Deschanel y el excéntrico Joseph Gordon-Levitt juntos en una película deberían de ser reclamo suficiente para verla.

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  • One day (2011)

One day cuenta la muy desgastada historia de amor de chico conoce a chica de una forma muy original: explicando cómo desarrollan las vidas de los dos protagonistas durante el mismo día de 20 años distintos.

  • Big fish (2004)

Big Fish. Podría recomendar cualquier película de Tim Burton ya que todas tienen su historia romántica y su aire atípico. Sin embargo, ¿puede haber algo más romántico que abrir tu ventana y que este Ewan Mcgregor con un campo lleno de tu flor favorita? Lo dudo mucho.

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  • Moulin Rouge (2001)

McGregor es también el protagonista de este dramático musical. El emblemático cabaret parisino nos abre sus puertas en sus mejores tiempos, los años 20, de la mano de Christian, un escritor bohemio que se enamorará de Satine la estrella del burdel. Quizás es el encanto que tienen los años de la Bohemia francesa o quizás la mezcla de las mejores canciones románticas de la historia que cantan los protagonistas; pero Moulin Rouge tiene un aire mágico que os enganchará.

  • Jeux d’enfants (2003)

Puede que el desacertado título que le han puesto en España, Quiéreme si te atreves, os haga pensar en la comedia romántica prototípica llena de tópicos, pero no es así. Jeux d’enfants (Juegos de niños), título original de esta comedia francesa, nos cuenta la historia de dos amigos que desde muy pequeños se disputan una caja de metal poniéndose a prueba para lograr poseerla.

Las magnificas actuaciones de Guillaume Canet y Marion Cotillard, el aire naive presente en otros films franceses como Amelie o la versión jazz de La vie en rose que ambienta toda la película son algunas de las razones que os podría dar para darle una oportunidad a esta película. Pero, solo os digo ¿Capaz o incapaz?

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  • Largo domingo de noviazgo (2004)

Ese aire naive también acompaña a Audrey Tautou y a Gaspard Ulliel en Largo domingo de noviazgo. La película se centra en la incesante búsqueda de Mathilde, una joven coja, de su prometido Manech, el cual ha sido enviado al frente días antes de su boda y al cual han dado por desaparecido en batalla.

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  • Las novias de mis amigos (2014)

Aunque Las novias de mis amigos  es un poco predecible la he añadido a la lista porque me parece interesante que aporte el punto de vista masculino sobre el amor y las relaciones amorosas, algo que no vemos en muchas películas y menos en el género de las comedias románticas.

Jason, Daniel y Mickey son tres amigos que deciden hacer un pacto para permanecer solteros. No obstante, el destino no permitirá que ninguno sea capaz de cumplirlo.

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  • A simple vista (2006)

El amor no siempre es entre un hombre y una mujer, aunque los blockbusters nos lo quieran ocultar las historias de amor homosexual también existen. Podría recomendar La vida de Adele o Juste une question d’amour. Sin embargo, por su no muy asidua temática, he elegido este filme, A primera vista , en el que un joven invidente se enamora de su compañero de clase.

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  • Her (2013)

No podían acabar las recomendaciones sin mencionar a Her, una extraña e intrigante historia de amor entre un hombre y una máquina. ¿Es posible enamorarse de un ser sin cuerpo ni vida real? Parece que el protagonista de esta película confirma que si, puede ser que la voz de Scarlett Johansson como Her haya ayudado al flechazo.

Quién sabe si con lo rápido que avanza la tecnología dentro de poco no haya personas que mantengan una relación sentimental con sus smartphones.

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