Título original: Predator: Badlands
Año: 2025.
Duración: 107 min.
País: Estados Unidos.
Dirección: Dan Trachtenberg.
Guión: Dan Trachtenberg, Patrick Aison.
Reparto: Dimitrius Koloamatangi, Elle Fanning.
Fotografía: Jeff Cutter.
Montaje: Stafen Grube, Dan Trachtenberg.
Música: Sarah Schachner, Benjamin Wallfisch.
Productoras: 20th Century Studios.
Distribuidora: Walt Disney Pictures.
Género: Ciencia ficción. Acción | Extraterrestres. Robots.
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La saga de Predator es una de las más conocidas de la historia del cine. Todo comienza con Predator (1987), donde un comando militar es cazado en la selva. En Predator 2 (1990), la criatura actúa en Los Ángeles. En Predators (2010), varios guerreros humanos son llevados a un planeta de caza. En The Predator (2018), aparecen variantes más avanzadas de estos seres. Prey (2022) sirve como precuela ambientada en 1719, donde una guerrera comanche se enfrenta a un Predator.
El Predator durante toda la historia se ha presentado como una especie extraterrestre conocida como Yautja. Cazadores intergalácticos que buscan presas dignas, guiados por un código de honor. Usan tecnología avanzada como camuflaje óptico, visión térmica y armas como cañones de plasma y lanzas. Pese a ser una saga cada película puede funcionar por sí sola, aún así cada película hace un esfuerzo por explorar más el universo de los Yautja.
En 2022 el cineasta Dan Trachtenberg revivió la saga con Prey, la cual fue un éxito en crítica y devolvió el interés en nuestro depredador favorito. En este 2025 estrena no una sino dos nueva entregas de la saga, la primera siendo una película animada estrenada directamente en Disney +: Predator: Asesino de Asesinos. Y a la pantalla grande llega: Predator: Badlands. La cual cuenta la historia de cómo un joven Predator marginado de su clan encuentra un improbable aliado en su viaje en busca del adversario definitivo.

Es sorprendente que, después de siete entregas, la saga de Predator no solo se mantenga en pie, sino que siga encontrando formas de renovarse y crecer. Con cada película parecía más difícil aportar algo nuevo, pero Predator: Badlands demuestra que todavía quedaban ideas por explorar. No es únicamente una de las mejores películas de la franquicia, sino también una de las propuestas más sólidas de acción y ciencia ficción de este año. Funciona tanto para quienes llevan años siguiendo la saga como para quienes entran por primera vez, porque no necesita apoyarse constantemente en lo anterior: se sostiene sola, fluye con naturalidad y ofrece casi dos horas de puro entretenimiento, de esos que te permiten desconectar y dejarte llevar.
Lo que realmente destaca esta vez es el enfoque. Por primera vez, el depredador ocupa el papel principal y la historia se toma el tiempo para mostrar su mundo desde dentro. Conocemos más sobre su cultura, su manera de entender el honor, su relación con la caza y, sobre todo, su forma de sentir. Es una aproximación distinta, más íntima, que humaniza al personaje sin traicionar su esencia. Lo vemos luchar, equivocarse, evolucionar y enfrentarse a dilemas que van más allá de la simple supervivencia. Gracias a esto, la película no solo resulta fresca, sino también más profunda e interesante, aportando un matiz que la saga llevaba décadas insinuando pero nunca había explorado con tanta claridad. El resultado es una experiencia sorprendentemente emocional que eleva al personaje y, de paso, a toda la franquicia.
Además, el regreso a la selva (un guiño directo a la esencia de la primera entrega) le da a la película una energía muy particular. Esta vez no es una selva convencional, sino un entorno salvaje repleto de criaturas desconocidas, monstruos de todo tipo y fenómenos sacados de otro mundo. Cada nuevo encuentro sorprende y mantiene la tensión, porque nunca sabes qué es lo siguiente a lo que tendrá que enfrentarse nuestro depredador.
Esa sensación de constante descubrimiento es uno de los mayores aciertos de la película, el diseño de todas estas criaturas es espectacular: mezclan ideas clásicas del género con detalles muy originales que refuerzan el elemento de supervivencia. No se sienten como simples obstáculos, sino como parte de un ecosistema peligroso y coherente. A esto se suma la aparición de unos nuevos antagonistas, robots que actúan como los “villanos” de la historia, introduciendo un giro inesperado dentro de la franquicia. Su presencia amplía aún más el universo de Predator y agrega un contraste interesante frente a la naturaleza salvaje que domina la pantalla. El resultado es un conjunto de amenazas variadas, creativas y visualmente impresionantes.

Si tuviera que señalar algún aspecto negativo, quizá sería la sencillez de su estructura narrativa. La película sigue un esquema muy básico: avanzar del punto A al punto B mientras el protagonista supera los distintos obstáculos que van apareciendo en el camino. Es un planteamiento directo y funcional, y lo cierto es que la película lo ejecuta con bastante eficacia. Sin embargo, esa misma simplicidad hace que en ciertos momentos la trama resulte predecible y que algunas situaciones se vean venir desde lejos.
Aun así, esta característica no afecta de forma real a lo disfrutable que es la experiencia. La película compensa esa falta de complejidad con ritmo, creatividad visual y un enfoque fresco del personaje. En conjunto, lo positivo pesa mucho más, y la aventura sigue siendo tremendamente entretenida pese a su estructura tan tradicional. Concluyendo en un festival de acción, de grandes efectos especiales y de un regalo para los fans de la ciencia-ficción.
Por mí que Dan Trachtenberg siga haciendo películas de Predator hasta el fin de los tiempos.


