Título original: Eternity
Año: 2025
Duración: 114 min.
País: Estados Unidos
Dirección: David Freyne
Guion: David Freyne y Patrick Cunnane
Reparto: Miles Teller, Elizabeth Olsen, Callum Turner, Da’Vine Joy Randolph, John Early
Música: David Fleming
Fotografía: Ruairí O’Brien
Montaje: Joe Sawyer
Productoras: A24, Star Thrower Entertainment
Distribuidora: A24
Género: Comedia Romántica, Fantasía.
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Tras su paso por Toronto, Eternity llega como el nuevo trabajo de David Freyne, un director que siempre ha mostrado interés por mezclar géneros y emociones. En The Cured exploró el terror desde lo social, y en Dating Amber sorprendió con una sensibilidad más íntima y luminosa. Con esta película parecía que se adentraría en una reflexión metafísica sobre la vida y la muerte, pero Freyne opta por el giro menos evidente: convierte todo ese planteamiento en una comedia romántica con un triángulo amoroso como motor principal.
La decisión funciona mejor de lo que podría parecer. El universo de la historia se presenta con rapidez y sin complicaciones; un par de explicaciones claras y algunos chistes bien colocados bastan para situarte. El tono es ligero, ágil, y la película consigue que el espectador entre enseguida en el dilema de su protagonista. El diseño de producción —con ese futurismo brillante, casi idílico— podría haber resultado artificial, pero se integra bien con los personajes y nunca distrae. Freyne apuesta por una estética limpia y cercana que beneficia el ritmo.
El reparto acompaña este tono con bastante acierto. No hay una interpretación que domine a las demás, pero precisamente por eso el conjunto funciona: todos mantienen un buen timing cómico y dan credibilidad a esa mezcla de romanticismo, confusión y humor que sostiene la trama.
El gran problema es que la película no mantiene la misma fuerza emocional a lo largo del metraje. La primera hora te implica de verdad: el dilema de la protagonista se siente cercano, incluso doloroso, y la comedia ayuda a que la historia respire sin perder fondo. Pero conforme avanza la película, esa intensidad se va diluyendo. La parte más emotiva queda en un segundo plano. Cuando llega el clímax, el que debería ser el momento de mayor tensión emocional, Eternity no consigue rematar lo que había construido: te encuentras fuera de la historia, menos involucrado de lo que estabas al inicio.
Aun así, la película tiene encanto. Freyne demuestra que sabe manejar registros y que la mezcla entre romance, fantasía y comedia puede resultar fresca sin caer en excesos. Eternity es una propuesta cuidada, luminosa y accesible, con una primera mitad que brilla y una segunda que se acomoda en un terreno más seguro. No es la película profunda que parecía prometer, pero sí una experiencia agradable que deja entrever un proyecto más ambicioso de lo que finalmente ofrece.
