Título original: El correo
Año: 2024
País: España
Dirección: Daniel Capalsoro
Guión: Patxi Amezcua, Alejo Flah
Fotografía: Tommie Ferreras
Reparto: Arón Piper, María Pedraza, Luis Zahera, Luis Tosar, Laura Sepul, José Manuel Poga, Nourdin Batan, Manuel Gancedo, Antommio Buíl, Lukas Olszewski
Productora: Vaca Films, Panache Productions, La Compagnie Cinématographique, Playtime Production, Canal+, ICAA, Movistar Plus+, Netflix
Género: Intriga | Basada en hechos reales
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Si Benito Pérez Galdós hubiera sido cinematógrafo, perfectamente podría haber sido esta una de sus películas a encuadrar en sus Episodios Nacionales del siglo XXI. Una más de la indigna crónica nacional. De corrupción política y crisis económica a base de abundantes ladrillos, mucho dinero negro y demasiado sinvergüenza.
Sin duda, otra de esas ‘españoladas’ de corrupción. Lejos de ser tan intensa ni interesante como El Reino de Sorogoyen, pero en la misma línea. Curiosamente, la mayoría de las historias que llegan a las pantallas son de una de las dos burbujas ideológicas. Y ello pese a contar con elementos suficientes para profundizarse también en otros hilarantes casos de latrocinio, que pueden incluso superar en cantidad y calidad. Cuanto menos con idéntica dosis de sexo, drogas y nula moralidad.
El caso es que esta película se centra en los ignominiosos casos de ese nido de corrupción en torno al partido conservador del hasta entonces sistema bipartidista patrio. Seguro que Daniel Capalsoro, tras Cien años de perdón y esta que nos ocupa, y otros muchos directores, profundizarán también en otras historias aberrantes. De las que por cierto, se podrían filmar muy buenas miniseries. Quizá en este caso particular, hubiese sido más que recomendable, ya que adolece de poca profundidad y menos detalle del deseable. Sin haberse extendido mucho, en unos cuatro capítulos hubiera sido de lo más satisfactorio.
La trama delictiva se enfoca desde el punto de vista de este joven originario de barrio humilde que harto de ver los fracasos empresariales de su padre, en buena parte causados por las crisis económicas que desencadenan los políticos, decide pasarse al lado oscuro. «Nunca fui el más listo de la clase, pero a veces tenía buenas ideas». Ese pensamiento habitual de que la picardía y el riesgo es el gran atajo. La moraleja es la de siempre, los excesos se acaban pagando por muy listo que te creas.
Si bien es una historia demasiado sintética, sí hace una descripción esclarecedora de ese periodo de altibajos de vacas flacas y vacas gordas entre los 1990 y los 2000. Cómo no reflejar a esos Míster 3%, organizadores de las tramas para los políticos. Marbella, turismo, concejales de Urbanismo, ‘jet set‘ , y por supuesto la UDEF. Hasta el gran filtrador de la banca suiza, cameo mediante del auténtico Hervé Falciani. «Cuanta más construcción, más dinero negro».