Título original: Amanda Knox
Año: 2016
Duración: 92 min
País: Estados Unidos
Director: Rod Blackhurst, Brian McGinn
Guión:Matthew Hamachek, Brian McGinn
Música:Danny Bensi, Saunder Jurriaans
Fotografía: Rod Blackhurst
Productora:Netflix / Plus Pictures
Género: Documental
Noviembre de 2007. La ciudad italiana de Perugia amanece con una trágica noticia: se ha encontrado el cadáver de Meredith Kercher, una joven estudiante británica. Los acontecimientos se suceden y tras varios interrogatorios la policía detiene a tres personas: Patrick Lumumba, camarero de un bar local, Raffaele Sollecito, un joven italiano y Amanda Knox, novia de éste último y compañera de piso de Kercher. De ahí en adelante, la prensa y la sociedad magnificaron el caso llevándolo a las primeras páginas de los medios internacionales. Se había cometido un horrible crimen y, sin duda, la presunta cabecilla era Amanda Knox.
Netflix y Plus Picture realizan este documental, casi diez años después, una vez el caso ha quedado totalmente cerrado. Con gran acierto, y como ya hiciera la plataforma de VoD en la desconcertante Making a Murderer (2015), el documental dirigido por Rod Blackhurst y Brian McGinn prescinde en su totalidad de la voz en off, dando todo el protagonismo a los implicados directamente en el caso. Son sus palabras y las grabaciones de audios y vídeos (algunas inéditas hasta la fecha) las que irán entrelazando la estructura de un documental que juega desde el principio a querer suponer que todo el mundo conoce cómo acabó el caso. Así se nos presenta a Amanda, aparentemente una mujer madura que hoy día vive con la mayor tranquilidad y normalidad que puede en su casa en Seattle. Será ella quien inicie esta historia y nos sirva de copiloto para entender paso a paso uno de los casos más mediáticos de la historia reciente.
Lo primero que hay que destacar del documental es que no se posiciona, o al menos no toma parte tan claramente de un lado como sí hacen otras piezas de contenidos similares. En el juego entre el inocente y el culpable, la película deja que sean los propios entrevistados quienes pongan todo en el asador. A través de varias entrevistas en estudio, por delante de la cámara pasan Knox, Sollecito, el policía del caso, uno de los periodistas más leídos durante la investigación y el abogado de un sospechoso. Es curioso cómo la habilidad de los entrevistadores va mostrando poco a poco los puntos débiles de sus protagonistas. Son ellos, y sólo ellos, quienes comienzan a dejarse en evidencia y a demostrar casi de una forma pasmosa que realmente todo se salió de control. Lo más impactante del tema es escuchar de personas que se dan por grandes profesionales de sectores tan importantes de la sociedad la forma de comentar entre bromas y en tono amable sus propios errores, errores que pusieron a dos jóvenes en el ojo del huracán mundial durante años. En ese sentido, es casi imposible no empatizar con los acusados, curiosamente por la sensación de banalidad que dan los que los señalaban con el dedo.
Con un magnífico trabajo de montaje, Blackhurst y McGinn recorren cronológicamente las etapas del juicio, descubren las pistas en su justo momento y saben darle la emoción necesaria al formato. Quizás quedan muchas preguntas, muchas dudas y una sensación de que el documental toca siempre de forma acelerada el proceso, sin profundizar en multitud de temas. Presa de su duración, es algo que se entiende y se perdona cuando el resultado es el que es.
Si no sabes nada del caso, la mejor recomendación que puedo darte es que no leas absolutamente nada sobre ello, te sientes en el sofá y te dejes llevar por el buen hacer de los responsables de un nuevo acierto de Netflix y el enigma de uno de los asesinatos más mediatizados del nuestro siglo.
Lo mejor: Su narrativa, dejando a los protagonistas de uno y otro lado todo el peso de la película, prescindiendo de la voz en off.
Lo peor: Su duración. Queda la sensación de que por metraje se pierde una visión más detallada del caso.
Nota: 7/10