La noche era fría. Los actores, directores, realizadores, artistas, (y hasta algún que otro político), se paseaban por la alfombra roja del Teatro de la Maestranza de la capital hispalense encogidos por un frío inusitado para esta ciudad. No fue suficiente para detenerles de los fotógrafos y reporteros que se agolpaban frente a ellos. Habían comenzado los Premios Forqué, y con esta XXII edición, y con las grandes sorpresas del cine español durante todo el pasado 2016, las expectativas eran altas.
“Hay una generación ahora, entre el cambio tecnológico, los nuevos directores, nuevas propuestas, las coproducciones. Estamos en una muy buena época”. De este modo nos predijo Imanol Arias, que fue de los primeros en llegar, lo que sería la gala, y, por lo que parece, el futuro del cine español.
Pero aún había flashes y preguntas que lanzar. El cambio de localización de estos premios Forqué a Sevilla estuvo en la boca de todos. Para María León, por ejemplo, llevar los galardones a su ciudad es “maravilloso”. Para otros, aquel traslado era una excusa perfecta para salir de Madrid. También hubo consenso en las quinielas previas a la ceremonia. Nadie quería poner a ninguna de las nominadas como favorita. Costó, pero Natalia de Molina cedió y dio ‘Tarde para la Ira’ como su favorita. Fue de las pocas valientes que lo hizo, y acertó.
El que no se esperaba tanto reconocimiento era su mismo protagonista. “Me ha sorprendido que la película haya llegado tan alto”, confesaba Antonio de la Torre, a escasos minutos ya de comenzar la gala. Sí se esperaba el talento de quien le dirigió, Raúl Arévalo, en su primera película en la silla de director. De la Torre no se cortó en colmar de cumplidos a Arévalo: “Ha volado muy alto. Yo ya lo intuía cuando hablábamos”.
El tiempo se acaba y el glamour y la alfombra roja deben dejar paso al cine, y a los premios por un trabajo bien hecho. Así, la ceremonia comenzó fuerte. El primer galardón recayó en una película importante. Importante por el contexto en la que se enmarca y por la realidad, dura y difícil de asimilar, que narra. Porque fue la historia de ‘Nacido en Siria’ la que se llevó el premio a Mejor Largometraje Documental. Hernán Zin, su director, es reportero de guerra y ha visto mucho, y por ello, ahora lo cuenta a modo de documental. “Este trabajo quiere llegar más lejos”, dijo Zin al recoger el galardón. Y es que para este realizador italo argentino: “La voz de los refugiados sirios va a llegar más lejos gracias a vosotros”, en un tiempo en el que “se levantan muros por todos lados”.
Le siguió el apartado de Mejor Cortometraje. Pocas veces apreciado como se merece, el corto como género dio la nota en estos Forqué. Así, con una ajustada competencia, se alzó con la estatuilla ‘Graffiti’ de Lluís Quilez.
Para combatir el frío, entre premio y premio, no faltaron los números musicales, como el homenaje a la copla de Diana Navarro, el impresionante rap improvisado del cantante Arkano o la voz de Vanesa Martín. Mientras, Carlos Latre, conductor de la ceremonia, se apoyaba en Pablo Carbonel, entre el público, para condimentar con su humor el evento. No hubo tiempo para bostezos.
Llegó entonces el turno para la Medalla de oro EGEDA, el premio de honor de estos premios al cine. Lo entregó el presidente de esta organización dedicada a la gestión de derechos audiovisuales, Enrique Cerezo. Fue para Antonio Perez, el histórico productor de cine andaluz. Con el recuerdo de su madre, recientemente fallecida, y con la mirada puesta en Andalucía, su discurso marcó uno de los momentos más emotivos de la noche.
“Trabajar con él, es un desafío. Pero merece la pena el esfuerzo porque al final el resultado ha merecido la pena”. Así hablaba Emma Suárez de Almodóvar, cuando aún se encontraba en la alfombra roja y no sabía que, una hora más tarde, subiría al escenario de la Maestranza a recoger el galardón de Mejor Interpretación Femenina por ‘Julieta’. “A pesar de la soledad que uno siente cuando está en un proceso creativo, este premio significa que no es verdad”, diría una vez ya con la estatuilla en la mano.
También se premió al cine fuera de nuestras fronteras, y en concreto, al otro lado del charco. Así, la cinta argentina ‘El ciudadano ilustre’, se alzó Mejor Película Latinoamericana con un recuerdo a los escritores argentinos, sobrepasando así a sonadas películas contra las que competía como ‘Neruda’.
No tuvo que ser fácil decidirse en la categoría de Mejor Actor. Las apuestas no se ponían de acuerdo. Fue al final Roberto Álamo y su magistral interpretación en ‘Que Dios nos perdone’, el que le llevó el disputado premio. No pudiendo asistir a la ceremonia por sus trabajos en teatro, Álamo sí mandó su agradecimiento por vídeo, dedicando el premio a”todos los actores y actrices que no trabajan”. Y añadió, optimista: “Juro que dentro de poco estaremos todos frente una cámara o sobre un escenario”
Entretenido que estaría con sus dinosaurios, J.A Bayona tampoco apareció en la gala, pero su película, ‘Un monstruo viene a verme’ el premio al Cine y Educación en Valores, uno de los galardones más representativos de los Premios Forqué.
A falta del último apartado, el que llevaba toda la noche en las cabezas de aquel atestado Teatro, quedó tiempo para un sentido homenaje al cine español. ‘Bienvenido míster Marshall’, ‘El abuelo’ o ‘Mar adentro’, entre muchos títulos, fueron nombrados y representados por Carlos Latre con su peculiar estilo cómico. Tan sólo consiguió retrasar lo inevitable y abrir aún más el apetito de los presentes.
Porque llegó el redoble de tambor. Todo el frío, la espera, los bailes y los discursos, los homenajes, los vestidos, las fotos y los aplausos de la noche, desembocaban en aquél momento; en el momento en que Raúl Arévalo, Antonio de la Torre, y parte de su equipo, subían entre ensordecedores vítores a recoger el premio el Mejor Largometraje por ‘Tarde para la ira’. Sería el propio Antonio de la Torre el que más tarde diría, con una sonrisa de oreja a oreja, que los premios sirven para darle una “segunda vida a las películas”, pero que la mayor satisfacción es que “la gente vaya a ver tus películas”. No pudo decir más. Tenía prisa, y sus compañeros de equipo, ya con el pesado galardón de estos 22º Premios Forqué en sus brazos, le esperaban para el cóctel postgala. Su noche acababa de empezar. Un nuevo año de cine español, acababa de empezar.