A pesar de incorporarnos tarde al Festival de Cine Africano de Tarifa (que comenzó el viernes pasado), lo hacemos con unas ganas inmensas de emprender el camino hacia la descolonización de nuestro imaginario a través de un cine que se aleje de la visión occidental predominante. Así ha transcurrido la jornada del martes 2 de mayo en el FCAT 2017.
Othman Naciri, andaba buscando la puerta de la Casa de la Cultura de Tarifa donde a las 17:30 proyectaban su cortometraje Ailleurs, un cortometraje que en tan solo quince minutos hace un recorrido por los desiertos, reales y metafóricos de los humanos. A través de la conversación de sus dos protagonistas un excombatiente del Frente Polisario y un senegalés con intención de llegar a Casablanca se traza no solo la diferencia entre dos de los mundos que habitan África sino entre dos concepciones vitales. Con una poética conversacional digna de las películas de Bergman y la ternura de quién sabe disfrutar de las pequeñas cosas de la vida gracias a la aceptación y la superación del miedo, nos invita a tomar las riendas de nuestra vida casi sin darnos cuenta.
En la sesión el cortometraje venía acompañado de el mediometraje de la cineasta Isabelle Bonie Cavalliere, Trop Noire pour etrê francaise. Obra a medio camino entre biotopic y el documental ensayístico en el que la directora ahonda en la discriminación racial aún existente en Francia ( A pesar de que la población de color supere los tres millones y medio de franceses) desde varios puntos de vista: El individual donde se cuestiona si dentro de un sistema clasista y de méritos, como es la sociedad occidental, la posición social puede salvarte de la discriminación para ello utiliza la historia de su familia. El socio político en el que se entremezclan testimonios de episodios de discriminación sufridos por franceses de raíces africanas y las imágenes de medios de comunicación con conductas raciales. Y por último un interesante foco de profesionales, como sociólogos, antropológicos e historiadores con el que la autora se entrevista para ver la parte más macro de la problemática.
Al salir de la Casa de la Cultura camino a la Antigua Iglesia Santa María me he topado con una pequeña plaza blanca con un banco roído de ese verde árbol de niño de primaria que corona toda plaza rural que se precie, en su horizonte África como la rodilla de un gigante sobresaliendo del mar Atlántico.
Uno de los pequeños placeres de este festival es poder ver una película en proyectada en una pared donde años antes solía haber un cristo sangrante y redentor. La Antigua Iglesia Santa María acogía a las 19:15 de la tarde el documental Tchindas junto a su co-director Marc Serena. La vocación periodística del autor se nota en el planteamiento de la historia de Tchindas, la primera mujer transexual en la isla de Cabo Verde, y sus amigas durante la preparación del Carnaval. Esta historia colorida y fascinante se muestra en imágenes crudas dejando que la realidad llegue al espectador sin necesidad de que el realizador la enviolente. Un enfoque que hace que más que estar sentando en una butaca de cine te encuentres en una de las sillas raídas de Super Bock que pueblan las calles de Cabo Verde viendo pasar a sus vecinos. En el coloquio posterior el realizador comentó la facilidad con la que esos planos tan cercanos se realizaban gracias a la conexión con Tchindas y su popularidad en la Isla, además de como ella ha supuesto una revolución en la sociedad de Cabo Verde que le profesa una admiración gigantesca.
Para finalizar la jornada y sin dejarnos apenas tiempo en el intermedio para tomarnos el bocadillo de tortilla de la Santa Cena, Bezness as Usual cine ensayo- recorrido biotópico acerca del padre de Alex Tsipra, un tunecino al que no conoció hasta las 25 años de edad. Para realizar ese viaje catártico hacia su historia Tsipras utiliza los viajes de su hermana, con una historia paralela a la de el como excusa para rencontrase con sus sentimientos. Una obra que plantea reflexiones acerca del abandono, las relaciones de sangre y los conflictos culturales entre África y Europa que oscila entre el patetismo del amor obligado y la comicidad que provoca la figura del padre, un canalla al que no puedes evitar profesar simpatía.
Una crónica de Aurora Baez Boza