Título original: María, reina de Escocia
Año: 2018
Duración: 124 min
País: Reino Unido
Dirección: Josie Rourke
Guion: Beau Willimon
Música: Max Ritcher
Fotografía: John Mathieson
Reparto: Saoirse Ronan, Margot Robbie, Joe Alwyn, Jack Lowden, David Tennant, Guy Pearce, Martin Compston, Brendan Coyle, Gemma Chan, Eileen O’Higgins, Liah O’Prey, James McArdle, Benny Bereal, Maria-Victoria Dragus, Ismael Cruz Cordova
Productora: Working Title Films / Focus Features / Perfect World Pictures
Género: Drama / Biográfico
Las reinas de Inglaterra siempre han sido objeto de interés por parte de Hollywood. Desde los inicios del cine Isabel I, Victoria I e Isabel II se han convertido en tres de las mujeres más representadas en la gran pantalla. Especialmente sobre la primera hemos podido ver todas las etapas de su vida, tanto en un segundo plano como desde una perspectiva más protagonista. La última película en llevar a Isabel I al cine es María, Reina de Escocia, que nos presenta a otra reina más, María Estuardo, y nos cuenta la tensa relación que hubo entre ambas monarcas durante sus respectivos reinados en el siglo XVI.
Se trata de una historia que ya habíamos visto previamente en otras tres películas de título muy parecido y una serie de la CW, Reign. Josie Rourke, la directora de María, Reina de Escocia, se enfrenta, por tanto, a un relato que ya hemos visto. Sin embargo, decide afrontarlo desde una perspectiva distinta. Estamos ante una película que es hija total de su tiempo. Aquí la historicidad no es tan relevante como la trascendencia detrás del mensaje. Y es que, como ya veníamos sabiendo de antemano, los hombres (como concepto universal) han tenido siempre una nula capacidad para aceptar que puedan existir mujeres más poderosas que ellos y, mucho menos, ser sus súbditos. Al final, la cinta viene hablar precisamente de la misoginia en las relaciones de poder y en el fracaso de estas dos mujeres a la hora de entablar una relación beneficiosa para sus respectivas naciones. Y todo por culpa de los hombres que las rodeaban, para variar.
Es una película de época, sí, pero no destaca precisamente por su belleza a la hora de representar las cortes británica y escocesa. Es más, ni siquiera el vestuario destaca especialmente, a pesar de su más bien poco arriesgada nominación al Óscar. Algo que choca es la continua insistencia del equipo de maquillaje en “afear” a una Margot Robbie, que está más que correcta en sus escenas como Isabel I, pero que pierda toda la seriedad del mundo cada vez que la vemos con una prótesis nueva en la cara. Saoirse Ronan, por su parte, lleva el peso de toda la cinta como María Estuardo. Es sin duda el personaje principal y que más escenas tiene, a pesar del marketing de la película que la está vendiendo como una historia de dos reinas. No, aquí está claro que la protagonista es María. Isabel aparece muy de vez en cuando para sacarnos del circo que había en la corte escocesa. Nos muestra a una mujer frustrada y amargada, y sobre todo completamente derrotada, a pesar de haber ganado durante toda su vida.
Cierto es que María, Reina de Escocia tiene una muy buena factura técnica. Su austera representación de ambas cortes es compensada con unos paisajes británicos que lucen estupendamente en pantalla grande. Merece también una especial mención la fotografía de John Mathieson, correcta y dentro del tono de la película, manteniendo un aspecto visual elegante, aunque, de nuevo, sencillo. Pero esto, junto con unas interpretaciones bastante aceptables, no es suficiente para mantener una película tan irregular en su guion.
Es posible que no sea la mejor representación cinematográfica de las monarquías escocesa e inglesa, pero María, Reina de Escocia es un relato interesante sobre el poder femenino y cómo el machismo ha condicionado siempre cualquier movimiento de las mujeres más importantes de la historia. Daba igual su rango, su clase, su raza o su profesión, que siempre iban a estar sometidas por el patriarcado. En general, María, Reina de Escocia falla como película de tramas políticas y monárquicas, pero precisamente porque no es ese su discurso principal. María e Isabel eran dos mujeres en un mundo de hombres. Nacieron condenadas a una eterna lucha de poder y, aun habiendo intentado entenderse, nunca fueron capaces de llegar a escucharse, porque nunca las dejaron.
Lo mejor: las interpretaciones de las dos reinas y el discurso feminista, quizás con demasiados clichés, pero al menos presente en toda la cinta.
Lo peor: La trama política, por liosa y densa. Es difícil mantener el interés en ella.
Nota: 6,5/10.