Título original: Insyriated
Año: 2017
Duración: 87 min
País: Bélgica
Dirección: Philippe Van Leeuw
Guion: Philippe Van Leeuw
Música: Jean-Luc Fafchamps
Fotografía: Virginie Surdej
Reparto: Hiam Abbass, Diamand Bou Abboud, Juliette Navis, Mohsen Abbas
Productora: Altitude 100 Production / Liaison Cinématographique
Género: Drama
Ficha en Sensacine
La gran mayoría de nosotros no ha vivido una guerra. Ni siquiera se nos puede pasar por la cabeza cómo tiene que ser vivir en una zona de conflicto e intentar buscar algo tan utópico en esas condiciones como la rutina. De hecho, es probable que muchos penséis que lo primero que haríais si estallara un conflicto armado en tu ciudad sería huir. Parece razonable. Y es lo que muchas personas hicieron en Siria cuando empezaron a sonar los disparos y a caer las bombas por la calle.
No fue ese el caso de Oum Yazan (Hiam Abbas), protagonista de la película que nos toca. Atrapada en su propia casa en una zona de nadie, esperando la vuelta de su marido y con una familia numerosa y tres vecinos bajo su cargo, intenta llevar la normalidad en su hogar mientras el mundo se viene abajo tras sus ventanas.
No hay que ser muy espabilado para sumar dos más dos y saber que buena parte del peso de la película caerá en la actuación de Hiam Abbas (The Visitor). Y aunque es cierto de que se trata de una película muy coral en la que todos y cada uno de sus participantes están de 10 – con especial atención a
Diamand Bou Abboud – lo que hace la protagonista con su personaje está fuera de valoración. Suelo usar mucho la expresión de que cuando un buen actor lo borda (especialmente aquellos que son carne de cañón de photocalls) es cuando se te olvida por completo que le has visto en otros sitios, que ya conoces su cara y te sabes sus tics como si fueran tuyos. Es cuando ves al personaje y el actor desaparece.
Eso es precisamente lo que hace Abbas aquí, esconderse entre las sombras para que brille un personaje tan complicado y complejo que hemos acabado la película y seguimos queriendo saber más de ella, de su futuro, de su vida y de qué será de esa familia en una Siria desolada.
Porque ese es el otro gran personaje de la película, un país partiéndose en dos y quitando máscaras, dejando ver la verdadera naturaleza humana. El contexto es inmejorable para que Philippe Van Leeuw explore ese profundo instinto de supervivencia que todos llevamos dentro y que puede dar lugar a auténticos monstruos. En ese aspecto, es una película difícil de ver y de digerir, pero imprescindible para conocer una realidad que a muchos nos parece tan lejana pero donde no podemos dejar de sentirnos reflejados, aunque a veces no queramos ni verlo.
La película sabe transcurrir maravillosamente por el guion del propio Van Leeuw entre silencios, miradas, esperas, secretos y momentos de máxima tensión. Puede que muchos no hayamos vivido una guerra, pero lo que está claro es que hay pocos espejos para mirar en nuestro interior como el día de esta familia siria en tierra de nadie.
Lo mejor: Hiam Abbas, simplemente perfecta.
Lo peor: Las sensaciones encontradas que te produce al salir del cine en un ejercicio de empatía y honestidad con uno mismo difícil de digerir.
Nota: 7,5/10