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Los chinos, el color melaza y ‘Star Wars’

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Tienen en la China una sensibilidad extraordinaria para la composición y la proporción artísticas, y también para el color. Sobre todo para el color. Ya quisieran en Bellas Artes una sensibilidad tan achinada como la del póster promocional de ‘Star Wars Episodio VII presentado en China. A simple vista se ve que su controvertidísimo diseño no entiende de razas. O mejor dicho, entiende y mucho.

Uno se percatará al primer vistazo de que algo se ha descompuesto en el universo de George Lucas. Lupita Nyong’o, Oscar Isaac y Chewbacca han desaparecido, y a John Boyega no le ha sentado mucho mejor el mandarín. «Pero bueno, ¿qué les ha pasao?», se encontrará diciendo. Aún necesitaría un segundo vistazo para comprobar que tan misteriosas desapariciones no son casuales, que se corresponden con dos negros, un guatemalteco (es decir, ligeramente negro) y un wookiee (un negro o un blanco con un evidente problema capilar). Precisamente con negros, latinos y wookiees. Y, claro está, no hace falta ser el mayor defensor del multiculturalismo para soltar un zapatazo y protestar: «¡Racismo, ay, racismo!», con ostensible indignación, «Racismo ‘made in China’»…

En líneas generales, y ahorrándonos todos los dires y diretes entre los yankees y la Asociación China de Cine, este ha sido el titular de la pasada semana a cinco columnas en el Variety y a siete en la CNN. Una polémica como una casa, de esas que hacen el agosto del periodista, bien nutrida además por la conciencia justiciera de las redes sociales. Lamentablemente ni unos ni otros han sabido llegar al fondo del asunto, y mientras una mayoría informe se ensaña con los chinos por haber reducido a Boyega a esta molecular, los chinos (que también son mayoría y también informe) se arremangan y sacan pecho, defendiendo la validez de su cartel como un «caso aislado».

Hay tanto en este milenario y marabúntico pueblo oriental que nos pasa desapercibido. Sabemos bien poco de, por ejemplo, su gusto por la carne de serpiente, equivalente al Big Mac estadounidense o a nuestra paella. Si la serpiente es una delicia, no existe en mandarín mejor reconocimiento para el chef que un sonoro erupto. Y si otros clientes comparten este sentimiento, entonces la sinfonía está servida. Además, ¿en cuántos países el limpiador de orejas callejero es un oficio tan respetable, próspero y sostenible como en China? Y por supuesto, tienen un concepto del color desarrolladísimo.

Este sentido artístico no puede permanecer impasible cuando desde Hollywood les entregan un cartelón desordenado, antiestético y abigarrado, en una palabra, chapucero. Quizá un español se limite a encolarlo y en paz, pero el chino no. El chino, que no teme meter la lengua en el tintero, empieza a retocar esto, a eliminar aquello, a economizar este color, a suprimir este otro, hasta armonizar el conjunto. Y digo yo que para armonizar le habrá sido imprescindible prescindir del melaza, del moreno y de otras tonalidades, que restaban expresividad al contraste entre el blanco caucásico y la negrura sideral.

Es evidente que estamos ante una sensibilidad fuera de lo común. Además, si bien se piensa resulta difícil que 1.300 millones de ojos rasgados puedan estar equivocados, y si lo estuvieran, ¿qué podríamos hacer? En cualquier caso, como espectador exijo que se versione nuevamente este póster. Con un fondo blanco en lontananza, destacando el color melaza y dejando fuera de página la palidez del hombre blanco. Lo contrario sería para mí de un pésimo gusto.