La bestia verde y la bella

hulk_avengers_age_of_ultron-wide
El increible Hulk (Mark Ruffalo)

Es la bestia más poderosa que la ficción haya conocido, la más fuerte y también la única invencible. Si el imponente Godzilla y el incansable King Kong, que en paz descansen, decidieran, en un hipotético caso, abalanzarse sobre ella con ánimos de lucha, tengamos por seguro que el dinosaurio y el gorila, culpables del insomnio de  millones de espectadores durante años, quedarían reducidos a un revoltijo de tripas, carnaza, huesos y dientes.  Y tras  la improvisada carnicería, este indómito ser se colocaría con un solo salto en la cima del Empire State Building y le gritaría al mundo que él es el rey de la urbe, la jungla, la selva, la sabana, de Sierra Morena y, en definitiva, de cualquier ecosistema terrestre.

Él  no es solo el soberano de las bestias, sino que también se sitúa por encima de los humanos en la pirámide alimenticia. Ni el armamento más sofisticado, ni la tecnología artificial más avanzada podrían arrebatarle a la bestia esa posición privilegiada de la que, en lugar de sacar provecho para legislar a sus anchas, prefiere hacer caso omiso por no reportarle ninguna satisfacción. Y puesto que ningún tipo de metralla puede atravesar su cuerpo y teniendo en cuenta que cuantos más golpes reciba mayores  serán su tamaño y su furia, incesante, deducimos que no existe un método de control sobre él.  Pero sí lo hay.

“Grandullón, el sol ya está muy bajo”. Basta con pronunciar esas palabras con voz suave para que el invencible Hulk se desinfle lentamente, se decolore y cambie de estatura hasta transformarse en Bruce, en el simple y débil Bruce, el humano. Pero esas palabras no puede pronunciarlas cualquiera, no, sino que ha de hacerlo ella, el ángel de pelo color caoba. Solo si ese ángel  luminoso, vestido de cuero negro, le mira con dulzura y le tiende la mano  la bestia encuentra la paz, quedando así demostrado lo que se ha dicho siempre, que la belleza amansa a las fieras.

Scarlett Johanson en ‘Iron Man 2’

Muchas han sido las damiselas que han acabado con el desasosiego de sus respectivas bestias: la dulce princesa Disney a la que siempre veíamos enfrascada en la lectura, la hermosa actriz cuyos caracoles dorados hicieron llorar  a King Kong,  la peculiar novia del monstruo al que dio vida el doctor Frankenstein (¡Perdon! Quise decir Fronkonstin), la ingenua humana que optó por casarse con un vampiro… Etc. Pues ninguna le llega a la Viuda Negra a la suela de las botas de cuero y ni que decir tiene, ya lo comentábamos más arriba, que Hulk podría hacerse un batido energético con cualquiera de las bestias anteriores.

La Viuda es hermosa como ninguna de las otras candidatas, a estas alturas cuestionar el físico imponente de Scarlett Johansson sería una falacia, y, por suerte, no posee una cualidad con la que todas las anteriores se identifican, que es la fragilidad. Natasha es una asesina a sueldo. Es experta en artes marciales. Natasha tiene dotes himnóticas y sabe utilizar sus atributos femeninos para engatusar a cualquiera que se ponga en su camino, o en el de S.H.I.E.L.D, la organización secreta para la que trabaja. Ella es una femme fatale, fría, calculadora, implacable, fuerte.

He ahí el motivo por el que su idilio con el musculitos verde resulta tan interesante. Él es un toro de Lidia, ella no es que pueda romperse fácilmente, como lo hacen los zapatitos de cristal de la Cenicienta. Él está modificado genéticamente, ella también. Por no hablar del lado tierno que cada uno despierta en el otro y que ambos creían extinto: Natasha es la única que puede traer de vuelta a Bruce Banner y Banner es el único hombre sobre la tierra capaz de despertar el instinto maternal de Natasha Romanoff.

Vengadores-La-era-de-Ultron-Mark-Ruffalo-se-queja-a-Marvel-del-trato-a-la-Viuda-Negra_reference
Johanson y Ruffalo intercambian miradas en ‘Vengadores: La era de Ultrón’ (2013)

Lógicamente, el planteamiento de este romance tiene para el espectador un aliciente morboso desde el momento en el que este se pregunta cosas como el tamaño del miembro viril de Hulk, el modo en el que los dos superhéroes podrían, o no, realizar el acto y el riesgo que supondría el hecho de que a Bruce le diera por transformarse estando dentro de Natasha. Quizá esos planteamientos fueron los que llevaron a la bestia verde a alejarse de su amada, dejándole a Romanoff el corazón hecho añicos. Aunque, conociendo a la viuda, no tardará en reponerse del desengaño y volverá a su estado de frialdad acostumbrado. Después de todo, no tiene motivos para estar tristona teniendo a Tony Stark, a Thor y al Capitán América a su disposición.

Todas estas fantasías pueriles que giran en torno a dos personajes ficticios y que, sí, son una consecuencia de una buena labor de marketing, podrán parecerle una memez a todo fanático de los comics que acuda a estas líneas o a cualquiera que, sin ser fanático, simplemente vea absurdo el romance de estos dos vengadores. Pero aquí están, escritas, y son el producto de una semana de vacaciones, del desdén por la Semana Santa y del amor por los superhéroes. ¡Ah! Y por el cine, que es uno de los medios conocidos más eficaces para crear imaginarios y despertar todo tipo de ensoñaciones.