Ignacio Acconcia
Fotografía de Ignacio Acconcia, director de El niño de fuego, y Aleixo Paz, protagonista del documental

Entrevista a Ignacio Acconcia: «No podía ser otro género, tenía que ser el rap»

“No he tenido sueños, solo pesadillas”, pronuncia Aleixo Paz, protagonista del documental El niño de fuego, en uno de los momentos más contundentes de la pieza. El largometraje dirigido por el cineasta Ignacio Acconcia nos narra la historia de este joven, superviviente de un trágico accidente que lo dejó con severas quemaduras en el 91% de su cuerpo. O, mejor dicho, nos quiere narra todo menos eso. El niño de fuego es una invitación a no conjugar (y por lo tanto filmar) en pasado sino en presente, una pieza que parece echarle un pulso a ese Oscar Wilde que nos decía que el arte, sea un documental o un rap, es inútil en esencia. El arte se presenta aquí como la única herramienta que tenemos para convertir una vida de pesadillas en un sueño.

He tenido el placer de poder charlar con el director Ignacio Acconcia sobre su documental que se estrena hoy domingo 24 de enero en Movistar+.

PREGUNTA: Esta es una pregunta un tanto típica para empezar una entrevista, pero me gustaría preguntarte de dónde te nace la necesidad de contar esta historia de Aleixo. ¿Cómo la encuentras? ¿En qué momento concreto decides que es una historia que necesita ser contada?

IGNACIO ACCONCIA: Hacía poco que había acabado el máster en documental de creación en la universitat Pompeu Fabra y tenía ganas de hacer algo relacionado con la identidad. En esa búsqueda contacté con una asosiación de quemados a través de la cual conocí a Tere, la madre de Aleixo. Ella me dijo que creía que este chico me iba a parecer interesante para lo que estaba buscando. Fui a conocerlo a Girona un día como hoy de hace 7 años. 

P: Osea que ha sido un proceso largo, no ha sido un proceso que venga de un año. Ha sido una carrera de fondo. 

I.A: Totalmente. Yo lo conocí cuando tenía 13 años y empezamos a entablar una relación de amistad con él. Mi idea inicial era hacer un cortometraje pero vi rápido que el material cinematográfico con el que contaba daba para más porque Aleixo es una persona fascinante. Me di cuenta cuando grabé un primer teaser en 2015. Presenté esta pieza a Nanouk y junto a Salvador Sunyer, el productor ejecutivo del proyecto, conseguimos financiar el proyecto. Ha sido una carrera de fondo porque mi intención era precisamente poder mostrar el tránsito de la adolescencia al mundo adulto. Por eso para mí era importante esperar a que tuviera 17 o 18 años.

Ignacio Acconcia
Fotograma de ‘El niño de fuego’ (2020) de Ignacio Acconcia

P. Creo que de lo más interesantes del documental es cómo subvierte el cliché de documental biográfico basado en el carpe diem en su sentido más simplista, que abandera el positivismo por encima de todo. Sorprende mucho el tono que la pieza adopta sobre todo al inicio. Se habla de dolor, de malestar, incluso de la muerte, en términos bastante nihilistas incluso. ¿Este es un tono que tienes muy claro antes de empezar a filmar o que más bien te encuentras cuando ya tienes la cámara en la mano?

I.A: Es una cosa que me encontré y que decidimos respetar desde el primer minuto. Al final la película se construye a partir de escuchar y entender a Aleixo, de enseñar quién es él realmente. Si él está mal, lo mostramos. Siempre hemos querido hacer una película de superación pero que fuera honesta y respetara el viaje de Aleixo. Yo quería que él la viera y se encontrara con que la película respeta quién es. Creo que lo hemos conseguido.

P. Ese respeto del que hablas se siente mucho en la película. Por eso me preguntaba cómo ha sido entrar con una cámara en este espacio tan íntimo de Aleixo. Porque sorprende las dificultades que parece tener para abrirse con su entorno y lo fácil que le resulta hacerlo contigo, aunque sea a partir de sus letras.

I.A: Creo que eso fue lo más fácil. Era un trabajo que ya estaba hecho. Para mí Aleixo es como un hermano pequeño y para él soy un hermano mayor. Nuestra relación ha hecho que no haya tenido miedo a abrirse, a enseñarnos quién es. Hemos compartido muchísimas cosas. No fue difícil que él accediera a compartir su lado más íntimo. Es cierto que hemos vivido situaciones complicadas y hay escenas de la película que en un principio él no quería que ocurrieran. Ha sido un tour de force en toda regla. Pero entrar en su intimidad fue algo orgánico, y más sabiendo que intentamos ser un equipo muy pequeño que también lo respetaba mucho. Creo que eso se nota en la película.

P: ¿Ha habido alguna escena que se haya quedado fuera justamente porque Aleixo hubiera sentido finalmente esta comodidad?

I.A: Ha sido fácil saber qué cosas no tenían que entrar en la película. Básicamente pensando en ser respetuoso con él. Es una linea que jamás me hubiera permitido cruzar, la que marca ese respeto por su intimidad y su vida. Recuerdo alguna escena grabada en su casa, alguna discusión o algún momento tenso que en cuanto vimos decidimos que no iban a dar una imagen justa y honesta de Aleixo. Era morboso, no era necesario.

P: Hay un momento del documental que me parece muy significativo en el que Aleixo habla de la necesidad que él siente de dejar un legado a través del rap. ¿Crees que el documental cumple también esta función de alguna forma, la de dejar un legado tanto tuyo como suyo? 

I.A: Yo creo que es una fantasía que él tenía de alguna manera porque él siempre ha tenido la muerte muy presente. Ojalá no sea un legado. Yo quiero que no se muera nunca. Quiero que viva la vida, que le quedan muchísimas cosas por vivir. Sobre lo que decías antes del respeto, yo algo que tenía muy claro al plantear la idea del documental era que quería acabar devolviéndole algo a él. No quería sentir que me estaba aprovechando ni de él ni de su situación. Me he quedado muy tranquilo al respecto. Quería que el documental fuera algo útil tanto para él como para su familia. Creo que lo hemos conseguido.

Ignacio Acconcia
Fotograma de ‘El niño de fuego’ (2020) de Ignacio Acconcia

P: Hablando de la familia, te quería preguntar por cómo ha sido tu relación con ella durante este rodaje. ¿Tu relación con ellos es tan cercana como la que tienes con Aleixo?

I.A: La familia ha sido fundamental porque compartíamos un deseo. Tanto ellos como yo queremos que Aleixo esté bien, que sea feliz. Fue fácil conectar a partir de esa idea y creo que ellos entendieron muy bien lo que yo buscaba. Me han escuchado, han confiado en mí, que es algo que valoro mucho. Mi intención es devolvérselo. Yo quería que la película fuera algo que empujara a Aleixo estar mejor. Creo que también ha ayudado a la familia a lidiar con cosas que estában ahí presentes. Algunas escenas han servido para poner sobre la mesa temas que tenían que tocarse y que ellos han agradecido después.

P: Antes se ha nombrado al rap, que es un elemento central de la pieza. Al fin y al cabo siempre ha sido un género muy vinculado a la idea de materializar en una base un cierto malestar, ya sea social o individual. ¿Compartes con Aleixo esta afición por el género o es algo a lo que el documental se ha visto arrastrado de forma orgánica?

I.A: A mí me encanta el rap. Me gustaba Rosa Rosario, me gustaba el Chaca. De hecho he grabado un videoclip con él hace un año. A mí siempre me ha gustado el hip hop y lo bueno es que conociendo a Aleixo me reconecté con este mundo. Como todos los de mi generación conocía a todos esos grupos de los 90 que empezaron a despuntar como Nach o Rosa Rosario. Pero Aleixo me empezó a mostrar otros muchos grupos nuevos. Conocí a Nikone que de hecho participa con un tema en la película. Conocí también a Ayax que me encanta. Compartimos mucho el gusto musical y esa esencia del hip hop que creo que es muy representativa de la lucha de Aleixo. No podía ser otro género, tenía que ser el rap. 

P: Aleixo se mueve en gran parte del documental por este ambiente urbano cercano a la cultura del rap que muchas veces se tiende a demonizar tanto por la sociedad como por sus representaciones en el audiovisual. Se lo suele relacionar con el mundo de la droga y la delincuencia, describiéndolo como un espacio algo tóxico de forma muchas veces injusta. Aquí se presenta de una forma totalmente diferente, como un entorno casi terapéutico. ¿Era un objetivo para ti romper con estos esteriotipos y mostrar este mundo como algo medicinal cuando suele ser entendido en muchas ocasiones por el mainstream como todo lo contrario?

I.A: Al final me he limitado a mostrar la visión que yo tengo del hip hop. Este efecto que tiene la película también fue en gran medida gracias al Chaca. Él tiene esa energia. Es una persona fascinante. Él también es boxeador profesional, de hecho es campeón europeo. Tiene una forma única de entender la vida y de ayudar a la gente, de progresar. En cuanto conectó con Aleixo, todos nos contagiamos de esa energia de tirar para adelante y de salir del barrio de una manera positiva. Él tiene esa filosofía muy conectada también con el boxeo que hemos visto en tantas películas. Es una lástima porque teníamos escenas grababas relacionadas con boxeo, pero para dejarlo todo un poco más concreto nos decantamos por la música para no marear al espectador. Pero al final la misma energía que transmite el deporte está en el hip hop para nosotros. 

Ignacio Acconcia
Fotograma de ‘El niño de fuego’ (2020) de Ignacio Acconcia

P: Ahora que hablas de dejar escenas fuera, te quería preguntar justamente por el proceso de montaje. Como te comentaba al principio creo que el documental maneja unos tonos muy interesantes que se van transformando a lo largo que avanza la película, pero que a la vez no tienen miedo a ser algo muy pausado que aporta incluso cierta agresividad. ¿Cómo es este proceso de montaje, cómo te implicas tú en este?

I.A: A nivel creativo quizás fue el momento más difícil. El montador de la película, Pere Marzo, es una persona con una sensibilidad muy especial y que entendió desde un principio el tono del proyecto. Trabajamos muy duro para construir la estructura del documental y poder mostrar ese viaje de la mejor forma posible. Lo más fácil y más difícil fue la construcción para mostrar quién es Aleixo. Había muchas escenas en las que no se mostraba al verdadero Aleixo, se mostraba a un personaje que parecía no querer ser conocido, que ponía una barrera. Tuvimos que descartar todas esas escenas para mostrar a la persona que queríamos mostrar, a esa persona sensible que hay detrás de ese escudo con el que se proteje. Realmente ha sido un proceso dificil, pero sobrevivimos. Hemos podido acabar la película y estamos muy contentos con cómo nos ha quedado.

P: ¿Qué opina Aleixo del resultado final? ¿Cuál fue su reacción al ver el documental por primera vez?

I.A: La vimos juntos hace poco en la Seminci de Valladolid donde nos dieron una mención especial del jurado. Yo estaba nervioso, no sabía qué iba a pensar. Al acabar me dijo que le había gustado, que no se lo esperaba y que estaba contento. No se la imaginaba así, él a lo mejor tenía otra idea en la cabeza de cómo iba a ser la película. Reconocía que le habíamos respetado y que le gustaba la imagen que dábamos de él.

P: ¿Dirías que como cineasta te decantas por el documental antes que por la ficción? ¿Crees que hay algo que este primero tenga que el segundo no?

I.A: A mi me encanta la ficción, de hecho yo he trabajado en ficción también. Pero lo que me encanta del documental es cómo trata con personajes que no te puedes inventar. Aleixo es una persona que es mejor personaje que cualquiera que tú pudieras construir. Me gustan mucho las películas que consiguen eso. De hecho el próximo proyecto que tengo en mente, que es un largo de ficción, beberá mucho del lenguaje del documental. Me gusta que la realidad entre dentro de la ficción. Al igual que me gusta que en el documental entren aquellos elementos de la ficción que hacen que se pueda disfrutar de una construcción más completa. Para mí hacer películas es lo mismo sea un documental o una ficción. 

Ignacio Acconcia
Fotograma de ‘El niño de fuego’ (2020) de Ignacio Acconcia

P: ¿Hay algún o alguna cineasta, sea documentalista o no, que haya marcado claramente tu trayectoria o incluso El niño de fuego en concreto?

I.A: Para mí la película más referencial a la hora de hacer El niño de fuego es The house is black, un cortometraje de la poetisa iraní Forugh Farrokhzad que se puede encontrar en Youtube sobre una leprosería en Pakistan. Es una película maravillosa. También son un claro referente todas las películas que tratan momentos de transición de adolescencia, de personas en un momento de identidad muy concreto. También te podría decir las obras de Ken Loach o de Larry Clark.

P: ¿Crees que un documental con un mensaje como el que lanza El niño de fuego toma otro significado en un contexto histórico como el que estamos pasando?

I.A: No me lo he planteado, ojalá sea así. Aún estoy entendiendo cómo ve la gente el documental que es algo que está justo ahora apareciendo. Yo todavía tengo que hacer ese proceso. Estoy contento porque de momento la gente la está entiendiendo como quería que se entendiera y eso me hace feliz. Si hay una mínima conexión del espectador con la perseverancia, con la lucha y con el levantarte y tener que salir a buscarte la vida aunque te hayan pasado mil desgracias entiendo que sí que puede dialogar con todo lo que estamos viviendo.