Entrevista a Jon Garaño, co-director de ‘Handia’

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Jon Garaño y Aitor Arregi presentando ‘Handia’ en el pasado Festival de San Sebastian

Handia ya es una de las películas en euskera más taquilleras de la historia. Además de contar con 13 nominaciones a los Goya y seguir en cartelera más de dos meses después de su estreno, ganó el Premio Especial del Jurado y el Premio Irizar al Cine Vasco en la 65ª edición del festival de San Sebastián.

Aquí os traemos la entrevista que hicimos a Jon Garaño, co-director (junto a Aitor Arregi) y co-guionista de la misma, con motivo de su estreno. Tras su éxito con Loreak (que también co-dirigió, con Jose Mari Goenaga, en 2014), nos trae esta película que narra desde una perspectiva atípica la peculiar vida del Gigante de Altzo, que a causa de su elevadísima estatura llegó a viajar por todo el mundo.

PREGUNTA: En esta película hay un gran crecimiento, especialmente a nivel de producción, en la ambición respecto a vuestros anteriores trabajos. ¿Cómo afectó el éxito de Loreak para conseguir este aumento de ambición y cómo crees que puede afectar el éxito de Handia para vuestra forma de trabajar?

JON GARAÑO: La verdad es que si se ha podido hacer Handia, es gracias a Loreak. Las cosas son así, Loreak nos abrió muchas puertas y entre otras, la financiación. Hasta ahora siempre ha sido como difícil entrar en algunos lugares y de repente Loreak nos abrió muchas puertas.

Pero también es verdad que con Loreak llegó un punto en el que estábamos ya casi cansados, un poco hartos, porque por un lado estamos súper agradecidos y por otro era escuchar un «Loreak, Loreak, Loreak…» constante. Para nosotros, una de las principales razones para hacer Handia era romper con Loreak. No queríamos hacer Loreak 2.

Y de hecho, muchas veces se habla de los referentes que tienes a la hora de hacer una película y en este caso, tan importantes como los referentes han sido los “no-referentes”, cosas de las que nos queríamos alejar, y una de ellas era Loreak. Esta película es sobre dos personajes que nacen en un pueblo pequeñito y que de repente van conociendo mundo, se les va abriendo con grandes paisajes, otras realidades, y eso queríamos mostrar. De este modo, la película tiene un envoltorio que no tenía Loreak, que era una película mucho más intimista. Tenía que ser así. Necesitaba un envoltorio grande.

Ramón Aguirre y Joseba Usabiaga, que interpretan al padre y al hermano del Gigante, en un plano de Handia.

También es verdad, que según estábamos haciendo la película, nos dábamos cuenta de que se parecía más de lo que pensábamos a Loreak, que en el fondo tú eres de una forma y haces lo que te sale de dentro. A nosotros nos gustan las personas y en el fondo Loreak era una película psicológica, por decirlo de una forma, y Handia también lo es. Pasa de lo grande, del scope, del gran angular, a hacer zoom en lo más íntimo de los personajes.

Son películas diferentes, yo creo que lo son, y de hecho el paso por el Festival de San Sebastián lo ha demostrado. Hay gente a la que gustó Loreak y ésta le ha gustado menos, y al revés. Pero sí que veo vasos comunicantes entre las dos pelis.

El tema de la ambición lo hacemos también desde un punto de vista inconsciente, porque una cosa es escribir un guión, y una vez que está escrito, dices «Hostia, ahora hay que dirigirla.». Entonces hubo un momento de crisis, de no saber cómo hacer la peli, pero bueno, vino todo a la vez. Fue como «Venga, vamos a hacerla», y la película se fue haciendo grande, y al final gigante para nosotros (risas).

Eneko Sagardoy caracterizado como el Gigante de Altzo en un frame de la película.

P: La película está basada en hechos reales. ¿Cómo conocisteis la leyenda del Gigante de Altzo? ¿La conocíais antes de hacerla, o a la hora de hacer el nuevo proyecto se os contó?

JG: Ahí hay dos temas. Por un lado, la película nace de la fascinación que sentí yo de pequeño cuando me contaron la historia del gigante. En el Museo de San Telmo de San Sebastián hay unas pertenencias que eran de Miguel Joaquín Eleizegui, el Gigante de Altzo, la horma de un zapato, una silla gigante, un sombrero de copa… Al ver eso y escuchar su historia, cómo conoció a los reyes y reinas más importantes de su época, cómo viajó por el mundo y demás, a mí aquello se me quedó grabado en la cabeza.

Y muchos años más tarde, cuando me empiezo a dedicar a esto del cine, les comento a mis socios que quería hacer una película sobre el Gigante de Altzo, y año tras año me decían que no, que no, que no y que no. Ya se convirtió en un running gag. “Ya está Garaño con su historia del gigante”, y un año me lo curré un poco más y de repente me dieron la oportunidad de escribir algo, pero por circunstancias de la vida, porque estábamos metidos en otra producción, no hice nada.

Y casualidades de la vida, Andoni de Carlos, que es otro guionista de Donosti, les mandó a nuestros coproductores un guión sobre el Gigante de Altzo para hacer una película de animación para niños, no tenía nada que ver con lo que queríamos hacer nosotros. Era el mismo personaje, mismo contexto, así que decidimos unir fuerzas y al final escribimos el guión entre cuatro.

Andoni de Carlos, que es quien tuvo la idea de hacer esta película para niños, Aitor Arregui, mi co-director en Handia y José Mari Goenaga, que es mi codirector en Loreak y yo, la hicimos entre los cuatro. Entonces, una vez que ya estamos metidos en el proyecto, empezamos a pensar la peli y teníamos una versión de guión y tuvimos un dejavu súper importante: «Ya está, ‘El hombre elefante’ está hecho, no podemos hacerlo otra vez, no vamos a llegar a ese nivel. Hay que hacer algo diferente.»

«Nadie crece eternamente» es una de las frases que marcan Handia.

Y mientras estábamos haciendo el guión, le comentabas a la gente que ibas a hacer una película sobre el Gigante de Altzo, y a pesar de que yo pensaba que era un personaje conocido por todo el mundo, mucha gente no lo conocía. Y entre quienes conocían al Gigante de Altzo, muchos pensaban que era un personaje mitológico, que nunca llegó a existir. Entonces, ahí es cuando dices: “Hostia, ahí hay un material muy interesante» para contar una película. Tienes un personaje que fue real pero seguramente en vida se convirtió en mito. Y es una frase que la teníamos como escrita ahí y que fue como un motor para muchas cosas.

Esa idea de cómo se crean los mitos, cómo se difunden, cómo se deforman, que a la vez está unido con muchas de las cosas que nos están pasando ahora. Están muy de moda las fake news, el tema de cómo se generan las noticias y no resulta tan importante que sea real, sino que llegue a la gente y lo que se crea la gente. Es algo sobre lo que trata la película y que le pasa a los personajes, que a la vez, la propia película, hace lo propio. Es decir: nosotros metemos un poco más de lío a la historia del Gigante de Altzo.

También deformamos la historia del gigante, ya que hay cosas que son reales y son conocidas, como que viajó, que le hacían marcas de altura en la iglesia, que no paró de crecer, tiene una base histórica. Pero hay muchas cosas que nos hemos inventado para hacer esa película. Digamos que nosotros también deformamos un poco la historia de Miguel Joakin.

La estatua del Gigante en Altzo, su pueblo natal.

P: En la película, además de mostrar cómo crece el gigante también está en los diálogos el tema del cambio y la capacidad que tenemos de adaptarnos. ¿Qué tiene este momento, la actualidad, para hacer una reflexión sobre ellos?

JG: Yo creo que, en en el S. XIX y en la propia película hay dos fuerzas. Hay un mundo que no quiere cambiar, que quiere mantener las cosas como son y hay otra gente, que son el nuevo mundo, por llamarlo de alguna forma, que quiere cambiar las cosas, que quiere progresar. Hay un personaje que abraza el cambio, que quiere cosas nuevas, que es Martín, el hermano, y el otro, muy a su pesar, como le pasaba a la sociedad, va cambiando, aunque a él le gustaría mantenerse como es.

Entonces, de una forma u otra, porque lo quieras o porque no, tenías que afrontar ese cambio. Era un término que era la base de la película, la palabra era el cambio. Ante el cambio, ¿qué podemos hacer? Podemos ponernos una coraza y no afrontar ese cambio, pero va a llegar un momento en el que esa coraza se va a romper, porque el cambio está tan presente que es capaz de romper cualquier escudo. La película plantea una reflexión sobre si cambiar es bueno o es malo.

Hay personajes que defienden que es lo más miserable que le puede pasar a una persona porque de alguna forma, al cambiar pierdes tu personalidad, tu forma de ser, mientras que hay otros que creen que es bueno ya que gracias a que te adaptas puedes seguir avanzando y seguir siendo algo. Ahí dejamos un debate abierto.

Lo que sí podemos decir es que es curioso que por mucho que tú quieras adaptarte, a veces no eres capaz de adaptarte, o al revés. A pesar de que tú no te quieras adaptar, acabas adaptándote por razones X, la vida te lleva a eso. Es el viaje que hacen los dos protagonistas que una vez más, difiere. Cogen caminos diferentes. Y eso en la actualidad, es lo que nos pasa a todos con todo. Ante las nuevas tecnologías, hay quien no le apetece tener un móvil de última generación mientras que hay otro que se quiere comprar el último iPhone. Ante la situación política, ahora mismo, lo que está pasando en Cataluña, ya que todo el mundo me lo pregunta, pues ya está, lo respondo yo (risas).

Pues en el fondo es lo mismo, ¿no? Hay una parte que quiere mantener las cosas como han sido y hay otra parte que quiere cambiar. Hay un conflicto ahí entre dos partes. Como en la película, hablamos de blancos y negros, pero también hay muchos grises. La mezcla del blanco y el negro. Seguramente que habrá en Cataluña, como en nuestra película, mucha gente que a veces se mueva en un terreno y a veces en otro. Y que no lo ve todo de un color, sino que a veces ve las cosas blancas y a veces negras.

Eneko Sagardoy en la película.

Yo mismo me doy cuenta de que he cambiado muchísimo, en muchas cosas. Pasan los años y me veo cada vez más mayor, de repente veo que muchas cosas que hacía antes ahora no las hago, o me tengo que adaptar a estas nuevas circunstancias. Al final estamos constantemente en esa rueda, estamos avanzando, avanzando y ante eso tú puedes tener una actitud X o Y. Yo creo que eso es aplicable a lo que pasa en la película y aplicable a cada uno de nosotros en cualquier ámbito de nuestra vida. No sólo lo político, también en lo personal, en lo social, familiar… En todo.

P: Puede dar la impresión al espectador de que Martín no se quiere adaptar a los cambios, es más conformista y se conforma con el sitio que nace, en la película todos parecen más felices que él, que está constantemente siendo inconformista, queriéndose cambiar de sitio. ¿Esta es la lectura que querías dar?

JG: Sí, Martín es un personaje que a nosotros nos parecía muy interesante. Joseba Usabiaga, el actor, tiene mucho mérito. Es un personaje que cree que no tiene límites pero que realmente está muy limitado. Eso nos parecía muy interesante y provoca que él a veces prediga cosas que no se van a cumplir. Está todo el rato pensando en que las cosas van a ser de una forma y nunca se cumplen. «Pero ¿por qué no se cumplen?

Esa es la pregunta que me hago yo. Por un lado, no se cumplen porque la sociedad le marca mucho, esa sociedad en la que quiere vivir. Pero también por su incapacidad para adaptarse. Y quizás, a veces también por su falta de voluntad. No podemos pasarnos toda la vida diciendo que queremos hacer algo o que somos algo, etc., sino que hay que demostrarlo con los hechos y hacer las cosas. Y es lo que le falta a veces a Martín. Él cree que se adapta a las cosas y que es capaz de afrontar las nuevas realidades de forma digna, y muchas veces no lo logra.

Es verdad que los dos personajes tienen un fondo un poco triste. Es otro tema de la película, la identidad. Quién eres y cómo te ven los demás. Una persona no es tanto quién es, sino la suma de todo. Alguien te ve de una forma y entonces, ya eres de esa forma. En el personaje de Martín es algo muy claro.

Joseba Usabiaga y Ramón Aguirre.

P: ¿Por qué contáis la historia desde los ojos de Martín y no desde los del propio gigante?

R: Había dos razones. Una era que si contábamos la historia desde el punto de vista del Gigante de Altzo, al final la película se podía convertir en algo que ya habíamos visto. Lo que decía antes, la sensación de dejavu de una persona encerrada en sí misma, llevada al sufrimiento y a la angustia… Eso está en la película, pero verlo desde los ojos de otra persona da la posibilidad de que la película aporte algo más, aporte una mirada. Que a la vez es una mirada que en sí misma, también tiene que aportar algo. Martín no sólo es un testigo de lo que le está pasando a Joaquín, sino que es un protagonista.

Esto se lo decíamos siempre a los actores, y es un concepto que hemos barajado mucho en la película. Incluso a veces, visualmente, hemos tratado de reflejarlo con la composición. Son como las dos partes de una unidad. Como el “yin y el yan”, si uno es el blanco, otro es el negro.

Volviendo a lo que decía antes, si uno representa la tradición, el otro se apega más al progreso y al cambio. Es como la sociedad. Antes me preguntaban “¿La sociedad vasca siempre ha estado anclada a lo tradicional…?” y no, en la sociedad vasca siempre ha habido una parte que ha mirado mucho al pasado y ha querido mantener las tradiciones de una forma determinada. Pero también ha habido una parte importante que ha buscado el cambio y ha querido huir de todo eso.

Nosotros vimos que Martín nos daba mucho juego en ese sentido, a la hora de mostrar el otro lado de la sociedad. Y hablo de la sociedad vasca como puedo hablar de la sociedad china, o la española, o lo que sea. Se ve en la política al fin y al cabo, la política es el reflejo de los pensamientos de la gente. En todos los países hay un partido conservador y un partido liberal. También es una forma de ver el mundo.

Fotografía del rodaje de la película en Durango. Fuente: Durangaldeko Telebista.

P: Los personajes, sobre todo Martín, buscan la aceptación social. ¿Ha avanzado la sociedad en cuanto a ello desde la época en la que transcurre la película o todo sigue como entonces?

JG: Creo que hay muchas de las cosas en la película que parece que son como actuales. Por lo menos en la intención. No lo he inventado yo, una película no habla tanto del momento histórico en el que transcurre la película sino del momento en el que se hace la película. Lo que le pasa a Martín, sin duda, pasa hoy en día. De alguna forma está relacionado el tema del mercantilismo. La aceptación social es algo que… Es tan relativo. Algunos se sienten aceptados socialmente con muy poco y otros necesitan todo para sentirse aceptados socialmente.

Siempre se ha necesitado la atención de la gente para sentir que se está aceptado socialmente. En ese sentido, y me voy a poner muy simplista, pero las redes sociales. Todo el mundo tiene que mostrar su cara más amable para que todos pensemos que es una persona súper guay.

Eneko Sagardoy y Joseba Usabiaga en un plano de la película.

Volviendo a lo que decía antes, para mí la clave es que uno mismo muchas veces tampoco sabe quién es. Y no sólo eso, que para mí es más importante, que uno mismo no siempre es el mismo, no siempre es igual. Mi yo de hace cinco años no tiene mucho que ver con mi yo de ahora en muchos aspectos, pero algo habrá que nos una. Y probablemente, yo hace unos años buscase la aceptación social de una forma y ahora lo haga de otra.

Lo social también es muy relativo, porque ¿a qué nos referimos con social? ¿Es un núcleo pequeño, algo más amplio o algo general y mundial? Ahí hay un debate que va más allá de la película, pero obviamente, los personajes están determinados por su sociedad como lo estamos nosotros. Es muy difícil escaparte de eso. Y la sociedad que tenemos hoy es ésta.