‘El asesino de los caprichos’: el thriller desaprovechado de Gerardo Herrero

Título original: El asesino de los caprichos

Año: 2019

Duración: 100 min.

País: España

Dirección: Gerardo Herrero

Guión: Ángela Armero

Música: Vanessa Garde

Fotografía: David Omedes

Reparto: Maribel Verdú, Aura Garrido, Daniel Grao, Roberto Álamo, Antonio Velázquez, Ginés García Millán

Productoras: Tornasol Films / Entre Chien et Loup / Movistar+ / Radio Televisión Española

Género: Thriller policíaco

La nueva película de Gerardo Herrero ha querido tocar demasiados palos a la vez. Tanto que El asesino de los caprichos acaba formándose por un popurrí de subtramas que se quedan en simples anécdotas, sin acabar de decidirse por lo que quiere contar. Por suerte, son Maribel Verdú y Aura Garrido las que sustentan el filme, aportándole algo de interés.

 'El asesino de los caprichos'
Maribel Verdú en una escena de la película

En un barrio de clase alta de Madrid empiezan a tener lugar una serie de crímenes macabros que reproducen los Caprichos de Goya. Lideran la investigación las inspectoras Carmen Cobos (Maribel Verdú) y Eva González (Aura Garrido). Con ellas nos adentramos en el mundo del tráfico de obras de arte, la corrupción policial y política y el periodismo poco ético de este país, en lo que busca ser un retrato de la sociedad española. Por otro lado, seguimos sus complicadas vidas privadas en un intento – fallido – de profundizar en los personajes y entender sus motivaciones.

Teniendo en cuenta el desarrollo del thriller policial en España de los últimos años y la cartelera actual, el filme desaprovecha en demasiadas ocasiones recursos que lo podrían haber convertido en éxito taquillero. Si bien la reproducción de las obras de Goya en forma de asesinato es el gancho perfecto para sacar a la luz los trapos sucios de la Madrid elitista, la trama está ejecutada de forma muy desigual. En ocasiones es de lo más previsible – el asesino se muestra muy pronto y de manera obvia – y en otras carece de sentido – como las constantes repeticiones injustificadas: casi-atropellos, llamadas perdidas, escenas de karaoke…-. Sobretodo a partir del tercer acto, que resulta precipitado hasta el atropello de un final decepcionante.

 'El asesino de los caprichos'
Fotograma de ‘El asesino de los caprichos’

Por otro lado, los crímenes sirven como excusa para que conozcamos a los protagonistas. Pero queriendo hacer ambas cosas, El asesino de los caprichos no logra tirar ni por una ni por la otra. Desde papeles secundarios como la Presidenta de la Comunidad de Madrid hasta el Comisario Vargas (Roberto Álamo) o las inspectoras Cobos y González, los personajes nunca llegan a desarrollarse más allá de una definición básica y llena de clichés y se mantienen planos hasta el final.

Pero pese a sus estereotipados papeles, la solidez de la película viene justamente por el juego actoral de Verdú y Garrido, que realizan su trabajo con la maestría que las caracteriza. La primera interpreta a una inspectora veterana, dura, que huye de los apegos emocionales para no sufrir. Aunque detrás de su actitud se esconde una tristeza que se intuye pero que no se llega a ver en pantalla. Garrido es la «novata» pero inteligente y astuta. Pese a su juventud es madre de dos y hace lo que puede por compaginar su vida privada con la profesional. Por ello no se implica tanto en el caso como su compañera, que tiene mucho menos que perder.

 'El asesino de los caprichos'
Aura Garrido es Eva Gonzalez

Es una pena que la construcción cerrada de sus personajes les impida aportar ese «algo» que las diferencie de lo que ya hemos visto hasta ahora interpretado por hombres. Porque una de las premisas más interesantes de la película era ver a dos mujeres en posiciones que lamentablemente estamos acostumbrados a asociar al género masculino. Es por ello que resulta un tanto decepcionante ver que el Comisario, posición por encima de las protagonistas, continúa siendo un hombre. Así como son personajes femeninos la secretaria o la asistenta doméstica (que para más inri lleva cofia y delantal). Sobretodo teniendo en cuenta que la autoría del guión se atribuye a una mujer (Ángela Armero). Todavía queda mucho por hacer.

Técnicamente, el trabajo de cámara y fotografía funcionan al servicio de lo que marca el guión, generando la atmósfera propia del thriller, regalándose sobretodo en las escenas de los crímenes. Aunque en un par de ocasiones el espectador no puede evitar preguntarse si la escena justificaba el uso del llamativo croma.

Lo mejor: Maribel Verdú y Aura Garrido hacen bien su trabajo, les des lo que les des

Lo peor: la trama desigual y la superficialidad en los personajes echa para atrás al espectador

Nota: 4,5