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Jack Nicholson interpretando a Joker en una escena de Batman (1989)

Cuenta atrás para ‘Joker’: El mafioso Jack frente a un Batman gótico

Después de la censura y los convencionalismos en la industria cinematográfica estadounidense al igual que en los cómics en los sesenta, entramos en la década de los ochenta, donde un tipo llamado Alan Moore reconstruye el personaje del Joker en el cómic titulado La broma asesina (1988).

Por primera vez se establecen unas bases psicológicas del personaje a partir de un origen que difumina la radical línea que separa al bien del mal. Empatizar con el por qué del villano, era necesario para volverlo un icono a seguir.

En esta obra, Joker se muestra como producto de la sociedad. Es una consecuencia del fracaso de ésta. Su locura entra en un debate filosófico sobre la ética y propone así un conflicto moral entre él y Batman. Alan Moore reflexiona en que son las dos caras de la misma moneda. La única diferencia entre el héroe y el villano, es que el primero retiene más sus emociones.

Esta idea de la unión entre estos dos personajes bajo un origen traumático la recoge Tim Burton en Batman (1989), donde en la secuencia final Michael Keaton interpretando a Batman le contesta al Joker de Jack Nicholson: «Yo te hice, pero tú me hiciste primero.»

Haciendo alusión a la muerte de sus padres, Bruce Wayne le recuerda a Joker que se ha convertido en Batman a consecuencia de su asesinato a Thomas Wayne y Marta Wayne. 

El origen del Joker de Tim Burton se encuentra en un encuentro fortuito años después donde Batman da caza al grupo mafioso liderado por Jack (posteriormente Joker), los cuáles planeaban robar componentes químicos en un almacén. Tras una pelea entre ambos, Jack cae en una piscina de ácido, logrando sobrevivir.

En el filme de Burton, tanto Joker como Batman son bichos raros en un escenario gótico, representando de manera metafórica la belleza de lo feo. Esto llega a su culmen en la pelea final entre ambos antagonistas en la catedral gótica de la ciudad de Gotham, donde las gárgolas se esconden entre los claros oscuros de la noche y bailan al son que lo hacen Batman y Joker en su encuentro.

Estamos ante un Joker elegante y vistoso que necesita estar perfectamente colorido, tanto su maquillaje como su vestimenta, a diferencia de la oscuridad de Batman y Gotham, los cuales están gobernados por un expresionismo alemán propio de El Gabinete del Doctor Caligari (1920) por Robert Wiene. La contraposición está clara, Joker surge para darle a la ciudad de Gotham otra cara. Más alegre y divertida, aún sabiendo que para conseguirlo debe matar a los ciudadanos que se interpongan en su camino.

Es aquí donde por primera vez las iconografías de ambos personajes se contraponen de manera obvia. Incluso reflexionando en un aspecto bastante curioso. Esto es en el cambio de papeles en cuanto a la tradición iconográfica de la simbología del murciélago y la del payaso.

El murciélago a lo largo de la historia del arte siempre ha estado relacionado con el demonio y/o la maldad. En cambio, el payaso con sus colores estridentes y su eterna sonrisa, representa el bien y la felicidad casi utópica.

La iconografía del mal en este caso la lleva el héroe, mientras que la del bien la lleva el villano. Una interpretación estética que da lugar a una mayor profundidad en la psicología de los personajes y que el espectador se empiece a preguntar quién realmente es el bueno y quién el malo. Esta idea no llegaría a su culmen hasta la llegada de Christopher Nolan y su Caballero Oscuro (2008), donde es más que evidente el debate político y filosófico de quién hace el bien y quién el mal.

Jack Nicholson representa al Joker mafioso. Al carismático ochentero Payaso del Crimen que adora la puesta en escena, manipular a sus compinches y salir en televisión perfectamente vestido y maquillado para comunicarse con la sociedad de Gotham. Aspecto éste último recogido en la obra de El Regreso de El Caballero Oscuro de Frank Miller (1986). Cómic donde se hace una crítica social del poder de la televisión como manipulación de masas, herramienta propicia para un Joker visualmente atractivo.

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Jack Nicholson como el Joker en una de las escenas de la película.

El Joker de Nicholson y Burton tiene un origen y objetivo claros. Una causa y una consecuencia. Esta claridad se refleja en su iconografía. Su origen, el submundo de la mafia de la ciudad de Gotham y una mala caída en una piscina de ácido. Su objetivo, matar a Batman y gobernar la ciudad.

Para terminar, recordar una de las escenas más divertidas y apropiadas para entender la personalidad del personaje en el filme de Burton. Cuando Joker y sus secuaces entran en un salón de arte para conocer a la periodista interpretada por Kim Basinger.

En esta escena Joker mancha literalmente con botes de pintura los cuadros expuestos en la galería. Obras del siglo XIX, siglo XVIII…autores como Degas o Caravaggio se ven sobrepasados por la locura de lo irracional del Joker.

Un mensaje claro de Burton con su villano, el Joker ha llegado para romper con lo tradicional, su rebeldía con lo conocido, con lo que se supone que es arte, proponiendo su propio arte como tal (el de matar mediante el gas de la sonrisa), un acto nihilista esencial en el personaje y que se ve muy bien reflejado en esta escena.

Después de Nicholson, no sería hasta 2008 que viéramos en la gran pantalla a otra interpretación del Joker. Nolan nos estaría preparando un Payaso del Crimen propio del contexto social que el espectador vivía, la decadencia de la democracia y del sistema capitalista mediante la crisis económica mundial sufrida a partir de ese año. El realismo entrará en escena para acabar con el estilo cómic de colores estridentes y dará paso a un caos realista para conectar con todo tipo de público.

Frase a destacar del Joker de Jack Nicholson: «Dime, ¿has bailado con el demonio a la luz de la luna?»